En general se suelen aprecian más bien
los excesos en los comportamientos, siempre que sean moderados, que los
defectos, tomando como referencia un impreciso punto medio entre ambos
extremos. Pero, como digo ésta actitud suele gozar de una simpatía,
aunque quizá sea la simpatía que engendra el minusválido que más invita a
la compasión que al aprecio.
Cuando se dice de alguien que es tímido, cierto que como disculpa, en
esa valoración hay una petición implícita de ayuda y de referencia a
unos presuntos valores ocultos que la timidez impide conocer porque el
tímido, por serlo, no los expone.
Discutir acerca de si la timidez es algo genético o algo aprendido es
asunto que sin ser trivial no merece mucha discusión. Cualquier
comportamiento tiene un fundamento somático y todos tienen también un
componente educativo. Pero seguimos creyendo que el componente
educativo, salvo ante evidentes insuficiencias genéticas,-tiene una
gran importancia. Pese a ello le dedicamos a la educación una cantidad
de recursos mínimos dentro de todas las estructuras sociales de casi
todos los países, lo que indica, simplemente, que no somos consecuentes
¡ni con lo que creemos! O, al menos, con lo que decimos creer. En
realizad lo que hacemos es, simplemente negar la evidencia porque
carecemos de rigor científico experimental, al que tapamos, para no
verlo, con la manta del prejuicio.
La timidez me parece que es una de las actitudes a las que deberíamos
dedicar mayor esfuerzo para su erradicación. Sin duda condiciona
notablemente nuestro desarrollo y oportunidades de felicidad futura que,
en el fondo, es lo único interesante en esta vida, que en la otra,
tiempo tendremos en toda la eternidad para dedicarle nuestros afanes.
Por eso no debemos perder el exiguo tiempo que tenemos en ésta
preocupándonos de ella; sería un verdadero despilfarro por lo
irreversible del tiempo. En el otro mundo, pese a la larga eternidad con
la que se nos amenaza, ya no vamos a poder hacer nada por enderezar
éste, porque es ido. En cambio, tendremos todo para poder enderezar
aquel.
Timidez, aunque no seamos plenamente conscientes de ello, es palabra que
etimológicamente procede de temor. Baste esta consideración para
reconocer que vivir una vida atemorizados no es lo mejor que cabe desear
a nadie. Sin duda todos tenemos capacidades diferentes. En algunas
andamos más o menos escasos y en otras más sobrados. Identificar desde
la infancia cuáles son aquellas carencias que provocan el temor y
potenciarlas indirectamente para que el temor desaparezca es uno de los
mejores objetivos educativos porque potencia la autoestima.
Lo normal, es decir, salvo cuando desde la infancia hemos estado
sometidos al atropello - algo también desgraciadamente normal - es que
no haya razón ninguna para el temor generador de la timidez. Desterrarla
conduce a una actitud de mayor aplomo en nuestra vida. Eso se puede
conseguir descubriendo los aspectos donde nuestra capacidad ¿natural? es
mayor, para lograr mayor rentabilidad en el esfuerzo de su desarrollo;
pero aquellos donde sea menor esa capacidad no deben abandonarse por
pereza. La armonía es un objetivo no sólo de belleza sino de eficacia
porque todas esas características entran en resonancia permitiéndonos
alcanzar el óptimo. Además, no son pocos los casos donde la
perseverancia ha permitido que el incapaz ¿natural? se convierta en
brillante; por lo que ningún objetivo debe abandonarse.
Porque el poder es conscientes de esta realidad, cuando la derecha lo
alcanza siempre procurar hurtar la oportunidad de formación a los más
desvalidos. Es la forma más ruin, pero más acreditada de atropello y,
además, es relativamente barata. De entrada se ahorran la inversión en
la enseñanza; además limitan la competencia, lo que coloca al
privilegiado en una situación de oferta más reducida, lo que acrecienta
su privilegio; finalmente, el privado de oportunidades, también en la
docencia, acepta su realidad - que no es suya si no impuesta - pero la
asume como suya; ésta es la coda con la que, anulando la reacción
triunfa el poderoso.
El atropello aun se puede acrecentar vendiendo como sucedáneo docente el
adoctrinamiento que esclaviza en lugar de la enseñanza que libera; por
el adoctrinamiento que nos hace dóciles, y tímidamente sumisos en vez de
la enseñanza que nos aploma al sentirnos capaces. Y cuando uno se
siente capaz, deja de tener temor y donde la timidez lo agostaba todo
surge la exigencia del derecho a ser tratado como igual y no a ser
tolerado como inferior.
21 may 2013
Timidez y educación
Es el caso actual del Sr. Wert que,
además, tiene el cinismo de declarar que lo hace para cumplir con los
acuerdos con el Estado teocrático y sexualmente discriminatorio del
Vaticano. En primer lugar es falso; en segundo, si fuera verdad, la
solución no es cumplir un compromiso indigno
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