En la época franquista, recién
terminada la guerra, el gobierno católico-fascista creo un plan de ayudas para los miles de lisiados en la contienda . A la hora de pedirla, combatiente o civil, se le decía a algunos solicitantes: “no es igual
un jodido cojo que un caballero mutilado", y luego se reían: no es lo mismo.
¿Por qué no? Esa distinción es la
misma tradicional que había entre un “señorito alegre” y un “asqueroso borrachuzo”: no es lo mismo.
El país está lleno de “discriminaciones”
sutiles de estas. Cuando algunos “skin heads”, todos de ultraderecha y neo
nazi, se dedicaban en los 70 a apalear - con algún homicidio que otro ¿o fue
asesinato? - con sus bates de beisbol a gente que era pobre o a gente que,
¡simplemente! “les miraba mal: : no es lo mismo..
Un Gobernador civil de
Pontevedra, eran los 50, fue objeto de uno de aquellos tontos “chistes” franquistas.
Se le declaraba adúltero porque había abandonado a su mujer por la “Prudencia” - claramente era una campaña
para disminuir los accidentes de tráfico. Iba un día en coche con su mujer por
Cangas de Morrazo y ordenó a uno de sus agentes de escolta que encerrara a un
paisano “por la forma en que había mirado a su mujer”. Las prácticas se
heredan:.
En los 80 hablando un día con un
amigo que era ingeniero de minas, una persona excelente personal y
profesionalmente hablando, me comentó: “estoy preocupado porque mañana tengo que
ir a un juicio en el que esta acusado mi hijo”. Supuse que era consecuencia de
un accidente de tráfico.
Mi sorpresa fue cuando me dijo:”No,
fue una de esas chiquilladas de rstudiantes, en una manifesttación en la Facultad de Derecho pegaron unos tiros al aire y, por desgracia
le dieron a un bedel en una pierna”. ¿Qué se dice ante esta confesión? Lo que
yo le dije fue: lo siento mucho, pero, la verdad es que eso no es cosa de chicos,
una pistola es algo muy serio y todos, sin duda, ya eran mayores de edad si
estaban en la Universidad. Espero, de todos modos, que a tu hijo le salgo todo
lo mejor posible”.
Los directivos del PP están en la
misma línea de justificar lo injustificable: que sus jóvenes cachorros
de NUEVAS GENERACIONES, además de los numeritos cubanos, generosamente
pagados con el nombramiento de "asesor de la nada", se fotografien
haciendo con el saludo fascista con argumentos inargumentables: “Eso
son chiquilladas”.
Primera opción: si uno es un
adulto - desde los 18 años se es responsable civil y penalmente a título
personal - la disculpa de la “chiquillada” es un claro intento de engaño. Las
chiquilladas terminan, a lo sumo, a los 12-14 años. Si tras un estudio
psicológico-psiquiátrica se determina que en ese caso concreto la edad corporal
y la mental no son coincidentes y es inferior a 14 años, cabría admitir la
disculpa de “chiquillada”, con todas sus consecuencias.
Segunda opción: no equivocarse
nunca o equivocarse en cosas menores. Claro que eso exige tener padres que te
eduquen bien.
Tercera opción: cuando uno se
equivoca tiene que disculparse. Pero esos adultos - presuntos chiquillos con
edad mental de menos de 14 años - no se han disculpado. Y los padres de esos “chiquillos_”,
responsables subsidiarios, no sólo no se disculpan sino que les apoyan.
Cuarta opción: cuando uno se
equivoca, los responsables del partido del adulto/chiquillo en vez de disculpar
lo indisculpable debe proceder a la instrucción de un expediente para
determinar el grado de responsabilidad, es decir, si es mentalmente un adulto o
mentalmente un “chiquillo”. En el primer caso no cabe otra opción que la suspensión
en la militancia hasta que se termine el expediente y, finalizado éste la
expulsión de la militancia si se verifica que es adulto o la prohibición de ser
directivo dentro del partido en el segundo.
Camisas pardas, camisas negras,
camisas azules, …, todos hacían “chiquilladas”; es cosa de familia y eso; las
tradiciones son difíciles de olvidar; la memoria histórica se hereda y sigue.
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