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20 may 2013

La mujer decide: (III) El respeto ecológico

En la actualidad, en ese reiterado retroceso que se produce en la evolución de las sociedades, estamos contemplando una apología ilimitada de lo natural que no puede ser más insensato. Todo lo que ocurre es natural, porque está sujeto a las leyes de la naturaleza. ¡Nada de lo que ocurre puede violar ninguna! nadie ¡por más que se ponga de coronilla!, logrará jamás hacerlo.
En esas condiciones ha surgido una corriente integrista, que se autodenomina ecologista, cuya simplicidad de doctrina permite que el número de irreflexivos que la acepten sea inmensa, según la cual no se puede alterar la naturaleza. Eso lo dicen quienes viven en confortables casas en lugar de en las cuevas, que es lo natural; que comen animales a los que crían para comerlos, en lugar de cazarlos, que es lo natural; que cortan millones de árboles para fabricar papel en el que imprimir noticias, en lugar de conformarse con las del pregonero, que es lo natural. Que van de un lado a otro en vehículos contaminantes - aunque sean municipales contaminan lo mismo - en vez de ir andando que, además de saludable, es lo natural. Son esa gente que está más preocupada por la cría del abejaruco pero que vive con aburrimiento la noticia diaria de como se mata a la cría de sirio en estos momentos.
Inmediatamente las iglesias reaccionarias - ¿hay alguna que no lo sea? - han hecho suyo su mensaje de atropello a la libertad ajena aplicándolo al caso de la libertad de la mujer a tener o no hijos. Alegan que, producida la fecundación el resultado final será un hijo y que, por lo tanto, la mujer no tiene derecho a interrumpir el curso de la naturaleza. Si eso fuera verdad tampoco tendría derecho a interrumpir el curso de los ríos creando presas como hacen los castores ¿de modo artificial o natural?; ni a robar terreno al mar por miles y miles de hectáreas, aunque quizá sirva de coartada que eso mismo haga la naturaleza de vez en cuando. Como se ve, vivimos en un mundo donde todo es “artificial” si entendemos por ello lo hecho con arte y destreza y técnica surgida de la inteligencia y la razón, que son “naturales”.
Pues bien, siguiendo este insensato argumento - el único sensato es que el hombre actúe de modo razonable para su propio beneficio - es obligado reconocer que la naturaleza a veces se equivoca y en lugar de engendrar a una persona engendra a un monstruo más o menos monstruoso. Cuando eso ocurre la mayoría de las veces la propia naturaleza aborta lo que ha engendrado y lo suele hacer con tanta celeridad que ocurre dentro del plazo de un mes, con lo que la madre fecunda sólo sabe que se le ha retrasado la regla. Ese retraso se debió al tiempo que necesitó la naturaleza para darse cuenta de su error y abortar ¿naturalmente?
¿Tiene menos derecho la mujer sobre su propio cuerpo que la propia naturaleza que, estadísticamente la fecunda o no sin contar con su voluntad para nada? No parece razonable defender esa tesis. ¿Es más razonable si decirnos que está obligada porque ésa es la voluntad de la sociedad que  ha declarado que ella no tiene esa libertad, prohibiéndolo por ley? ¿Disminuye en algo la irracionalidad de esta afirmación por decir que ésa es la voluntad de un extraterrestre? ¿De cuál, habría que preguntarse?, ¿del mismo que si quiere la deja embarazada y si quiere la hace abortar de modo “natural” porque "quiso" que fecundara un feto inviable?
La democracia, una creación racional, se basa en el máximo respeto a la libertad de cada ciudadano. Por ello la ley penal establece la mínima limitación a la libertad en el ser humano. El mínimo respeto que cabe exigir, ¿cabe imaginar otro menor?, es que se le reconozca a cada uno que es dueño de su propio cuerpo.
Déjense pues las iglesias de atormentar a las mujeres - misóginos obsesos - y, sobre todo, déjense los poderosos de atropellar a los más desvalídos. Respeten su libertad sobre su cuerpo. No hacerlo y, además, imponerle la servidumbre de mantener a quien no quieren tener como hijo ¡porque es su hijo!, es demasiado abuso. Y ahí lo tienen al Sr, Gallardón; está dispuesto a violar "legalmente" la voluntad de todas las mujeres.

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