Cuando las cosas se hacen bien
los beneficios son generales porque en eso consiste el que las cosas están bien
hechas. Por el contrario, cuando las cosas se hacen mal los beneficios son
particulares y los perjuicios son generales. Algunas veces no se llega a tanto
y simplemente, los beneficios son par5ticulares y la ausencia de beneficios o
unos beneficios pírricos es lo general.
Basta fijarnos en algunas actividades
de repercusión general para comprender la inmensa verdad que descansa en el
párrafo anterior: las guerras producen beneficios a unos pocos, a los de
siempre, y unos inmensos perjuicios a todos los demás. Las estafas
generalizadas bancarias producen unos beneficios a unos pocos y unos perjuicios
a bastantes, pero no a todos. La corrupción de los bancos y los partidos políticos
producen unos beneficios a unos pocos y unos perjuicios al resto de los
ciudadanos del país cuyos PGE han sufrido un expolio.
En el caso de la jornada reducida
a 24 h/semana los beneficios serán generales en todos los países donde se
establezca y,- aunque no se lo crea, son demasiado necios - producirán beneficios
para los que siempre todo produce beneficios, porque al desaparecer el paro y
aumentar la demanda sus negocios - los legales y todos los corruptos - volverán
a florecer.
Esta propuesta suele ser recibida
por los lectores con menos seriedad que aquella con la que se escribe. Todos
suelen decir” me apunto”, pero no se lo toman en serio. Es lo que ocurre cuando
no se reflexiona. Es necesario “apuntarse” pero no porque nos favorezca, ¡que
por supuesto lo hará!, sino porque es lo sensato, como se ha demostrado.
Dicen los necios capitalistas, y
muchos que sólo son lo primero: “nos comerán los que trabajan por la comida”.
¡No se han enterado!; no han leído con atención los argumentos:
Primero: la reducción de la jornada laboral a 24 h/semana va a conseguir bajar el precio de nuestros productos al aumentar la demanda interior, con lo cual vamos a poder competir mejor que antes.
Primero: la reducción de la jornada laboral a 24 h/semana va a conseguir bajar el precio de nuestros productos al aumentar la demanda interior, con lo cual vamos a poder competir mejor que antes.
Segiundo: No es necesario que lo hagamos
todos a la vez, que sería lo deseable.
Tercero: El premio para el primero será que obtendrá beneficios cuando los demás aun no mueven un dedo; seguirá obteniendo beneficios cuando los demás empiecen a dudar; seguirá obteniendo beneficios cuando los demás - años después - se den cuenta de que era verdad y de que ¡funcionaba!
Tercero: El premio para el primero será que obtendrá beneficios cuando los demás aun no mueven un dedo; seguirá obteniendo beneficios cuando los demás empiecen a dudar; seguirá obteniendo beneficios cuando los demás - años después - se den cuenta de que era verdad y de que ¡funcionaba!
Lo mismo pasó cuando la revolución
francesa al comienzo de la democracia moderna. Algunos países dijeron: “eso
sería bueno si todos lo hiciéramos a la vez, pero sino los países centralistas
y funcionando todos a la voz de su dictador - el rey hereditario - serán más
eficaces si tenemos una guerra”. Pasó lo contrario. Francia se puso a la cabeza
y creó su gran imperio; Francia exportó las ideas y los reinos empezaron a
desaparecer como la antigualla que son.
Es verdad que se resistieron; a
principio de siglo todavía la mayoría de los países europeos seguían jugando a
los príncipes y las princesas como si fueran niños chicos. Ahora ya solo queda
media docena y su final está cerca. Por más que la mona se vista de seda todos
saben que las monarquías no son democracias.
Cuando Bismarck hizo la reducción
de la jornada laboral todos los demás países - gobernados por necios
capitalistas - dijeron los mismo: “eso sería bueno si todos lo hiciéramos a la vez,
pero sino los países capitalistas y los emergentes nos ganarán”. Ocurrió lo
contrario. Alemania produjo su I Reich. Los beneficios para los demás también
vinieron; después, pero vinieron.
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