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26 ago 2013

Derecho a decidir: (28) Ex abundatia cordis

Para ilustración de los parlamentarios jóvenes que no “sufrieron” la educación “franquista”, donde salvando las “tres marías”: "formación física", "formación católica y de "formación del espíritu nacional", tuvimos oportunidad de recibir no menos de cuatro años de enseñanza de latín hasta siete, incluidos tres de griego, una cultura hoy desaparecida, aclaro que la expresión del título significa “de la abundancia de corazón habla la boca”..
Esto, en más castizo se dice: “por la boca muere el pez” y viene a cuenta de las declaraciones del Sr. Rajoy no defendiendo su comportamiento en el asunto Barcenas sino recordando lo que reivindicaba el Sr, Rubalcaba. Eso, que se consideró un revolcón al Sr. Rubalcaba lo que hacía era ponerle en evidencia a él mismo, porque ahora está haciendo lo que el Sr. Rubalcaba defendía en su día y a lo que él se oponía.
Con tal de poner en evidencia al Sr. Rubalcaba se pone en evidencia él mismo. Pero uno esperaba una explicación de su línea constante y seria donde lo que prometió se cumpliera y lo que se predicaba se practicara y, sobre todo, donde no se engañara.
Los demócratas queremos que la oposición que controle al gobierno durante  cuatro años pero que no caiga en hacer el mismo papel que el gobierno al que le reprochó lo que ahora hace. Ganar las elecciones genera una deuda que hay que pagar día a día cumpliendo lo prometido, no cayendo en los defectos denunciados ser mejor ¡no para volver a ganar!, sino para acreditar que se ganó honradamente y sin trampa.
Es penoso ver que ésa es una forma de actuar propia de quienes personalizan las divergencias que no saben racionalizar. Cuando no hay argumentos con los que discutir las ideas se recurre al argumento “ad hominem”; se ataca al que las manifiesta. Cuando no se sabe dialogar, se arremete contra las personas. Que la violencia llegue al asesinato o se quede en la imprecación es importante; pero el espíritu de ira es el mismo.
Se trata de una reacción propia de ideologías que “tienen la verdad” y por ello no respetan a las personas individuales. Su verdad puede ser un fascismo étnico, gremial, religioso o de cualquier otra naturaleza. Se caracterizan porque siempre llaman a la unidad sin fisuras; y alardean de que no hay divergencias internas en el pensamiento.
Ignoran que corren el riesgo de que se les diga aquello de que “cuando dos personas piensan exactamente lo mismo, una, por lo menos, no piensa”. Esa actitud crea “caudillos”, se llamen o no así, que se apropian de “la verdad” del grupo; que tienen el poder para crear y condenar. También  para nombrar sucesores, por más que, conocida la voluntad del jefe, sean dócilmente votados por las masas para dar una formalidad democrática. Esa obscena mayoría recuerda los referenda de Franco, ejemplo de la falta de libertad, que es la que anula individualidad, el único valor cierto.
No tenía esa opinión del Sr. Rajoy, al que veía actuar con prudencia, pero al que atribuía una opinión propia y amable. Quizá estas declaraciones se las exige su partido - ¿puede un partido exigir mentir en el Parlamento? - y él no sabe crear el carácter democráticamente constructivo de un gobierno donde no haya agresión personal, de sistemático descrédito personal, por fas o por nefás, y esa fea ostentación de sentimientos personales de que hacen gala todos los nacionalistas
Parlamentar es un acto de respeto. Nace del que se tiene uno a sí mismo. Sólo si se tiene uno respeto, ese respeto desborda y alcanza a los demás. No somos la coartada para pendencias por el poder. V. están ahí para construir, ¡entre todos!, el mejor mundo posible ¡para nuestro beneficio!; no para el suyo.
Vd. nos hablaban a nosotros cuando se imprecaban. Nosotros somos los que juzgamos que han hecho Vds., nuestros administradores. Vds. se lo pueden pasar bien en su  espectáculo creyendo que su espectáculo termina en el hemiciclo. Vds., ¡entérense!, no son más que unos actores que nos representan a nosotros, unas veces bien y otras de pena mora, y nosotros, aunque Vds. no nos vean, somos los que estamos sentados en el patio de butacas.
Como publico, tenemos siempre la razón; como único soberano legítimo, tendremos el poder el día en que esa farsa de parlamento desaparezca y sea democrático; es decir, cuando se cumpla lo que, falsamente, dice el art. 1.2,CE78: la soberanía reside en el pueblo del que emanan TODOS los poderes del Estado, incluida la Jefatura del Estado.
Deberían dedicarse a acabar la transición a la democracia, ¡ya va siendo hora!, y no a insultarse entre Vds. Les pagamos para eso, no para malgastar el salario que les pagamos.

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