Hace algunos meses el tal Sr. Bañón del que
hablábamos ayer, Director de Regulación y Asuntos Económicos de la Asociación
Española de la Industria Eléctrica: Unesa), declaró que "no es
correcta" la apreciación que tienen los usuarios de que se han encarecido
los precios en el régimen ordinario (energía tradicional).¿Cómo se puede
pretende que todos los usuarios nos hayamos vuelto tontos y que él sea el único
que tiene la razón? Justifica su afirmación en que desde que se produjo la
liberalización del sector, en los últimos años "han estado oscilando sin
variaciones destacables”, expresión que quiere decir que “ha estado subiendo
pero menos de lo que él desearía”.
En unas, digamos “curiosas”, declaraciones
hechas por este señor en el Foro SER Cantabria, hablando de los "Aspectos
económicos de la industria eléctrica", reconoció que en la última década se ha
producido una importante transformación con la aparición de las energías
renovables.
Ese comentario revelaba que no le gustaba y,
probablemente por eso, no destacó que eso fue el fruto creativo de una
investigación y un desarrollo tecnológico inteligentes. Él sólo se fijo en el
aspecto competitivo que estas nuevas tecnologías significaban para ellos. Como
no le gusta la competencia se dedicó a desacreditar lo ocurrido. En su queja
llego a decir que las empresas - las que
él representa en UNESA - sufren las "iras" de los consumidores porque
hacen de "portavoces de montones de cosas que no son suyas". ¡Increíble!
De nuevo hay que aclarar su “curiosa
declaración”. Los consumidores debemos ser unos tontos que nos dedicamos a
atacar “iracundamente” a unas empresas para beneficio de otras, “en las que no
nos va ni nos viene nada”. ¿De verdad es esa la opinión que tiene de sus clientes?
La realidad que él oculta es otra: sus clientes se sienten estafados por las
empresas de UNESA, que se oponen al nuevo sistema de producción eléctrica,
crecientemente competitivo, que les puede reducir sus beneficios.
Esta creciente competitividad de esta nueva
tecnología debería acelerarse con investigación estatal, como ocurrió bajo los
gobiernos socialistas, pero también privada y con subvenciones públicas - ¿no
hay que apoyar a los emprendedores? - para facilitar su entrada en el
mercado por dos razones importantes: el
beneficio social que produce - crea nuevos puestos de trabajo y menos
dependencia internacional de las importaciones de petróleo - y el beneficio de
innovación tecnológica - que crea nuevo conocimiento y nos permite exportar
tecnología en lugar de vivir a costa de los turistas.
No hay “ira” del consumidor; hay una queja
“pacífica y resignada”, al ver que este gobierno está, de nuevo, al servicio
del capital que financia al partido que lo sustenta con aportaciones legítimas,
aunque hay cierta sospecha de que también lo hace con aportaciones ilegales, en
lugar de estar al servicio de los ciudadanos que votamos.
Según los cálculos del Sr. Bañón, que nadie
verificó ni discutió, la rentabilidad de las empresas es del 5 % al 7 % (4,4 % y
3,9 % en los dos últimos años). A él le parece "modesta". Está en sus
manos ser más eficientes incorporando nuevas tecnologías. Así podrían, incluso,
bajar los precios. Del coste de funcionamiento dice que está "por
encima" del coste de la energía. ¿Tan incompetentes son? ¿A que esperan
para mejorar la tecnología, como las demás empresas eléctricas que si ganan
dinero? Tras ello afirma que las empresas están "perdiendo valor" y
que para evitar “extinguirse” buscan rentabilidad en otros negocios en el extranjero.
Esta declaración me inflamaría de “amor
patriótico” si me la creyera. Las empresas de UNESA no sólo se conforman con
pequeños beneficios sino que, para no gravar las economías de los españoles
harán negocios en otros países, donde se supone que obtendrán mas.
Claro que, me pregunto yo, ¿es decente esa
política de que nos informa el Sr. Bañón, consistente en explotar más a los
extranjeros para beneficiar a los españoles? Quizá soy un antiguo, pero
explotar a los ciudadanos me parece indecente, sean de donde sean.
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