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6 ago 2013

Derecho a decidir (22) ¿Queremos democracia o corrupción?

            Todo el mundo tiene su propio ámbito de competencias para exigir. Ninguno es ilimitado. No identificar nuestros límites indica cortedad o malicia. El derecho a pedir es ilimitado Lo dice el art. 29.1,CE78: “Todos los españoles tendrán el derecho de petición individual o colectiva, por escrito, en la forma y con los efectos que determine la ley”. La gente arriscada, la que declara anticonstitucional lo que no le gusta, debería leer, al menos una vez, la constitución. Probablemente luego diría menos tonterías.
            En la CE78 están nuestras pacíficas normas de juego hasta que las cambiemos. Esto es algo cada vez más urgente. Es necesario recuperar la libertad robada por el genocida general Franco y sus adláteres católicos. Una privación que su heredero, Juan Carlos I de Franco, juró mantener a cambio de heredar su dictadura.
            El derecho de petición existe y hasta esta Constitución no exige que se pidan sólo cosas legales. Las que están en la ley no se piden, se exigen. La Constitución sólo exige que se pidan de acuerdo con la ley vigente. Porque se puede pedir todo insistimos en pedir el fin de esta herencia de la dictadura y recuperar la libertad de la democracia.
            Una cosa es pedir y otra imponer. Cabe imponer, dentro del ámbito de decisión lo que las leyes reconocen en los ámbitos nacional, autonómico, provincial, municipal, etc. Un Alcalde no puede exigir tener competencias de ámbito provincial, ni el Presidente de la Diputación exigir competencias de ámbito autonómico. Mutatis mutandis, el Presidente de una autonomía no puede exigir su derecho a tomar decisiones en asuntos que corresponden al Parlamento nacional de todo el país.
            Todos tenemos todo el derecho del mundo a decidir por mayoría las cuestiones que son de nuestra competencia dentro del ámbito municipal, provincial, autonómico o nacional. El art. 29.1, CE, reconoce su derecho a la petición individual o colectiva a la instancia competente de lo que le gustaría tener competencia para decidir. Eso hizo el Sr. Ibarretxe; eso puede hacer el Sr. Más.
Pero todos, cada uno de nosotros podemos pedir que se cambie la Constitución. De hecho eso pedimos algunos: queremos recuperar  la democracia; queremos acabar con esta farsa pseudo-democrática de la monarquía inventada, por un dictador, en un reino inventado por el mismo dictador, con un parlamento como coartada regia.
            Cualquier persona, máxime a un Presidente democrático, está obligada a no engañar a la gente metiéndola en aventuras fascistas sin sentido. Pidamos el cambio de la Constitución y los aparentes problemas que plante el Sr. Mas, irresolubles con el bodrio actual se resolverán como se disuelve el azúcar en el agua: democráticamente.
            El Sr. Ibarretxe, como el Sr. Mas, han topado con el límite:la falta de libertad de esta Constitución pseudo-democrática que no se la reconoce al pueblo al que - sin embargo - declara - para engañarle - que es el asiento de la soberanía de donde emanan todos los poderes del Estado (art.1.2,CE78) algo que es falso de toda falsedad porque el poder de4l Jefe del Estado emana del dictador y genocida General Franco.
La solución no pasa por pedir una excepción con mayores derecho sólo para los nacionalistas. Los nacionalistas que lo demandan revelan su nulo espíritu democrático ¡sólo buscan el privilegio! Eso es propio de gente no democrática.
La solución es pedir más derechos e iguales para todos ante la ley. La solución es cambiar la constitución. Que la libertad florezca desde una Constitución democrática que devuelva a los ciudadanos, su libertad, que la puedan ejercer los ciudadanos dentro de las instituciones en que se organicen con las competencias que sean adecuadas.
Lo primero es, pues, acabar el montaje franquista de un reino inventado, con un rey inventado, con un derecho hereditario inventado a cuyo servicio se creo la CE78. Los partidos nacional-fascistas, autonómicos o nacionales apoyan la CE78. Son partidos que no quieren la democracia sino el privilegio bajo una monarquía franquista en la que florece la corrupción y el paro. Temen que en una España democrática los “negocietes” se acaben. Apoyan esta CE78 mientras engañan al ciudadano con su defensa fascista de “el pueblo”, como hizo Franco. Su grito es el mismo: Una Patria, Un Estado, Un Caudillo  XXX, El nombre es lo único que cambia. Basta verlos. La falta de libertad del ciudadano y la democracia no les interesa. Solo la impunidad de su corrupción.

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