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17 may 2013

La mujer decide: (I) el sexo: un derecho del esposo

Cuando se legalizó el robo con el invento de la propiedad privada mucha gente se creyó que eso iba a acabarse ahí. No fue así. Fue como la apertura de la caja de Pandora: todas las desgracias se repartieron por el mundo. La primera, claro está, la legalización del robo, algo que pasaría desapercibido a todos hasta que Proudhom dijo “la propiedad es el robo”.
El siguiente paso fue la legalización de la herencia del robo. La vida es demasiado corta y no vale la pena robar si sabemos quien se va a quedar con el fruto del robo: nuestros hijos.
Pero eso creaba un problema que se resolvió cuando se descubrió la relación entre las relaciones sexuales y el nacimiento de los hijos: se inventó el matrimonio y se estableció la fidelidad conyugal para garantizar que el hijo que teníamos era nuestro. Estamos hablando de su padre, que de su madre es evidente que siempre lo es. Bueno, salvo hasta que la iglesia institucionalizó con la ayuda de las monjas el robo y la compraventa de recién nacidos.
Este invento condujo a que el adulterio estuviera castigado ¡en las mujeres!, como todavía ocurre en la actualidad en los países que creen que Mahoma es el profeta del mismo extraterrestre de los cristianos y judíos, aunque lo que le cuenta a él sea otra cosa. Se castiga a la adúltera pero no adúltero.
Fruto de la insistencia del gobierno en conseguir que se pierda la memoria histórica -algo imprescindible para poder seguir engañando varias veces con el mismo truco - estoy seguro que la mayoría de los lectores ignoraba que eso es lo mismo que ocurría en España cuando gobernaba el dictador Franco en lugar de hacerlo su heredero material e ideológico, Juan Carlos I de Franco; sí, el que juró que seguiría atropellando nuestra libertad con sus leyes.
La consecuencia de lo que decía el segundo de los Principios del Movimiento Nacional. ¡los mismos con los que juró Juan Carlos I de Franco que seguiría maltratándonos para heredar la dictadura!: “La nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación” fue que, como se pretende de nuevo,  muchos pecados se declararan delito.
La mujer, recién obtenida su libertad con la II República,  volvió a estar al servicio de su marido. Dice el art. 449,CP: “El adulterio será castigado con la pena de prisión menor”, que no es lo más insensato, sino la propia definición de adulterio: “cometen adulterio la mujer casa que yace con varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que es casada aunque después se declare nulo el adulterio”.
El objetivo era garantizar la transmisión de la herencia al verdadero hijo del padre varón. Éste no adulteraba si yacía con mujer soltera. Así, como los hijos de las esclavas eran propiedad de su amo, fuera o no su padre, los hijos de su esposa, y ella misma, eran propiedad de su marido, que sólo era castigado, pero no por adultero, si yacía con manceba que vivíera en el domicilio conyugal o si el amancebamiento era notorio. La pena era la misma, pero no había delito de adulterio (art. 452,CP). ¡Viva el machismo católico-fascista!
La esposa que no daba hijos a su marido, ¡así definen algunos el “oficio de esposa”!, era un fraude al varón, que se quedaba sin hijos. Siendo la mujer "propiedad" del marido, también el fruto de su embarazo es de su propiedad. En el caso de mujeres solteras, propiedad del Estado - ¿no se trata de recuperar la legislación nacional-catolica-fascista ? El Sr. Gallardón es el esbirro medieval del brazo secular de la iglesia.

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