Todo
el mundo tiene su propio ámbito de competencias para exigir. Ninguno es
ilimitado. No identificar nuestros límites indica cortedad o malicia. El
derecho a pedir es ilimitado Lo dice el art. 29.1,CE78: “Todos los españoles
tendrán el derecho de petición individual o colectiva, por escrito, en la forma
y con los efectos que determine la ley”. La gente arriscada, la que declara
anticonstitucional lo que no le gusta, debería leer, al menos una vez, la
constitución. Probablemente luego diría menos tonterías.
En
la CE78 están nuestras pacíficas normas de juego hasta que las cambiemos. Esto
es algo cada vez más urgente. Es necesario recuperar la libertad robada por el
genocida general Franco y sus adláteres católicos. Una privación que su
heredero, Juan Carlos I de Franco, juró mantener a cambio de heredar su
dictadura.
El
derecho de petición existe y hasta esta Constitución no exige que se pidan sólo
cosas legales. Las que están en la ley no se piden, se exigen. La Constitución
sólo exige que se pidan de acuerdo con la ley vigente. Porque se puede pedir
todo insistimos en pedir el fin de esta herencia de la dictadura y recuperar la
libertad de la democracia.
Una
cosa es pedir y otra imponer. Cabe imponer, dentro del ámbito de decisión lo que
las leyes reconocen en los ámbitos nacional, autonómico, provincial, municipal,
etc. Un Alcalde no puede exigir tener competencias de ámbito provincial, ni el
Presidente de la Diputación exigir competencias de ámbito autonómico. Mutatis
mutandis, el Presidente de una autonomía no puede exigir su derecho a tomar
decisiones en asuntos que corresponden al Parlamento nacional de todo el país.
Todos
tenemos todo el derecho del mundo a decidir por mayoría las cuestiones que son
de nuestra competencia dentro del ámbito municipal, provincial, autonómico o
nacional. El art. 29.1, CE, reconoce su derecho a la petición individual o
colectiva a la instancia competente de lo que le gustaría tener competencia
para decidir. Eso hizo el Sr. Ibarretxe; eso puede hacer el Sr. Más.
Pero todos,
cada uno de nosotros podemos pedir que se cambie la Constitución. De hecho eso pedimos
algunos: queremos recuperar la
democracia; queremos acabar con esta farsa pseudo-democrática de la monarquía
inventada, por un dictador, en un reino inventado por el mismo dictador, con un
parlamento como coartada regia.
Cualquier
persona, máxime a un Presidente democrático, está obligada a no engañar a la
gente metiéndola en aventuras fascistas sin sentido. Pidamos el cambio de la
Constitución y los aparentes problemas que plante el Sr. Mas, irresolubles con
el bodrio actual se resolverán como se disuelve el azúcar en el agua:
democráticamente.
El
Sr. Ibarretxe, como el Sr. Mas, han topado con el límite:la falta de libertad
de esta Constitución pseudo-democrática que no se la reconoce al pueblo al que
- sin embargo - declara - para engañarle - que es el asiento de la soberanía de
donde emanan todos los poderes del Estado (art.1.2,CE78) algo que es falso de
toda falsedad porque el poder de4l Jefe del Estado emana del dictador y
genocida General Franco.
La solución no
pasa por pedir una excepción con mayores derecho sólo para los nacionalistas. Los
nacionalistas que lo demandan revelan su nulo espíritu democrático ¡sólo buscan
el privilegio! Eso es propio de gente no democrática.
La solución es
pedir más derechos e iguales para todos ante la ley. La solución es cambiar la
constitución. Que la libertad florezca desde una Constitución democrática que devuelva
a los ciudadanos, su libertad, que la puedan ejercer los ciudadanos dentro de las
instituciones en que se organicen con las competencias que sean adecuadas.
Lo primero es,
pues, acabar el montaje franquista de un reino inventado, con un rey inventado,
con un derecho hereditario inventado a cuyo servicio se creo la CE78. Los
partidos nacional-fascistas, autonómicos o nacionales apoyan la CE78. Son
partidos que no quieren la democracia sino el privilegio bajo una monarquía
franquista en la que florece la corrupción y el paro. Temen que en una España democrática
los “negocietes” se acaben. Apoyan esta CE78 mientras engañan al ciudadano con
su defensa fascista de “el pueblo”, como hizo Franco. Su grito es el mismo: Una
Patria, Un Estado, Un Caudillo XXX, El nombre
es lo único que cambia. Basta verlos. La falta de libertad del ciudadano y la
democracia no les interesa. Solo la impunidad de su corrupción.
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