La mujer es un ser humano. ¿Es
tan difícil darse cuenta de ello? Las primeras sociedades se dieron cuenta de
que la mujer tenía una capacidad de la que carecía el varón: procreaba. Por eso
la protegió y las sociedades primitivas eran casi todas matriarcales porque
ellas eran la garantía de la continuidad de la sociedad.
Incluso cuando se inventó la
propiedad de los medios de producción - invento nefasto donde los haya que
envenena al que toca - la mujer siguió teniendo un puesto predominante porque
ella era la que ofrecía la garantía de la continuidad de la “sangre”, otro
invento igualmente nefasto que convierte en personas con menos derecho a todas
las demás. Así, los judíos sólo reconocen como verdadero judío al que es hijo
de una madre judía, xenofobia en la que tienen razón, aunque no por ello deba
calificarse de menos indecente y antidemocrática.
Pero en algún momento, mis conocimientos
antropológicos no son tan grandes como para identificarlo, se produjo el gran
secuestro. Fue como una especie de “big bang” a partir de cuyo momento se creó
este mundo machista y sexista en el que vivimos y del que, a fuerza de razonar,
estamos intentando salir.
A mi modo de ver tuvieron gran
responsabilidad en ello las asociaciones y sectas de creyentes en
extraterrestres, que empezaron a controlar la libertad de las mujeres de muy
diversas maneras, algunas sutiles, todas ellas dedicadas a convertirla en una
mercancía.
La primera fue la de supervalorar
la virginidad, acabando por convertirla en una obsesión sexual, por encima
incluso de la maternidad, que era lo socialmente beneficioso porque permitía la
pervivencia del grupo social. Su razón oculta era que eso “garantizaba” que el
objeto no había sido “usado” por ningún otro varón. Por tanto, el valor no era
un valor en sí, sino un “valor de uso”.
La segunda fue supervalorar la
castidad intra-matrimonial ¡de la mujer! Los judíos, según cuenta el evangelio,
tenían una gran afición a andar apedreando adúlteras - afición que parecen
haber perdido - pero que todavía conservan sus hermanos musulmanes. En el cristianismo
parece que eso se abandonó pronto, pero no por ello se olvidó. El Código Penal
de Franco - el que se hizo respetando la doctrina de la iglesia católica que
bendijo su genocidio - declaraba delito de adulterio que una mujer casada
yaciera con un varón, pero no que un varón casado yaciera con una mujer (salvo
si estaba casada). Aunque la sanción teórica era la misma, en la práctica era
menor para el varón y, además, el delito no se llamaba adulterio. Realmente no
hay tanta diferencia con lo que aun ocurre en muchos reinos islámicos e,
incluso, en algunas repúblicas que no son tal, porque en ellas manda también un
dictador, aunque no sea hereditario; al menos nominalmente porque en siria el
hijo heredó al papá dictador.
La tercera es la que pretende
recuperar el Sr. Ruiz, Ministro de Justicia del Sr. Rajoy: la propiedad sobre
el cuerpo gestante de la mujer, como si esas células, al quedar fecundadas pasaran
a ser suyas. No, no lo son, siguen siendo de la mujer que tiene todo el derecho
de hacer con ellas lo que quiera. No admitirlo así obligaría a convertir a las
células fecundadas en dueñas del destino de la mujer, lo cual es mucho más
irracional que lo contrario que, por lo tanto, es lo más racional que cabe
admitir.
Por eso sólo, y la discusión
sería infinita, la mujer tiene derecho a permitir que esa células que se
fecundaron en contra de su voluntad no se conviertan en dueñas de su voluntad.
Y la sociedad, racionalmente, lo único que puede hacer es darle un tiempo para
que se decida. Es, como todo en esta vida, un acuerdo en el que un día más es
tan ridículo como un día menos, pero donde, si establecemos un día, ése es el
día límite y traspasado ése la libertad de la voluntad que no se ejerció hasta
ese momento queda enajenada.
Eso pasa con todos los plazos;
intrínsecamente son irracionales, pero tienen el valor del pacto, del acuerdo
entre voluntades libres; no la imposición de una voluntad sobre la libertad
ajena.
Pero de todas las irracionalidades
que cabe imaginar, la insuperable es decir que una mujer que no cree en
extraterrestres está obligada a dejar que las células fecundadas que no quería
que se fecundaran tengan que convertirse en un hijo porque ese extraterrestre
lo quiere, ¡según dicen sus oráculos!, oráculos que, según ella, son una panda
de cantamañanas.
Por irracional que sea, ese
atropello a la libertad es el que quiere imponer el Sr. Ruíz ¡porque le obliga
un acuerdo con ese Estado no democrático de la Ciudad del Vaticano! Alegando que
los romanos decían: “pacta sunt servanda”. Muy bien pues cuando un pacto es
irracional lo más racional es no servirlo, y para ello lo mejor es no hacer
pactos irracionales. Rompamos, pues el pacto, y recuperamos la libertad que
nunca debimos haber perdido.
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