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13 ago 2013

¡La democracia del mar!

                La vida es un viaje que empieza agritos y suele terminar silenciosamente. Por eso son  frecuentes las referencias a su transcurso de modo metafórico como una serie sucesivas de viajes que emprendemos al tomar una decisión que nos hipoteca la libertad, en mayor o menor medida, durante más o menos tiempo.
                Eso nos está ocurriendo en este momento. Los pasajeros de primera clase (esos que conforman el grupo del IBEX 35) - sí de los que se salvaron más en el hundimiento del Titanic - y los demás, en segunda los de la CEOE y en tercera los de la CEPYME. Luego estamos los demás, los marineros que trabajamos para que a ellos les vaya bien. Todos nos encontramos juntos en esta travesía en la que quien manda es el “Comandante Sr. Rajoy” que enarbolando en lo más alto del palo mayor ¿O es en la popa donde hay que ponerla” la gloriosa insignia” de la “MARCA ESPAÑA”, que tanto recuerda a la medieval “Marca hispánica” por su vasallaje a poderes ajenos al nuestro propio?
                “Vamos en el mismo barco y por tanto es necesario que todos nos esforcemos en nuestro trabajo parra evitar que el buque se hunda, dijo el Comandante Rajoy cuando la travesía empezó a ir por lugares distintos de los prometidos a la tripulación y se oyeron los primeros murmullos de desacuerdo. “Los viajeros de primera podrán subir su condumio diario, también en menor medida los de segunda y aun en menor los de tercera. La tripulación tendrá que hacer también sus propios sacrificios para conseguir que este buque llegue a puerto.
La ventajas de ser comandante de barco es que se tiene todo el poder de este mundo y aun del otro, que hasta casar podían hacer y al parecer sigue pudiéndolo hacer - además de ser, en unión de sus oficiales, Señor de horca y cuchillo porque podía ordenar que se colgara del palo mayor a quien hubiera hecho méritos para eso, según el “honorable código de la mar.
Aquellos eran otros tiempos. Si el capitán castigaba a la tripulación a quedarse sin su media pinta de ron, ¡pues la tripulación se quedaba sin ella!; cierto que murmuraba, pero por lo bajines y sin que le oyera nadie; sino una tanda con el látigo de siete colas, con o sin bolitas de plomo en la punta, estaban preparado para ser usado. Nada que ver con ese desgobierno de que se pusieran a gritar “no nos representan”, como hace la gente que está en tierra firme
¡Por supuesto que el capitán no les representaba! ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Les manda!  Para eso le habían votado como capitán cuando se enrolaron por el período de ida y vuelta, donde era el dictador absoluto. ¡Esa es la democracia del mar!  Y si lo prometido no se cumplía, ¡sus razones tendría el comandante del buque.
¡Esa es la democracia del mar!  
Y si porque la productividad de los marineros disminuye la solución está clara: ¡más horas de trabajo diario, ¡y a callar! ¡Esa es la democracia del mar!  Y si se ve que las vituallas están disminuyendo la solución sigue estando clara: ¡se disminuye la ración diaria, ¡y a callar!
¡Esa es la democracia del mar!  
Y si no le gusta lo que hay, lo tiene al alcance de su mano. Cuando termine la travesía y baje Vd. a puerto tiene la opción de no volver a subirse a este buque y a no elegir a este comandante para que le lleve en una travesía que no se parece nada  ala que el prometió. ¡Una vez subido al barco el poder del comandante es total! ¿O qué se creía Vd.?
¡Esa es la democracia del mar!  
¿Qué a los pasajeros del IBEX les aumentan su dosis alimentaria mientras a los demás se les baja? ¡Oiga!, pero ¿quién se cree que es Vd.? ¿Acaso no son los pasajeros del IBEX 35 los dueños del  barco? ¿Acaso no es mi obligación como comandante del barco que los propietarios estén satisfechos en la travesía que mando siguiendo las órdenes que yo doy, aunque coincidan con las que ellos hayan expresado en voz alta? ¿Acaso un comandante de un buque no tiene derecho a coincidir con los demás cuando los demás me dicen las cosas que son las que a mí me parecen las correctas.
¡Esa es la democracia del mar!
No se puede comparar el aumento de unos pocos con las reducciones de unos muchos. Si estas siempre son menores que sus aumentos ¡es por su culpa!, porque son muchos; aunque, bien mirado, deberían estar contentos; si hubieran sido menos las restricciones per capita hubieran sido mayores ¡para compensar el desequilibrio!
¡Esa es la democracia del mar!
Eso es fácil de entender; pero se entienda o no se entienda eso es igual. ¡Aquí quien manda es el comandante! ¡Esa es la democracia del mar!  Quedan dos años de travesía, así que seguiremos aplicando la democracia del mar. Aquí el comandante Sr. Rajoy es el dictador, por vía democrática, y todo el mundo a callar.
¡Esa es la democracia del mar!
¿Ha visto Vd. el motín de la Bounty? ¿A que Marlo Brando (Fletcher) estaba guapo?

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