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31 may 2013

La mujer decide: (VII) ¡a tener hijos!

Hemos comentado en (VI) que la apología de la virginidad tenía como objetivo que la “cosa”, la mujer, no estuviera “usada”. Asimismo, la conversión de la infidelidad en delito pretendía que la “cosa”, la mujer, no le colocara al marido como hijo y “heredero” suyo el hijo de otro varón, como hace el cuco colocando huevos en nidos ajenos para que se los empollen. La tercera maniobra de apropiación del cuerpo - pero también del alma - de la mujer es convertirla en una “alumbradora de hijos”.
“La mujer como parra fecunda”. Ésa es la metáfora con la que la iglesia católica alaba a la mujer: una persona cuyo fin es el de tener hijos. Esa obligación, según dicen ellos, daba gusto al “extraterrestre” que se dedicaba a “bendecir a las familias” dándoles hijos a troche y moche ¡aunque ellos no los quisieran!, sin duda una forma extraña de andar bendiciendo a la gente.
A este esquema loco, la iglesia - víctima de su obsesión sexual de orientación machista - le  añadió el inventó del “débito conyugal”; de la mujer, claro. Con ese invento la mujer que no pagaba               , ¿su deuda?, era acusada de ser responsable de los “pecados del  marido” que, el pobrecito, se “veía obligado” a acostarse con otras mujeres - si su mujer no cumplía con su “débito” a satisfacción de su “acreedor”; el marido, naturalmente. Se trata, es evidente, de un débito que carece del más mínimo equilibrio, p. ej. el del “débito de la seducción” por parte del marido, que es lo que necesita cualquier esposa para desear tener una relación sexual con él en vez de tener sólo “débitos”.
Esta misma “cosificación” de la mujer se manifestó en otro atropello - igualmente totalitario pero este terrenal - bajo el nazismo. A la víctima le da igual que el atropello tenga origen terrestre o extraterrestre, ella no ve la diferencia; es victima en ambos casos. La apología era la misma pero ahora en lugar de agradar al “ser superior”, el extraterrestre se promovía “la raza superior”. A la fecunda mujer germánica se la invitaba a tener hijos. Eso mismo pasó en Italia y en España. Franco daba premios a las mujeres que llegaban a tener 20 hijos. Una subespecie del premio era no sólo por los muchos partos, sino que premiaba la supervivencia de los hijos.
El colmo nazi les llevó a crear un sistema de selección de varones y mujeres a los que se les convencía de su obligación patriótica de tener hijos perfectos. Para ello, previa “selección” se les reunía en ¿campos del amor?, y se les invitaba a tener relaciones sexuales buscando el embarazo. Esos hijos pasaban a ser una propiedad del Estado que los destinaba a futuros ¿mandos nacionales? Nunca llegó a saberse. Es el atropello inverso al de la iglesia que prohíbe  las relaciones sexuales que no pretendan el embarazo, lo único que “perdonar” el acto sexual.
Todavía estoy impresionado por aquella película mexicana donde el marido, cuando va a acostarse con su esposa por primera vez reza disculpándose: “no es por vicio ni por fornicio, sino por dar hijos a tu servicio” ¿Cómo se ha conseguido llegar a semejante alienación?
Es contemporáneo el espectáculo internacional de esa mujer embarazada de un hijo inviable por descerebrado a la que las leyes interpretadas de modo irracional bajo la presión de la iglesia - que calla como si ella no fuera la mano que ha lanzado la piedra, porque para eso está el poder civil haciendo el trabajo sucio - obligan a que corra el riesgo de morir para que ese feto, que nunca será persona, porque está descerebrado, nazca por vía vaginal.
En el colmo del “respeto a la ley” que atropella a la mujer a la que debería proteger ha creado la “salida legal” de la cesárea, porque eso es un parto y no un aborto. Semejante irracionalidad puede llevar al Ministro de Justicia que sufrimos a permitir la cesárea pero prohibir el aborto. No entiendo que gente que parece razonable - nunca mejor dicho, “parece” - es capaz de crear irracionalidades increíbles sólo por negarse a reconocer la irracionalidad de su sinrazón.

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