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27 ago 2013

La policía está al servicio del ciudadano: (4) La contrarreforma de la libertad

Los románticos del S. XIX, los alemanes son el paradigma de la contra-reforma, se opusieron a la ilustración y al siglo de la razón. Fue el inició el camino de la pérdida de la libertad racional.

Excitando sentimientos primitivos, que anulan la reflexión racional, los “eternos secuestradores de nuestra libertad” anularon el progreso nacido del racionalismo y la ilustración. Naciera en Francia, que bebía de los clásicos este sentimiento de libertad y democracia. Una bebida que al hacer a todos los seres humanos (mujeres y varones) iguales y libres logró un progreso social nunca visto. La democracia griega, cuya cara obscura mantenía la servidumbre y la esclavitud, sólo la disfrutaban quienes tenía el status jurídico de ciudadano. ¡Ésa es la democracia que hoy siguen queriendo imponernos los liberales!

Más dañina que la peste negra, porque sigue infectando, provoca atrofia cerebral, la irreflexión irracional,  invadió toda Europa y acabó con la casi non re-nata libertad de los ciudadanos antes de que muchos pudieran hacerla suya. El invento fue el “Volkgeist”, o sea, “el espíritu de los pueblos”. De este sentimiento de “diferencia espiritual” nació la “superioridad espiritual”. Enraizó fácilmente en un pueblo de esclavos que no se atrevía a ser libres tras siglos siendo “súbditos”. A la vez, generó el sentimiento de “raza superior”, “distinta”, de él nacieron el fascismo y el nazismo, pura esencia de todo nacionalismo.

Los reyes son unos farsantes. Durante siglos declararon que su “derecho era hereditario y de origen divino”. Algunos aun siguen reivindicándolo ¡con éxito! Muchos ciudadanos tienen alma de siervos y no se atreven a ser libres. En su mayoría son siervos de otras asociaciones de creyentes en extraterrestres que tampoco son democráticas. Sus jefes se declaran oráculos del extraterrestre del que procedía el poder de los reyes sobre los demás seres humanos.  Una farsa que sigue en activo

Muchos esclavos voluntarios[1] se desembarazaron de los falsos reyes cuyo poder procedía del extraterrestre, pero siguen aceptando que éste es el origen de todo poder. Se niegan a asumir, que “el hombre (mujer o varón) es la medida de todas las cosas”, como dijera Protágoras, y que “la razón es la única ley que hay que obedecer”. Así, renuncian, miedosos, a la libertad que los franceses nos hicieron asequible a todos y venden su primogenitura, ¡la libertad!, por la promesa de un plato de lentejas.

Et libertas carum factum est. Los franceses hicieron carne la libertad, ese sentimiento universal secuestrado durante siglos. Por su universalidad, la libertad no respetó estúpidas fronteras nacionalistas con las que los reyes se repartían tierras y siervos. Su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (DDHC) no fue sólo para los franceses, sino Universal. El hombre, varón o mujer, y el ciudadano que nace con la democracia, eligen por primera vez su forma de gobierno de modo libre, dueños y señores de sí mismos.

Se afirma que la primera declaración de libertad fue la Declaración de Derechos de Virginia (DDV) en los Estados Unidos, pero es un error conceptual. Aunque su primer artículo, que dice:

DDV, Art. 1.- Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes, y tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado de sociedad, no pueden ser privados o postergados; en esencia, el gozo de la vida y la libertad, junto a los medios de adquirir y poseer propiedades, y la búsqueda y obtención de la felicidad y la seguridad” y eso parece “atribuir el poder al hombre y al ciudadano”, como haría la revolución francesa, pero no es así: el poder se lo atribuye “al pueblo

puede hacérnoslo creer, el segundo podría haberlo subscrito cualquier régimen fascista:

DDV, art. 2.- Que todo poder reside en el pueblo, y, en consecuencia, deriva de él; que los magistrados son sus administradores v sirvientes, en todo momento responsables ante el pueblo

Eso explica el eco que tienen en los EEUU todas las ideas nacionalistas, ultranacionalistas apoyadas en su correlato religioso. Tras hacer del hombre “igualmente libre e independiente y con derechos inherentes” pero parte del “pueblo” donde “reside el poder” y “todo el poder … deriva de él”, del pueblo. Lo racional lo dijeron los franceses: “todo nace del hombre” (mujer o varón).


[1] Conviene leer “La esclavitud voluntaria” de La Boetie, ¡escrito en el S. XVIII!

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