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11 ago 2013

Carta a los Republicanos Demócratas

Esta carta es mi percepción de los anhelos ciudadanos que buscan una política nueva. Es evidente que el actual esquema, heredado del franquismo y destinado a consagrar sus decisiones - el invento de un reino y de un rey con un Parlamento que le sirva de coartada - ha dado de sí todo lo que podía dar: una inmensa corrupción y un atropello de los derechos de los trabajadores, que es lo que ha colmado el vaso de la inmensa paciencia de un pueblo pacífico y sufrido, como es el pueblo español.

        Dada la proximidad de las elecciones europeas y que desde Bruselas sigue triunfando esa política antisocial, que protege al capital por encima del ciudadano a cuyo servicio debe estar, no cabe esperar nada de los partidos tradicionales: de los partidos capitalistas, porque ésa es su política; de los que se llaman socialistas porque los ideales que les hicieron nacer hace un siglo los han rendido ante el capital.

       Se necesita, pues, la rápida unidad de todos los republicanos demócratas. Nosotros somos los únicos interesados en culminar la Transición a la Democracia que se nos ha hurtado para recuperarla, actualizada, la que tuvimos en la II República tan claramente descrita en su primer artículo:
España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia (donde no tengan cabida los especuladores de ninguna clase)
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo (incluido el Jefe del Estado).
La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones, (que son las unidades naturales de convivencia del ciudadano que es el soberano)
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada (sin perjuicio de que pueda mantenerse la que, con igual contenido democrático, representaba a la I República).
        
Las divergencias de una sociedad plural identifican los distintos grupos republicanos democráticos. Cada uno, con perseverancia, mantiene el espíritu de que es posible, porque así se demostró ya en 1931, un mundo mejor organizado que el actual, al servicio del progreso del ciudadano y de la sociedad. Estas divergencias, que constituyen la riqueza de la pluralidad democrática, no deben ser obstáculo para que se produzca una convergencia en los ideales que compartimos; los que expresa el artículo primero de la Constitución de la República de 1931. En ella se pone el acento en el ciudadano trabajador - que es el ciudadano que crea riqueza - como fundamento del progreso de toda la sociedad.

        El Estado actual, con la disculpa de la crisis generada por el propio sistema capitalista, agravado en España por el sistema monárquico franquista, seguirá generando una situación social y política cada vez peor. Esa es la realidad diaria y la diaria amenaza del inmediato futuro. Consumidas o agotadas sus posibilidades vitales, este sistema estéril y egoísta busca la solución en el “más de lo mismo”. Cada día se agrava más el atropello al ciudadano en sus derechos mas elementales: la comida, la vivienda y el trabajo, que faltando éste, los otros no tienen forma de existir sino bajo la insoportable realidad del subsidio que humilla al que lo recibe. Sólo los valores democráticos, que sólo existen en una República, pueden crear un Estado nuevo que regenere la nueva vida social y recupere la justicia en España.

Hemos esperado más de lo que debíamos haber hecho. Es necesario que con toda diligencia  agrupemos la potente comunidad de grupos de republicanos demócratas que sepamos identificar  los principios que nos unen, por encima de las peculiaridades que nos distinguen, pero que no nos separan.

         Alternativa Republicana, creada por la fusión de varios partidos republicanos distintos, ha marcado el ejemplo a seguir. Esta unión es un llamamiento a la convergencia para acabar con la diáspora de esfuerzos y votos perdidos en las elecciones. En ellas, aun sabiendo que estamos condenados al fracaso electoral, pedíamos el apoyo a los ciudadanos cuando nos presentamos de modo independiente. Es necesario sumar todos esos votos a los que se añadirían los de muchos ciudadanos republicanos cuando vieran en esa Unión Republicana una expectativa de triunfo.

La primera opción que se nos ofrece es llevar al Parlamento Europeo una voz que reivindique los valores democráticos y sociales de los trabajadores españoles, a quien nadie representa allí. Una voz que se sume a las de los demás trabajadores europeos, con cuyas reivindicaciones de garantías de progreso social estamos íntegramente de acuerdo.

         Ha sido hermoso el florecer natural de movimientos sociales de distinta naturaleza en defensa de los trabajadores oprimidos; de los parados, de los desahuciados, de los estafados con preferentes y subordinadas por el capital con la connivencia del gobierno protegiendo su avaricia. Ha sido ilusionante l ver cómo el ciudadano, aun víctima de estos atropellos, se ha manifestado de forma pacífica; como ha reivindicaba un cambio que alguien tiene que encargarse de convertir en realidad; como reprochó a los políticos, pacíficamente, la mala representación de que éramos objeto. La respuesta fue los oídos sordos que los partidos tradicionales a nuestras demandas de justicia y libertad, del artículo primero de la Constitución de la II República Democrática de España y la represión violenta  por parte del Gobierno.

El mundo actual no permite la democracia desde la plaza, como en la época de los griegos. Se necesita una articulación representativa que sirva de canal de comunicación de estas expresiones. Y este canal sólo es el de un partido Demócrata y por ello Republicano, porque la República es la esencia de la Democracia. Son nuestras esas legítimas aspiraciones de los ciudadanos: el respeto a sus derechos más elementales. Nosotros las haremos llegar a los Parlamentos donde se toman decisiones. La primera oportunidad son las elecciones al Parlamento Europeo, porque son las próximas que se celebran.

        Es necesario, es imprescindible y ya no se puede demorar más, porque el tiempo apremia, la formación de una amplia y variada comunidad republicana demócrata. Fuera de ella sólo quedarán los totalitarismos de todo signo que, por su sentido mesiánico, se excluyen del movimiento democrático con su proyecto de poner al ciudadano al servicio de las ideas. Para los demócratas, son las ideas las que tienen que estar al servicio del ciudadano. El ciudadano es el sujeto de derechos, que se organiza en las unidades territoriales que quiere y como quiere y que las agrupa con las demás de modo voluntario.

         La propiedad es una realidad histórica, pero su existencia sólo se justifica si quien la posee la hace fructificar en beneficio de la sociedad cuya protección solicita a cambio de producir todos los frutos que puede producir. No caben eriales, ni fincas improductivas hijas de la desidia o de la falta de necesidad de sus propietarios. Es necesario que todo lo que en el país pueda producir riqueza se ponga en valor y la produzca en beneficio de su propietario y de quienes, con su trabajo, la convierten en fuente de riqueza.
        
La empresa es la reunión organizada de trabajadores bien preparados por la sociedad, que bajo la dirección de otro trabajador, el empresario, buscan conjuntamente el progreso de la comunidad laboral. Con el trabajo de cada uno logran crear juntos una gran riqueza social en beneficio propio y de todo el país, que se debe redistribuir con justicia entre quienes generan el beneficio obtenido con su esfuerzo.

El Estado es el garante del respeto a los derechos fundamentales de todo ciudadano: el derecho a la alimentación, a la vivienda, a la educación, a la sanidad, a la justicia y al trabajo, que es el medio a través del cual los ciudadanos se realizan como seres humanos creando riqueza en la medida de su capacidad. Esta riqueza es para su beneficio y el de la sociedad en la que están integrados, colaborando con impuestos progresivos al reparto más equitativo de esa riqueza producida entre todos, de modo que alcance a los más desfavorecidos, víctimas de una injusta herencia recibida.

         Nadie es superior a nadie en una República democrática, porque la IGUALDAD forma parte de nuestra esencia, Nadie está al servicio de nadie porque la LIBERTAD forma parte de nuestra esencia; nadie se verá desatendido en sus necesidades porque la FRATERNIDAD de todos los seres humanos forma parte de nuestra esencia.

         Estos son los únicos tres puntos que son comunes a todos los republicanos demócratas y en torno a ellos es como debemos de constituir esta unión electoral que nos permita convertirlos en realidad con la variada peculiaridad que luego cada uno quiera imprimir a su acción particular con lo que sólo se conseguirá enriquecer la calidad de estos tres objetivos que son la seña de nuestra identidad.
 
         Con este mínimo  bagaje porque nada más es necesario, os invitamos a celebrar reuniones que permitan convertir en realidad lo que desunidos nunca seremos capaces de conseguir.

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