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3 may 2013

Química. 1.- Todo es natural.

Existe una errónea utilización de una palabra, artificial, a la que suele dársele una connotación negativa - oponiéndolo a lo natural - algo que es una prueba de lo poco reflexivos que somos.  
Todo lo que ocurre es natural. Lo es por una sola y definitiva razón: todo lo que existe, también todo lo que fabricamos, existe porque cumple las inviolables leyes de la naturaleza. Por lo tanto, todo, sea “artificial” o sea “natural”, es absolutamente natural. De todos modos, como veremos, existe una cierta confusión respecto a lo que es natural o no y respecto a lo que es un proceso natural o ¿no natural? Algunos colegas definen la corrosión de los metales diciendo que “es un proceso natural por el que los metales alcanzan su estado de máxima estabilidad y menor contenido energético convirtiéndose en óxido o sal”; se trata, sin duda es una definición correcta. Lo curioso es que cuando definen la obtención de los metales a partir de sus óxidos o sales nunca dicen que “es un proceso natural por el que los óxidos o sales alcanzan su estado de máxima estabilidad y menor contenido energético convirtiéndose en un metal”. Pero eso es la realidad. En el estado de presión, temperatura y composición ambiental en que se encuentran los óxidos y sales esa forma, que tiene el menor contenido energético, es más estable que la forma metálica. Del mismo modo, al cambiar esas condiciones de presión, temperatura y composición ambiental los óxidos y sales se encuentran en una situación inestable por lo que evolucionan produciéndose la forma más estable, que es la que tiene un menor contenido energético en esas condiciones: la forma metálica. Identificar esta realidad es el primer paso para darnos cuenta de lo natural que son ambos procesos, el de obtención de los metales y el de su corrosión. Se trata de dos procesos opuestos entre sí, pero ambos, ¡como no podía ser menos! cumplen con las mismas leyes de la naturaleza: evolucionan, ¡necesariamente!, cambiando de una forma en otra, es decir, transformándose para alcanzar la forma más estable ¡en cada una de las condiciones ambientales en que se encuentren unos u otros productos! ¿Qué es, por lo tanto, lo artificial? Recurramos a la etimología, una fuente de información que se desprecia porque, se desprecia lo que se ignora, como decía Machado. Artificial es una palabra derivada de “arte facto”, expresión latina que en castellano da artefacto y que significa hecho con arte. No deja de ser curioso que esta palabra haya adquirido un sentido peyorativo en España del que carece en América. Allí conserva incólume el sentido que tenía esa palabra antes también en España. Esta palabra, “arte”, es sinónima de la que, tenemos también en castellano, pero procedente del griego: “técnica”. Por alguna razón ambas palabras, que son sinónimas, han sido objeto de un desdoblamiento por la que se atribuye a la palabra “arte” un carácter de creatividad del que se priva a la de “técnica”. De un albañil se dice que es un magnífico técnico, pero si se quiere destacar su elevada calidad técnicas se dice de él que es un “artista de la paleta”. Pero también es un “artista de la paleta” el pintor, aunque su paleta sea diferente. Aquí, sin embargo, se diferencia al buen técnico, el que tienen un buen oficio como pintor, del artista, calificativo que se reserva al que demuestra una mayor creatividad en la ejecución de su técnica. Todo ello al margen de su contenido intrínseco. Desde lo actividad más digna a la más deleznable cualquier actividad permite calificar de artista a su ejecutor. Enrique VIII, trajo al verdugo de París para decapitar a Ana Bolena. Como verdugo era considerado un artista en su trabajo. Cuando se dice que el toreo es un arte y los toreros artistas - algo que molesta a muchos - no se exagera. Decapitar o martirizar es una actividad que, como todas, permiten su ejecución con más o menos maestría; con más o más técnica. Decapitar o martirizar a un ser vivo se puede hacer de modo "correcto" pero no creativo, o de modo creativo y entonces su autor es un artista. La tortura, sin embargo, la ejecute quien la ejecute, será siempre tortura. Que se haga con más o menos arte, es decir con técnica más o menos depurada no le cambia su naturaleza: sigue siendo tortura. Eso sí, se puede decapitar o torturar torpemente o con técnica depurada. Quien tortura puede hacerlo de modo zafio y grosero o de un modo que el torturador merezca ser calificado como un artista del mal trato. Ser un torturador creativo sólo califica la calidad que merece el torturador, que nadie discute; pero, simultáneamente, afirma que ese artista es un artista de la tortura, le guste o no reconocerlo.

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