Los
románticos del S. XIX, los alemanes son el paradigma de la contra-reforma, se opusieron
a la ilustración y al siglo de la razón. Fue el inició el camino de la pérdida
de la libertad racional.
Excitando
sentimientos primitivos, que anulan la reflexión racional, los “eternos
secuestradores de nuestra libertad” anularon el progreso nacido del
racionalismo y la ilustración. Naciera en Francia, que bebía de los clásicos
este sentimiento de libertad y democracia. Una bebida que al hacer a todos los
seres humanos (mujeres y varones) iguales y libres logró un progreso social
nunca visto. La democracia griega, cuya cara obscura mantenía la servidumbre y
la esclavitud, sólo la disfrutaban quienes tenía el status jurídico de
ciudadano. ¡Ésa es la democracia que hoy siguen queriendo imponernos los
liberales!
Más dañina
que la peste negra, porque sigue infectando, provoca atrofia cerebral, la irreflexión
irracional, invadió toda Europa y acabó con
la casi non re-nata libertad de los
ciudadanos antes de que muchos pudieran hacerla suya. El invento fue el “Volkgeist”, o sea, “el espíritu de los
pueblos”. De este sentimiento de “diferencia espiritual” nació la “superioridad
espiritual”. Enraizó fácilmente en un pueblo de esclavos que no se atrevía a ser
libres tras siglos siendo “súbditos”. A la vez, generó el sentimiento de “raza
superior”, “distinta”, de él nacieron el fascismo y el nazismo, pura esencia de
todo nacionalismo.
Los reyes
son unos farsantes. Durante siglos declararon que su “derecho era hereditario y
de origen divino”. Algunos aun siguen reivindicándolo ¡con éxito! Muchos
ciudadanos tienen alma de siervos y no se atreven a ser libres. En su mayoría
son siervos de otras asociaciones de creyentes en extraterrestres que tampoco
son democráticas. Sus jefes se declaran oráculos del extraterrestre del que procedía
el poder de los reyes sobre los demás seres humanos. Una farsa que sigue en activo
Muchos esclavos
voluntarios[1]
se desembarazaron de los falsos reyes cuyo poder procedía del extraterrestre,
pero siguen aceptando que éste es el origen de todo poder. Se niegan a asumir, que
“el hombre (mujer o varón) es la medida de todas las cosas”, como dijera
Protágoras, y que “la razón es la única ley que hay que obedecer”. Así,
renuncian, miedosos, a la libertad que los franceses nos hicieron asequible a
todos y venden su primogenitura, ¡la libertad!, por la promesa de un plato de
lentejas.
Et libertas carum factum est. Los
franceses hicieron carne la libertad, ese sentimiento universal secuestrado
durante siglos. Por su universalidad, la libertad no respetó estúpidas
fronteras nacionalistas con las que los reyes se repartían tierras y siervos.
Su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (DDHC) no fue sólo
para los franceses, sino Universal. El hombre, varón o mujer, y el ciudadano
que nace con la democracia, eligen
por primera vez su forma de gobierno de modo libre, dueños y señores de sí
mismos.
Se afirma que la primera declaración de
libertad fue la Declaración de Derechos de Virginia (DDV) en los Estados Unidos,
pero es un error conceptual. Aunque su primer artículo, que dice:
DDV, Art. 1.- Que todos los hombres son por naturaleza igualmente
libres e independientes, y tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales,
cuando entran en un estado de sociedad, no pueden ser privados o postergados;
en esencia, el gozo de la vida y la libertad, junto a los medios de adquirir
y poseer propiedades, y la búsqueda y obtención de la felicidad y la
seguridad” y eso parece “atribuir el poder al hombre y al ciudadano”, como
haría la revolución francesa, pero no es así: el poder se lo atribuye “al
pueblo
|
puede hacérnoslo creer, el segundo podría haberlo subscrito cualquier régimen
fascista:
DDV, art. 2.- Que todo poder reside en el pueblo, y, en
consecuencia, deriva de él; que los magistrados son sus administradores v
sirvientes, en todo momento responsables ante el pueblo
|
Eso explica el eco que tienen en los EEUU
todas las ideas nacionalistas, ultranacionalistas apoyadas en su correlato
religioso. Tras hacer del hombre
“igualmente libre e independiente y con derechos inherentes” pero parte del
“pueblo” donde “reside el poder” y “todo el poder … deriva de él”, del pueblo.
Lo racional lo dijeron los franceses: “todo nace del hombre” (mujer o varón).
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