Esta carta es mi percepción de los anhelos ciudadanos que buscan una política
nueva. Es evidente que el actual esquema, heredado del franquismo y destinado a
consagrar sus decisiones - el invento de un reino y de un rey con un Parlamento
que le sirva de coartada - ha dado de sí todo lo que podía dar: una inmensa
corrupción y un atropello de los derechos de los trabajadores, que es lo que ha
colmado el vaso de la inmensa paciencia de un pueblo pacífico y sufrido, como
es el pueblo español.
Dada la proximidad de las elecciones europeas
y que desde Bruselas sigue triunfando esa política antisocial, que protege al capital
por encima del ciudadano a cuyo servicio debe estar, no cabe esperar nada de
los partidos tradicionales: de los partidos capitalistas, porque ésa es su
política; de los que se llaman socialistas porque los ideales que les hicieron
nacer hace un siglo los han rendido ante el capital.
Se necesita, pues, la rápida unidad de todos los republicanos demócratas.
Nosotros somos los únicos interesados en culminar la Transición a la Democracia
que se nos ha hurtado para recuperarla, actualizada, la que tuvimos en la II
República tan claramente descrita en su primer artículo:
“España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que
se organiza en régimen de Libertad y de Justicia (donde no tengan cabida
los especuladores de ninguna clase)
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo (incluido el Jefe del Estado).
La República constituye un Estado integral, compatible con la
autonomía de los Municipios y las Regiones, (que son las unidades naturales de
convivencia del ciudadano que es el soberano)
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada (sin perjuicio de que pueda mantenerse
la que, con igual contenido democrático, representaba a la I República).
Las divergencias de una sociedad plural identifican
los distintos grupos republicanos democráticos. Cada uno, con perseverancia,
mantiene el espíritu de que es posible, porque así se demostró ya en 1931, un
mundo mejor organizado que el actual, al servicio del progreso del ciudadano y
de la sociedad. Estas divergencias, que constituyen la riqueza de la pluralidad
democrática, no deben ser obstáculo para que se produzca una convergencia en
los ideales que compartimos; los que expresa el artículo primero de la
Constitución de la República de 1931. En ella se pone el acento en el ciudadano
trabajador - que es el ciudadano que crea riqueza - como fundamento del
progreso de toda la sociedad.
El Estado actual, con la disculpa de la crisis generada por el propio sistema capitalista, agravado en España por el sistema monárquico franquista, seguirá generando una situación social y política cada vez peor. Esa es la realidad diaria y la diaria amenaza del inmediato futuro. Consumidas o agotadas sus posibilidades vitales, este sistema estéril y egoísta busca la solución en el “más de lo mismo”. Cada día se agrava más el atropello al ciudadano en sus derechos mas elementales: la comida, la vivienda y el trabajo, que faltando éste, los otros no tienen forma de existir sino bajo la insoportable realidad del subsidio que humilla al que lo recibe. Sólo los valores democráticos, que sólo existen en una República, pueden crear un Estado nuevo que regenere la nueva vida social y recupere la justicia en España.
Hemos esperado más de
lo que debíamos haber hecho. Es necesario que con toda diligencia agrupemos la potente comunidad de grupos de republicanos
demócratas que sepamos identificar los
principios que nos unen, por encima de las peculiaridades que nos distinguen,
pero que no nos separan.
Alternativa
Republicana, creada por la fusión de varios partidos republicanos distintos, ha
marcado el ejemplo a seguir. Esta unión es un llamamiento a la convergencia
para acabar con la diáspora de esfuerzos y votos perdidos en las elecciones. En
ellas, aun sabiendo que estamos condenados al fracaso electoral, pedíamos el
apoyo a los ciudadanos cuando nos presentamos de modo independiente. Es necesario
sumar todos esos votos a los que se añadirían los de muchos ciudadanos republicanos
cuando vieran en esa Unión Republicana una expectativa de triunfo.
La primera opción que
se nos ofrece es llevar al Parlamento Europeo una voz que reivindique los
valores democráticos y sociales de los trabajadores españoles, a quien nadie representa
allí. Una voz que se sume a las de los demás trabajadores europeos, con cuyas
reivindicaciones de garantías de progreso social estamos íntegramente de
acuerdo.
Ha
sido hermoso el florecer natural de movimientos sociales de distinta naturaleza
en defensa de los trabajadores oprimidos; de los parados, de los desahuciados, de
los estafados con preferentes y subordinadas por el capital con la connivencia
del gobierno protegiendo su avaricia. Ha sido ilusionante l ver cómo el ciudadano,
aun víctima de estos atropellos, se ha manifestado de forma pacífica; como ha reivindicaba
un cambio que alguien tiene que encargarse de convertir en realidad; como reprochó
a los políticos, pacíficamente, la mala representación de que éramos objeto. La
respuesta fue los oídos sordos que los partidos tradicionales a nuestras
demandas de justicia y libertad, del artículo primero de la Constitución de la
II República Democrática de España y la represión violenta por parte del Gobierno.
El mundo actual no
permite la democracia desde la plaza, como en la época de los griegos. Se
necesita una articulación representativa que sirva de canal de comunicación de
estas expresiones. Y este canal sólo es el de un partido Demócrata y por ello
Republicano, porque la República es la esencia de la Democracia. Son nuestras
esas legítimas aspiraciones de los ciudadanos: el respeto a sus derechos más
elementales. Nosotros las haremos llegar a los Parlamentos donde se toman decisiones.
La primera oportunidad son las elecciones al Parlamento Europeo, porque son las
próximas que se celebran.
Es necesario, es imprescindible y ya no se puede demorar más, porque el tiempo
apremia, la formación de una amplia y variada comunidad republicana demócrata.
Fuera de ella sólo quedarán los totalitarismos de todo signo que, por su
sentido mesiánico, se excluyen del movimiento democrático con su proyecto de poner
al ciudadano al servicio de las ideas. Para los demócratas, son las ideas las
que tienen que estar al servicio del ciudadano. El ciudadano es el sujeto de
derechos, que se organiza en las unidades territoriales que quiere y como
quiere y que las agrupa con las demás de modo voluntario.
La propiedad
es una realidad histórica, pero su existencia sólo se justifica si quien la
posee la hace fructificar en beneficio de la sociedad cuya protección solicita
a cambio de producir todos los frutos que puede producir. No caben eriales, ni
fincas improductivas hijas de la desidia o de la falta de necesidad de sus propietarios.
Es necesario que todo lo que en el país pueda producir riqueza se ponga en
valor y la produzca en beneficio de su propietario y de quienes, con su trabajo,
la convierten en fuente de riqueza.
La empresa es la reunión organizada de trabajadores
bien preparados por la sociedad, que bajo la dirección de otro trabajador, el
empresario, buscan conjuntamente el progreso de la comunidad laboral. Con el
trabajo de cada uno logran crear juntos una gran riqueza social en beneficio propio
y de todo el país, que se debe redistribuir con justicia entre quienes generan
el beneficio obtenido con su esfuerzo.
El Estado es el
garante del respeto a los derechos fundamentales de todo ciudadano: el derecho
a la alimentación, a la vivienda, a la educación, a la sanidad, a la justicia y
al trabajo, que es el medio a través del cual los ciudadanos se realizan como
seres humanos creando riqueza en la medida de su capacidad. Esta riqueza es para
su beneficio y el de la sociedad en la que están integrados, colaborando con impuestos
progresivos al reparto más equitativo de esa riqueza producida entre todos, de
modo que alcance a los más desfavorecidos, víctimas de una injusta herencia
recibida.
Nadie
es superior a nadie en una República democrática, porque la IGUALDAD forma
parte de nuestra esencia, Nadie está al servicio de nadie porque la LIBERTAD
forma parte de nuestra esencia; nadie se verá desatendido en sus necesidades
porque la FRATERNIDAD de todos los seres humanos forma parte de nuestra
esencia.
Estos
son los únicos tres puntos que son comunes a todos los republicanos demócratas
y en torno a ellos es como debemos de constituir esta unión electoral que nos
permita convertirlos en realidad con la variada peculiaridad que luego cada uno
quiera imprimir a su acción particular con lo que sólo se conseguirá enriquecer
la calidad de estos tres objetivos que son la seña de nuestra identidad.
Con este
mínimo bagaje porque nada más es
necesario, os invitamos a celebrar reuniones que permitan convertir en realidad
lo que desunidos nunca seremos capaces de conseguir.
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