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5 may 2013

La propuesta de Mingote

Eran los años 69. El desastre de la política franquista había llegado a su culmen. Los españoles ya no podían comer porque no encontraban trabajo. Las empresas eran un modelo de obsolescencia. Los ricos cada vez eran más ricos y los pobres, que habían mejorado algo, en comparación con la miseria de la postguerra, estaban recorriendo el camino inverso. La solución a la incompetencia del gobierno era la de siempre: abandonar el país. Los empresarios, los que eran propietarios de esas empresas obsoletas, que no invertían en investigación, que seguían utilizando técnicas casi prehistóricas, se justificaban: es que los españoles son unos gandules, no son buenos profesionales y con ellos no hay ninguna empresa que pueda salir adelante. Y aunque ellos digan que su salario s bajo, reciben más de lo que merecen. Como la dictadura no ofrecía ni la opción de protestar; el español tomo la única opción posible: emigrar. Entonces se descubrió una realidad sorprendente: aquellos españoles gandules, malos profesionales y con los que ninguna empresa podía salir adelante fueron considerados por los alemanes, unos buenos trabajadores, que adquirieron rápidamente una alta destreza profesional manejando equipos que ni existían en España y con los que todas las empresas españolas estaban satisfechos porque eran muy rentables. ¡Y eso pese a la dificultad intrínseca derivada del hecho de su desconcierto del idioma que muchos, poco a poco, fueron aprendiendo! Fue entonces cuando Mingote lo dijo con claridad espeluznante en el diálogo de sus dos característicos personajes caminando: “¿Y por qué en vez de mandar 2 millones de españoles al extranjero no importamos 5.000 empresarios alemanes?”. Nunca sabremos por qué no lo hicieron. Se dice que cuando no se conoce la historia se vuelven a repetir los errores. En España la derecha que está en el gobierno por tercera vez se empeña en promover la amnesia histórica. Por eso, en esta monarquía franquista se repite lo que se hizo durante la dictadura: los ricos se hicieron más ricos, especulando, y los pobres se hicieron más pobres porque sus empresas eran obsoletas y los pusieron en la calle después de perder todos los derechos laborales que habiendo adquiriendo lentamente año tras año. Los empresarios directivos de la CEOE y de ciertos centros de estudios de la derecha dedicados a formar profesionales de la especulación han empezado a repetir lo que se decía en los años 60 para justificar el incremento del paro: los españoles son unos gandules, no son buenos profesionales y con ellos no hay ninguna empresa que pueda salir adelante. Y aunque ellos digan que su salario s bajo, reciben más de lo que merecen. Pero la realidad es otra. Los bancos se dedicaron a financiar la especulación - y entre esos bancos financiadores de la especulación se incluyen a los bancos alemanes a los que, en aquellos momentos les sobraba dinero. Los bancos no financiaban a las empresas para mejorar su productividad. Tampoco las empresas tenían el más mínimo interés en mejorar su productividad. El beneficio fácil de esa demanda especulativa no necesitaban mejorar la productividad de las empresas par obtener elevados beneficios. Como los ingresos fiscales aumentaban, el gobierno descuido la persecución del fraude, que nunca fue su prioridad, y ésta aumentaba mucho más deprisa. Hoy la monarquía franquista permite - aunque cada vez menos - la protesta, por eso por un lado se encuentran los parados que protestan, los parados que están en su casa y los parados que se han ido ya a Alemania. La solución de Mingote, como se ve, sigue siendo la única válida. ¿Por qué no traemos a los 5.000 empresarios alemanes a España? Aunque con el paro que tenemos en la actualidad por lo menos necesitaríamos 10.000 empresarios que fueran competentes y no los que, por ser elegidos por sus colegas, se suponen que son tan incompetentes como sus electores. Quizá el ejemplo paradigmático sea su reelegido Presidente. Sr. García Ferrán, hoy en la cárcel acusado de evasor de impuestos, frauden en la bancarrota y apropiación de bienes, entre otras lindezas profesionales.

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