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12 ago 2013

El asesinato de cada día dánoslo hoy

Una de las versiones versión sobre el origen de los asesinos nos lleva a 1034 fecha en la que un tal Hassan Bin Sabbah, persa, se consideró la encarnación de Dios en la Tierra. Ésta es la coartada tradicional para cometer toda clase de atropellos. Según la versión de Robert Anton Wilson los catecúmenos recibían una elevada dosis de hachís. Al despertar se encontraban sen un  “paraíso” donde recibían toda clase de placeres sexuales. Era el introito de un mundo reservado a los que obedecieran las órdenes de Hassan. De la palabra hachis procede la de asesinos, porque esa fue parte de su actividad.
Se dice Osama Bin Laden copió el esquema. Muchas son las religiones que tuvieron ese mismo comportamiento, todas ellas con la misma coartada de ser los representantes de Dios en la tierra. También los reyes, emperadores y presidentes de repúblicas ordenaron estos asesinatos con toda tranquilidad. Los corsarios fueron la versión marítima a gran escala. Drake que para todo el mundo no fue más que un corsario, pagaba con las riquezas robadas la protección de la reina de Inglaterra. Lo ennobleció haciéndolo Sir para orgullo de los ingleses.
Así, poco a poco, se trivializó el asesinato. Los mafiosos en Sicilia y en sus recreadas instituciones en los USA lo popularizaron gracias al espíritu totalitario de los autores de la ley seca - hoy reencarnados en la prohibición del tráfico de drogas - negocio gubernamental que produce beneficios tales que nunca se legalizará.
La versión individual y moderna se debe a Ian Fleming con su “Agente 007: con licencia para matar al servicio de Su Majestad Británica, padre de la actual reina. ¿Qué diferencia hay con la de los asesinos de Hassan Bin Sabahh o las de Osamna Bin Laden? La forma. Visto desde el lado del que los financia, trabajan a favor de los “buenos” y eso lo justifica todo.
¿Qué diferencia hay entre estos asesinatos y los que comete, cada vez con más frecuencia el Presidente Obama o Netanyahu con sus “drones”? Tampoco ninguna, salvo la limpieza tecnológica del asesinato. La sangre no salpica al autor, que tampoco aprieta el  gatillo de un arma mortal; sólo pulsan una tecla en su ordenador. Nada que ver con esto sicarios tercermundistas de las maras, mucho más parecidos a los primitivos asesinos.
Este asesinato es hoy mucho más limpio que el del mafioso que, según vimos en la serie de los Soprano o en la del Padrino, van a la oficina donde reciben el encargo que ejecutan con la limpieza y tranquilidad que la ocasión permite, aunque con un cierto riesgo personal.
Nuestro asesino, probablemente un titulado universitario, quizá hasta doctor, recién duchado, afeitado termina de acicalarse antes de ir a desayunar con su esposa e hijos a los que recomienda que sean buenos chicos en la escuela y no se pelen con nadie. Después de un amoroso beso, o casto ósculo en la frente, porque estos asesinos - al menos en la versión de Hollywood - siempre son más altos que sus esposas, se sube a su coche y se va a la oficina en los USA o en Israel. Allí recibe la nota que identifica a quien tiene que asesinar ese día.
Terminado su jornada laboral regresa a casa; se interesa en como le ha ido a su esposa - normalmente un ama de casa tradicional en versión de Hollywood - que, amorosa, le pregunta: “¿todo bien por la oficina, querido?”, a lo que él responde con la trivialidad propia de lo ordinario, “¡bien, como siempre!, gracias, querida”.
Nuestro honorable asesino termina su día como un buen y honrado padre de familia ayudando a sus hijos a hacer los deberes escolares.
Días después nos lo cuenta la televisión o lo leemos en el periódico y ya ni pestañeamos.

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