Test Footer


4 ago 2013

Accidente de Santiago : (1) Humanum lucrare est

El fallo humano revela nuestra imperfección. Siendo inútil reclamar al "relojero", la razón y la inteligencia humanas han logrado atenuar las consecuencias de tan mal diseño, con sistemas más o menos sofisticados, para reducir la probabilidad del fallo. Desde el simple trinquete, al freno automático, hoy hemos logrado niveles de sofisticación y seguridad que rozan la perfección ¡aunque algunos son caros! ¿más que una vida humana?
Cuando hay un fallo humano esos sistemas deben evitar el accidente. Si no es así ¿quien es responsable?; ¿el hombre que cometió el fallo o el sistema que no funcionó? La discusión no es banal. Los sistemas de seguridad están en paralelo a la acción humana ante las informaciones. Además del fallo humano último cualquier otro fallo no humano - aunque al final siempre hay un fallo humano - es posible. El sistema de seguridad es la verdadera garantía ante cualquier fallo. Hombre equipos y seguridad son un todo uno.
La formación de una persona, un coste apreciable, aumenta si toda la responsabilidad recae sobre ella. La calidad de los equipos, también con alto coste, reducen el riesgo.
Pero son los sistemas de seguridad los que deben GARANTIZAR la inexistencia de accidentes.
Tampoco el coste del mantenimiento es despreciable. Cuando disminuyen genera rápidos beneficios en los accionistas, lo que realimenta su reducción. Mientras se acumula un deterioro que, cuando supera ciertos niveles pasa su factura: un accidente mortal. Ese pronóstico cuando la Srª Thatcher - ése ídolo de nuestro gobierno - privatizó los ferrocarriles británicos, se convirtió en sangrienta realidad al poco tiempo,  do lo aprendieron a su costa los británicos ”.
La Srª Thatcher, ese triste ejemplo que idolatra este  gobiernos, lo demostró privatizando la sanidad y los ferrocarriles británicos. Inicialmente fue un éxito, hasta que se produjeron los muertos. El cociente: dividendos/muertos fijó el beneficio accionarial por cada muerto. No lo pagaron los accionistas - lo suyo son los dividendos - sino la ciudadanía; como en el accidente del metro de Valencia; como ahora en Santiago. Los costes del control de mantenimiento, “política lucrativa”, se redujeran a los mínimos imprescindibles. En realidad los rebasaron fruto de la voracidad de reparto de beneficios. De ahí nacen los accidentes. La factura de la privatización de la sanidad también se está pagando. En un reciente informe se habla de miles de víctimas en hospitales privatizados, que no se hubiera producido de no haberse privatizado.
Pero la garantía de seguridad nació cuando se diseñó del sistema. O no, cuando se decidió no eliminar las curvas, que sale caro, substituyéndolas por rectas a base de puentes o túneles, como exige el actual grado de desarrollo tecnológico. No hacerlo introduce un eslabón débil en la cadena de seguridad ¿para aumentar el reparto de dividendos?. Eso se disimula atribuyéndolo al fallo humano. Una falacia; si el trayecto hubiera sido recto, aun producido el error, no hubiera ocurrido el accidente.
Cabe concebir que una persona que conoce perfectamente un trayecto supere el límite de velocidad unos cuantos kilómetros por hora. Pero es inconcebible que consciente de que hay un límite es 80 km/h se quiera circular a 190 km/h. Y aun en tal caso, el sistema de seguridad de un circuito ferroviario ¡que no existía!, debía estar instalado para GARANTIZAR que si eso se pretende no pueda ocurrir. En el accidente de Santiago hay mucho más que investigar que la caja negra.¿Quien autorizó - ¿quizá para ahorrar dinero? -
1.- un trazado con curvas en la estación ¡diseñadas para trenes de hace más de medio siglo!, 
2.- un trazado que en determinados tramos exige reducir la velocidad ¡de 220 km/h a 80 km/h!;
3.- que en ese punto crítico ¿es el único del trazado? no haya dos sistemas redundantes de seguridad,
4.- o un sistema de seguridad en el propio tren que NUNCA permita que se supere la velocidad límite,
5.- la inexistencia de cinturones de seguridad, como se exige a los viajeros de aviones y trenes?
6.- que los equipajes se coloque sin la menor sujeción, como se exige en los aviones?
Si el maquinista circuló conscientemente a 190km/h debiendo hacerlo a 80 km/h tendrá su cuota de responsabilidad; también si hubo error, pero compartida, ¡por lo menos!, con los otros seis co-autores o cómplices ya mencionados, cuya acción /omisión fue imprescindible para que se produjera el accidente.
¿Qué sentido tiene reducir ahora la velocidad en la curva a 30 km/h? ¿Es que la de 80 kn/h era inadecuada? ¿O se trata de distraer la atención de las víctimas con el sistema de hacer creer que se hace?
Leemos otra noticia: docenas de viajeros han ido sentados en el suelo en un AVE al margen de todos los protocolos de seguridad ¡aun en estos momentos de lógica hipersensibilidad! Este hecho revela uqe lado de la balanza pesa más: más dividendos vs. más seguridad. Además hay una estafa al pasajero que pagó por un viaje en otras condiciones. Echarle la culpa a las víctimas es una irresponsabilidad.
                El Ministro de la Gobernación, como en días previos algunos responsables de RENFE Y ADIF vinculados al accidente producido en Santiago, también le echan la culpa al trabajador. Como no ha muerto - como en el accidente de Valencia -  tendrá mucho que decir. En esta situación de falta de información es una irresponsabilidad buscar culpables de modo mediático. Que algujien endose a otro toda la responsabilidad suena a querer librarse de la que pudiera corresponderle. ¿O se trata de echarle la culpa al trabajador para salvar un contrato millonario pendiente, como también se nos cuenta?

0 comentarios:

Publicar un comentario