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7 may 2013

Del balbuceo al cinismo

La exhibición de locuacidad de la Srª Cospedal cuando nos explicó el cese del contrato en diferido del Sr. Bárcenas diciendo que era una simulación y balbuceando no se sabe cuantas palabras más inconexas, impide esperar de ella diga jamás la verdad.
El problema es identificar de sus declaraciones si realmente nos quiere engañar o si, por  el contrario es que es ella la que está engañada y como no entiende lo que tiene que explicar entonces balbucea.
Una de sus últimas declaraciones ha consistido en censurar la actuación de los ciudadanos que, según ella están ”aprovechando el sistema democrático que permite la libertad de expresión de todo el mundo”. Esta declaración exige varias precisiones: PRIMERO:  el actual sistema no Estado de modo hereditario. Estamos viviendo bajo un sistema parlamentario, algo que no puede confundirse con una democracia salvo que declaremos que el sistema parlamentario que también tenía Franco era porque también bajo él teníamos una democracia.
La esencia de una democracia es la que - faltando a la verdad - establece el art. 1.2,CE78: “la soberanía residen en el pueblo español del que emanan todos los poderes del Estado”, porque no es cierto. El Jefe del Estado está por encima de nosotros puesto que él se sucede a sí mismo sin contar con nosotros que, en consecuencia estamos bajo su poder.
SEGUNDO: La libertad de expresión de que disponemos solo tiene un sentido, ejercerla. Por lo tanto no cabe quejarse de que los ciudadanos que vivimos bajo esta monarquía ejerzamos nuestra libertad de expresión. Es evidente que quien se queja de que se ejerza un derecho lo que quiere es que ese derecho no exista o que, ya que no puede negarse ese derecho, no se ejerza. Por eso se queja.
¿Y esta persona es la que ha salido elegida por mayoría en su comunidad? Realmente con sus declaraciones ha dejado en evidencia no su catadura democrática sino la de sus electores.
Otra de sus inteligentes declaraciones ha sido: “Si quieren representar a un grupo de población y a unos intereses determinados o a una forma de ver y estar en la sociedad deberían participar en el juego de la representación”. Que a la representación en el Parlamento lo denomine “juego de la representación” lo consideraremos como una metáfora y no como una muestra de la opinión que a ella le merece la representación parlamentaria. Pero lo importante es que aclare quien se cree que es ella para decir cómo “deberían participar” los que, sin duda, demuestran a diario que representan a un grupo de población.
Volvemos de nuevo al respeto a la libertad de expresión. No sólo los ciudadanos tienen derecho a expresarla cuando les venga en gana sino también como les venga en gana. Si a ella n o le gusta esa forma de manifestarse lo tiene muy fácil: no manifestarse.
En cuanto al reproche de que no pasan “por el ejercicio de responsabilidad que es aceptar unos compromisos para que los ciudadanos le puedan preguntar y exigir”, es demasiado cínico. Los electos del partido popular huyen de todo contacto con quien no sean fiel votante. Su temor a enfrentarse a cualquier otra persona, p. ej., unos periodistas que les piden aclaraciones sobre lo que acaban de acordar es más que evidente. El Presidente se escapó por el sótano del Senado cuando vio que en el camino que había hasta la puerta de salida había unos cuantos periodistas esperando para preguntarle, que exigirle ninguno le exige nada. Los periodistas españoles tienen que esperar a que se vea obligado a celebrar una rueda d prensa en Alemania para poder peguntar lo que no les permite preguntar en España.
Y la reciente moda de “manifestarse en forma de plasma” como si se estuviera apareciendo en el Monte Tabor, revela que ya no soporta ni la presencia física de los periodistas a los que les prohíbe preguntar. ¿Por qué no regresan a las notas enviadas desde el Ministerio de la Gobernación, como en los tiempos de Franco, cuando su Presidente fundador era su Ministro, y nos ahorramos tiempo y dinero?
Por eso merece la calificación de cinismo el que ella se permita reprochar a nadie que actúa de modo que “evita que los ciudadanos le puedan preguntar y exigir”, se cree el ladrón que todos son de su condición, cuando en cada reunión de quienes ejercen su derecho de manifestación, en esos grupos se pregunta y se exige en relación con lo acordado en la reunión anterior.

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