Test Footer


1 ago 2013

El Espiritu Santo y las mujeres

En la ciudadanía hay un cierto sentimiento de ilusión, algo consustancial con el deseo de seguir viviendo, respecto a loas declaraciones del Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano que, pese a toda su historia, sigue generando una expectación casi “urbi et orbe” en relación con sus comportamientos y declaraciones.
Algunos compañeros ven en su cambio de actitud formal y sus declaraciones que no parecen habituales - contradecir a su predecesor Pio IX sin duda lo ha sido - un índice de un cambio más profundo en un a actitud que lleva siglos yendo al remolque de la realidad enrocada en el “sostenella y no enmendalla” que define ese combinado de torpeza intelectual y prepotencia insensata tan característica de quien carece de razón.
Pero estas declaraciones hay que entenderlas dentro de su propio contexto para valorarlas. Si en evangelio leemos que “No todo el que dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos” (Mat. 7, 23), hemos de confesar que hasta ahora sólo ha dicho “señor, señor” por lo cual, aunque ha logrado entrar en el reino de muchos esperanzados la razón de la entrada es más su esperanza que algo firme, porque como dice el mismo evangelio un poco antes “Por sus obras les conoceréis” (Mt. 7, 20) y las obras están por venir aunque, de momento, parece que ya ha metido en la cárcel a un presunto corrupto.
De todos modos, hay algunas declaraciones que son mucho más significativas que las obras que estén por venir. Me refiero a las declaraciones en relación con la actitud de discriminación de la mujer dentro de la iglesia que, secularmente, ha sido una de las marcas características de la iglesia católica.
“Sobre la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado y ha dicho no. Lo dijo Juan Pablo II con una formulación definitiva. Esa puerta esta cerrada”, ha dicho Francisco I, con lo cual entronca en la mayor ranciedad papal de la segunda mitad del S. XX y todo lo que va del S. XXI. Así que todas las mujeres que habían creído que esas tímidas declaraciones eran augurio de un “aggiornamento” que preconizó Juan XXIII y que todavía está por venir, puede dar por perdidas sus esperanzas.
Toda la apertura que pueden esperar en su reconocimiento como seres humanos iguales en derechos a los varones, es ninguna. Ha quedado claro que, para la Iglesia Católica,  las mujeres no son iguales ni lo serán nunca: “esa puerta está cerrada”. Lo curioso es que quien la cierra es Juan Pablo II, lo cual pone de manifiesto que no parece que hay ningún fundamento de más fuste, alguna revelación del Espíritu Santo, p ej.
Francisco I hizo una declaración curiosa: “una iglesia sin mujeres es como el Colegio Apostólico sin María", Eso sin embargo no le impide empeñarse en mantener “un Colegio Cardenalicio sin mujeres” algo que, además, sería compatible con su empecinamiento en no ordenar a las mujeres porque se puede ser Cardenal sin estar ordenado.  La siguiente declaración: "el papel de la mujer en la iglesia no es sólo la maternidad, ser madre de familia. Es más fuerte, es el icono de la Virgen, la que ayuda a crecer a la Iglesia", vuelve a colocar a la mujer en el papel de “imagen adorable”, pero no de persona real.
La misoginia que tiene la iglesia es de tal calibre que incluso la lleva a colocar a la mujer, la mitad de la humanidad, por detrás de los derechos de los varones gay, como se deduce de su declaración aparentemente progresista. “¿Quién soy yo para condenar a un gay”.
La respuesta es bien sencilla, el mismo que condena a la mujer a ser una persona de segunda clase inferior en derechos a cualquier varón, sea gay o no. Esta distinta actitud  es probable que se deba a que hacerlo en serio exigiría hacer alguna que otra purga entre la jerarquía eclesiástica donde existen no pocos varones gay. ¡Pero, aunque gay, son varones!
Lo siento. Mientras siga empeñado en mantener esas irracionalidades no creo que lo podamos admitir en ALTERNATIVA REPUBLICANA. La gran ventaja es que jamás lo pedirá, lo que nos evita la desagradable necesidad de tener que decirle que no.

0 comentarios:

Publicar un comentario