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4 ago 2013

SMS

Una de las características de la juventud es la de creernos que el mundo empieza con nosotros, que nadie hizo lo que nosotros hacemos y que nuestros comportamiento son más radicales y rompedores con lo precedente que lo fue la revolución copernicana o galileana cambiando el centro de giro de la tierra al sol. Sorprende, sin embargo, que sea gente mayor la que se queja del uso y abuso de abreviaturas y letras en los mensajes que compulsivamente se cruzan cada milisegundo.



No hace tantos años, eso se hacía en sus substituidas, las cartas, con las fórmulas de respeto, que en no pocos casos lo eran también de subordinación. Carecíamos de democracia, como en la actualidad - que haya Parlamento y elecciones, que también había con Franco implica un esquema parlamentario pero no que haya democracia. En algunos casos ni siquiera se podía pensar en recobrarla porque no la habíamos tenido nunca; eran los tiempos anteriores a la I República que fue, también, nuestra primera oportunidad democrática.



                Estas fórmulas de cortesía se empleaban en las cartas que la gente se dirigía entre si, tanto en el caso de relaciones más formales entre personas, como en el caso de las relaciones comerciales. Conocí en pleno uso algunas de estas expresiones que pude explicárselas a un amigo mío, suizo, que trabajaba en España en ventas y que estaba desconcertado con todas las letritas que venían al final de las cartas y que no entendía qué significaban.



                La primera serie de letras, al final de las facturas era “s. e. u o.”, expresión que aun se utiliza, que significa “salvo error u omisión” que es, a la vez, disculpa ante el deudor por el exceso en la demanda del pago y deja la puerta abierta a incluir algún item que se olvidara.



                El final de las cartas, incluso entre amigos, entonces no era inusual que siempre se trataran de Vd., solía ser “Attte.”, o “S. attte., con sus tres “t”.  La explicación de la segunda expresión “Suyo atentamente” da buena cuenta del significado de la primera. Dos de mis tías solían substituir la conjunción que por una q, claramente precursoras de los SMS, lo que me sorprendía, y coo eran piadosas cuando expresaban algún deseo, como vernos pronto en vaciones o que nos sucediera algo agradable interlcalaban "D. m.", que significaba "Dios mediante"



                Otras abreviaturas propias del ámbito tanto de las relaciones comerciales o personales, siempre bastante circunspectas - excluidas las amistosas muy personales, casi familiares - tenían múltiples variantes: “e. s. m.”, “s. afmo”, “s. m. afmo”, “s. m. afmo. s. s.”,  “s. m. afmo. s. s. q. e. s. m.”, de las que explicando la última “suyo muy afectísimo seguro servidor que estrecha su mano”, quedan ya explicadas todas. Las variantes “b. s. m.” y “s. afmo. s. s. q. b. s. m.” se reservaban a eclesiásticos, párrocos, abades obispos y gente así, y significaba “suyo muy afectísimo seguro servidor que besa su mano”. Entonces era habitual saludarlos besándoles la mano - al papa se le besaba el pie hasta hace pocos años - como todavía se conserva en algunas monarquías musulmanas, como la marroquí, entre otras.



                Tuve oportunidad de recibir una expresión de cortesía de naturaleza casi arqueológica  con motivo de una visita que hice al Prof. Tierno Galván. Terminó la reunión en afectuoso tono personal pero totalmente circunspecto con su petición: “póngame a los pies de su señora esposa”, que disfrutó así, en vivo y en indirecto, de esta cortesía que supongo ya extinta.

                Un día, ojeando un viejo libro de enseñanza del inglés para españoles, me encontré al final de la dedicatoria de su autor a la Reina Isabel II con las siguiente retahíla de letras “A l. r. p. d. V. M.”. Era claro que V.  M. significaba Vuestra Magestad, que entonces se escribía con g; el significado de toda la expresión era: “A los reales pies de Vuestra Magestad” ¡Y pensar que todavía quedan monárquicos!

1 comentarios:

magestad? será majestad, no?

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