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3 may 2013

Ilegitimidad monárquica (II)

Cuando era pequeño leía unos cuentos de hadas rusos que me tenían desconcertado porque de vez en cuando aparecía un zarevitch que era hijo de siete padres y siete madres y hermano de siete hermanas y siete hermanos. No sabía por aquellas fechas que el 7 era un número mágico y por eso, cuando se trata de contar una patraña - ¡qué mejor patraña que un cuentos de hadas y de hijos de Zares (que son los reyes en Rusia) - que recurrir a este número 7. De todos modos, aunque el 2 no es tan mágico, en nuestra historia de hadas, dictadores y reyes, aparece el número 2 sobre Juan Carlos I de Franco porque él es en realidad hijo de dos padres: un padre biológico que fue Juan de Borbón y un padre putativo político que fue Francisco Franco. Al primero le debe el ser y al segundo le debe el estar. Y no sé por qué me temo que él prefiere el estar al ser. De hecho, está dispuesto a estar hasta que deje de ser, aprovechándose de la bondad de los ciudadanos a los que él pretende convertir en súbditos, con más que mediano éxito, porque este país es poco dado a reflexionar y, por tanto, es un país de creyentes dispuestos a creer cualquier quimera. Ayer veíamos la ilegitimidad recibida de su padre Franco, el origen ilegítimo de cuyo poder ha heredado. Hoy analizaremos la ilegitimidad recibida de su padre en aquella carnavalada que fue la cesión de los derechos a ser rey hecha por uno que no lo era a quien ya lo era ilegítimamente nombrado por Franco, ¡por supuesto! Su ilegitimidad procede de la ley que se promulgó el 29.09.1931 en los siguientes términos: “Las Cortes Constituyentes declaran culpable de alta traición, como fórmula jurídica que resume todos los delitos del acta acusatoria, al que fue rey de España, quien, ejercitando los poderes de su magistratura contra la Constitución del Estado [apoyó, entre otras tropelías el Golpe de Estado del General Primo de Rivera], ha cometido la más criminal violación del orden jurídico del país, y, en su consecuencia, el Tribunal soberano de la nación declara solemnemente fuera de la ley a don Alfonso de Borbón y Habsburgo-Lorena. Privado de la paz jurídica, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en territorio nacional.[ Esta ley es similar a la que sería promulgada luego en Italia cuando otro Rey, Vittorio Emmanuele II, apoyó a otro dictador, el fascista Mussolini. También a la que se promulgaría en Grecia donde otro rey, Constantino I, cuñado de Juan Carlos I de Franco, apoyó también otra dictaduras, la de los coroneles] Don Alfonso de Borbón será degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos, que no podrá ostentar ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español, por boca de sus representantes elegidos para votar las nuevas normas del Estado español, le declara decaído, sin que se pueda reivindicarlos jamás ni para él ni para sus sucesores.[Por tanto, el el título de Conde de Barcelona que utilizó su padre durante toda su vida constituyó, de acuerdo con esta ley, un acto de usurpación] De todos los bienes, derechos y acciones de su propiedad que se encuentren en territorio nacional se incautará, en su beneficio, el Estado, que dispondrá del uso conveniente que deba darles. Esta sentencia, que aprueban las Cortes soberanas Constituyentes, después de publicada por el Gobierno de la República, será impresa y fijada en todos los ayuntamientos de España, y comunicada a los representantes diplomáticos de todos los países, así como a la Sociedad de Naciones». En ejecución de esta sentencia, el Gobierno dictará las órdenes conducentes a su más exacto cumplimiento, al que coadyuvarán todos los ciudadanos, tribunales y autoridades. Además, el art. 23,1º,del Código Civil, en vigor con Franco, dice: También perderán la nacionalidad española: 1º.- los que entren al servicio de las armas o ejerzan cargo público en un estado extranjero. Juan de Borbón iniciara sus estudios en 1930 en la Escuela Naval Militar de San Fernando y los terminó en la academia naval británica. Sirvió en el crucero Enterprise de la marina británica, por lo que al “entrar en servicio de las armas y ejerció un cargo publico en un Estado extranjero” perdió, legalmente, su nacionalidad. Juan Carlos I nació en Roma y ninguno de sus padres era español. Pero en una dictadura, ¡ya se sabe!; las leyes, ¡al dictado!

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