La falta de
reacción de los sindicatos y asociaciones de la policía y de sus miembros a
título individual y de sus autoridades ante esta invitación a un torturador da pie
a una sospecha nunca desvanecida a lo largo de estos 43 años de herencia del
juramento de Juan Carlos I.
La invitación
revela aprecio por el "trabajo" hecho por un agente de los cuerpos y
fuerzas de seguridad de la dictadura franquista que lo siguió siendo sin
solución de continuidad, como lo es la misma Jefatura del Estado, con la
dictadura monárquica vigente. Agradecimiento por un extenso curriculum jurando cumplir y hacer cumplir las leyes fascistas; es el mismo
que juró Juan Carlos. Por eso bajo la dictadura monárquica el torturador siguió
recibiendo premios, distinciones, homenajes, etc., de sus más altas autoridades
que no le regatearon elogios.
La judicatura continuó impartiendo la
justicia que impartiera bajo las leyes fascistas de la dictadura militar y
de la actual monárquica sin solución de
continuidad mutatits mutandis. Pero
mudó poco; el Tribunal de Justicia de la Unión Europea está al quite cuando las
sentencias del TS y el TC atropellan los derechos humanos; el caso más sonado
fue el de la aplicación de la doctrina Parot con retroactividad, pero hay más;
y más están al caer: ¡todo atado y bien atado!
El TS
sentenció que "las distinciones y
recompensas constituyen una manifestación de la actividad administrativa de
fomento, ya que van dirigidas a estimular comportamientos que
se estiman beneficiosos para los intereses generales".
Ante la confusa redacción de la Ley de Medallas, el TS no decidió a favor de
las víctimas de los atropellos de los derechos humanos sino de los victimarios.
Dijo que era preferente declarar "a favor del carácter
pensionado de la condecoración que a lo contrario, puesto que
lo primero supone adicionar el estímulo económico al inicial acicate que
comporta toda mención honorífica". Lo contrario solo hubiera estimulado el
respeto de los derechos humanos. ¡Vaya tontería!
Así se
cumplía el lema: “todo está atado y bien atado”. Algunos se preguntan: ¿cuántos
y quienes tienen esas medallas por atropellar los derechos humanos, ente ellos
la igualdad de todos los españoles ante la ley que no se cumple en España fruto
de aquella herencia fascista? Da igual; lo grave es que haya una Jefatura del
Estado hereditaria que también está pensionada.
La
invitación no fue un acto individual ni irreflexivo. Atribuirle reflexión a los
policías y a los militares por lo irremediable de sus actos es obligado. La
mera hipótesis de que no lo sean preocuparse aún más. La ausencia de una sola voz
en contra entre los colegas del invitante y del invitado me recuerda la paella con
la que el teniente coronel Antonio Tejero Díez celebró en el acuartelamiento de
Valdemoro el 23-F, a la que invitó a su padre, el famoso teniente coronel que
pistola en mano, ordenara a los diputados “se sienten, ¡coño!”, y a otros golpistas
de 1981. ¿Por qué no? Ojalá hubiera invitado a los verdaderos autores que siguen
sin ser enjuiciados.
Se mire por
donde se mire, menos por el lado de la manifestación del aprecio y alabanza de una
actuación como torturador uno, como golpista el otro, es un mero acto de
coherencia, aunque revelador. Nadie en todo el acto se levantó y lo abandono,
aunque fuera en muda y discreta repulsa a título individual ante la presencia
del invitado. Como el valor se les supone, se trató de un acto consciente y con
pleno conocimiento de que provocaría una repulsa general que nace de la más
íntimo y elemental ética que tiene cualquier español decente, que somos la
mayoría. Ese desprecio a la mayoría por parte de la policía es significativo.
¿O somos minoría?
La noticia añade:
"Una vez constatado que la presencia de González Pacheco respondía a una
invitación del jefe de la comisaría, José Manuel Mariscal de Gante, la Jefatura
superior de Policía de Madrid ha decidido incoarle un expediente disciplinario
para depurar las responsabilidades que correspondan".
¿Puro humo? Quizá. El Ministerio del Interior lleva tres meses esperando un
informe sobre la posibilidad de privar de sus medallas a este torturador.
Pero si las
ganó legalmente cumpliendo y haciendo
cumplir las leyes fascistas y le quitan las medallas tendrán que quitarle
la Jefatura del Estado al hijo de quien
también juro cumplir y hacer cumplir las leyes fascistas. ¿O en eso tampoco
somos todos iguales ante la ley?
No habrá
solución si no se corta claramente con el fascismo. Ése es el único bautismo
que nos perdonará ese pecado original de esta dictadura monárquica fascista.
Nuestra disculpa es que no había opción y que creímos que era un paso para
recuperar la democracia. Se nos engañó una vez más. Lo que se quería era recuperar
la corrupta dinastía borbónica de Alfonso XIII; un delincuente condenado en
rebeldía por traidor a la patria; alguien que le dijo a Franco que él era el
primer fascista; que mandó a su hijo Juan, padre del primer rey fascista y abuelo
del segundo a asesinar demócratas junto a los nazis y fascistas. ¡Borbones como
Fernando VII!
Quitar sólo
las medallas al torturado es como “darle la patada al gato”. “Todo lo atado seguirá
atado y bien atado”. Todos los españoles seguiremos “desiguales ante la ley”
diga lo que diga el art. 14, una parte más de la gran farsa de esta
constitución de 1978.
Hay que
cortar de un tajo este nudo fascista de una democracia que no existe, como hizo
Alejandro con aquel nudo que no se podía desatar. Es un fraude que alaban todos
los corruptos, los no demócratas y la gente a la que han engañado de buena fe. La
solución de continuidad con el fascismo exige una república democrática y todo
se resolverá. En Alemania e Italia nadie reivindica su derecho a las medallas
pensionadas nazis o fascistas; a ningún hijo de un rey fascista podría ser jefe
del Estado heredero del fascismo. Eso sólo se tolera aquí.
En el “quadragesimo anno” de la farsa de la
CE78 las autoridades tienen preparada la fiesta para celebrar el éxito del fraude.
Se alabarán los unos a los otros y se darán medallas. En esa fiesta no estará
el torturador. Tampoco ningún juez invitó a sus fiestas a los verdugos que
ejecutaban su sentencia de asesinato “legal”. No se juntan con quienes hacen su
trabajo sucio.
Mientras,
sus colegas seguirán aplicando la ley mordaza con la que el PP recuperó la ley
de vagos y maleantes del fascismo más duro, mutatis
mutandis. Con ella, “los de siempre” nos privarán, ¿legalmente?, de los
derechos fundamentales más elementales; ¡como en los buenos tiempos!, algo
odioso, aunque rejuvenezca.
¿Por qué no
iban a hacerlo? Son funcionarios, pero colegas de quienes, sin solución de
continuidad aplicaban las leyes fascistas vigentes. Y están aforados ¿para más
INRI? ¡Qué va!; se trata de cumplir la orden: “todo esté atado y bien atado”;
es decir, ¡todo como dios manda!
¡Pensar que
esa frase nos hizo reír! ¡Qué jóvenes ilusos y cándidos éramos y aún somos!