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8 may 2013

La solución a la crisis: (III) De supervivientes a consumidores


Ya señalado en "La solución a la crisis: (I)" qué hizo Bismarck. Unos antes otros  después, empezaron a hacer todos lo mismo: reducción de la jornada laboral y establecimiento de salarios mínimos.
 Mientras los trabajadores, una inmensa masa de proletarios apenas sobrevivía en condiciones infames: elevada mortalidad infantil, general desnutrición, vida media tan baja como en la época del imperio romano, más o menos, el mercado - ese gran dios de Aarón bajo el que nos pretenden subyugar en estos momentos de  nuevo la derecha liberal capitalista- era mínimo.
Los ricos vivían en magníficos palacios. Los pobres hacinados en una o dos habitaciones donde vivía toda la familia. La situación era tal que cuando moría alguien, durante las 24 horas que mediaban hasta el entierro, el cadáver descansaba de día en la cama, pero por la pasaba al suelo porque en esa cama tenían que dormir los padres de familia o los cuatro o cinco hijos que dormían en cada cama. Esta realidad contribuía a la propagación de enfermedades infecciosas, asunto al que se añadía el que no existirá ni agua corriente ni servicio de recogidas de basuras que permitiera la más elemental higiene. Los romanos, sin duda, vivían mejor.
Desde un punto de vista económico el mercado de construcción de viviendas era  un mercado inexistente; también el de amueblamiento de las viviendas; el textil se reducía, en el mejor de los casos, al traje de labor y el de los domingos, cuando no solo a uno; el calzado era un lujo; gran parte de la población caminaba descalza - esa es mi vivencia en los años 50, bajo la dictadura de Franco ¡un siglo después de las fechas que estamos analizando!; los servicios de agua corriente y recogida de basuras y desechos fecales, ni se concebían; tampoco el de calefacción, apenas un horno serrinero, en el mejor de los casos; y así sucesivamente. Por no haber, apenas había el mercado de alimentos porque la desnutrición era lo normal. Recuerdo que en los años 50 un médico le dijo a mi padre: “Alfonso, yo en vez de recetar medicamentos lo que tenía que recetar eran filetes”.
Las mejoras salariales - a la que con la necedad y avaricia propia de su condición se opuso la derecha liberal - empezaron a cambiar el mundo. Las inmensas masas de miserables, que estaban fuera del mercado, empezaron a tener mínimos excedentes salariales. Todos se invirtieron íntegramente en adquirir  todo lo que necesitaban, que era todo, pues nadie tenía nada. Los excedentes salariales eran mínimos, pero cualquier cantidad multiplicada por millones significa una cifra de transacciones en el mercado apreciable.
Inicialmente la demanda fue para bienes de boca; eso reactivó la demanda del campo, mejoró la condición de los campesinos y redujo su emigración a la ciudad. El siguiente consumo fue el del vestido. Luego los utensilios y muebles domésticos. Luego la mejora de la vivienda, por supuesto alquilada, pero cuyo alquiler sí se podía pagarse todos los meses ¡casi siempre!
La raya de la supervivencia registró un traspaso continuo de población de debajo de la raya a por encima, aunque con oscilaciones. Surgen los montes de piedad para evitar que esos ciudadanos caigan en manos de usureros - todos ellos de la derecha  liberal, son los únicos que tienen dinero - que sangran a sus víctimas con intereses abusivos y leoninos. En estos momentos estamos volviendo a los esquemas del S. XIX y se recuperan esos hábitos, que ahora ejercen las instituciones bancarias, cuyas víctimas de contratos, igualmente usurarios y leoninos, nacidos de hipotecas que son puras estafas, art. 248,CP en la mano- lo cual es una de las fuentes de la crisis actual.
La profesionalización de la administración creó profesionales competentes elegidos por su mérito y capacidad. Se empezó a acabar con la corrupción del nombramiento a dedo de incompetentes parásitos por los partidos políticos. Este nuevo retroceso con la designación de “personas de confianza “ y corrupción generalizada de los partidos es otra de las fuentes de la crisis actual. Con estos elementos de progreso empezó a generarse una clase media baja y media, media formada por esos profesionales y por ciertos empleos industriales. Bajo ella, pero ya sobre el umbral de supervivencia - que la actual crisis nacida de la corrupción nos hace recorrer hoy el camino en sentido contrario - emergía una clase baja media y baja alta que s confundía con la clase media baja. 
Con su aumento de capacidad de demanda, y su ingreso en el mercado, al pasar de miserables a consumidores se salvó el capitalismo liberal y explotador que ahora está regresando y produciendo sus frutos, volver al S. XIX con una creciente mayoría de ciudadanos por debajo del nivel de supervivencia.

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