El primer resultado de la reducción
de la jornada laboral, como hemos visto en el trabajo previo (VIII), no es una
fruslería: 4.439 millones de parados convertidos en trabajadores. El coste es
un incremento del 8 % del precio. Ahora bien los descensos de precios que se
han producido a lo largo de estos años de crisis como consecuencia de la falta
de poder adquisitivo de los ciudadanos ha sido en muchos casos muy superior al
8 %.
Eso quiere decir que las empresas
hubieran podido aceptar esa reducción de la jornada laboral y asumir ese
incremento del precio del 8 % ¡sin trasladarlo al precio! La situación, desde
el punto de vista del precio de venta al público, sería equivalente a lo que se
han visto obligadas a hacer el empresario para poder mantener las ventas o que
no se le reduzcan demasiado, que ha sido bajar el precio de venta.
Sin embargo la situación sería
completamente distinta. En adición a los beneficios ya señalados tendríamos los
siguientes beneficios indirectos:
1.- Habría 4.439 millones de
personas más comprando cosas todos los días, con lo cual las ventas hubieran
aumentado muchísimo y, aun con ese 8 % menos de precio de venta ¡el mismo que
tienen ahora!, los beneficios hubieran aumentado en relación a la situación
actual.
2.- Habría 4.439 millones de
personas que nunca hubieran consumido, en subsidios de paro, muchísimos más miles
de millones de pesetas, que se hubieran podido dedicar a la inversión pública en
docencia, en sanidad, en políticas sociales, pero también en obras públicas productoras de riqueza, no en obras faraónicas
productoras de corrupción generalizada.
3.- Habría un incremento de
ingresos por el IRPF que estarían pagando esos 4.439 millones de personas,
porque tendrían trabajo, de los salarios que estarían cobrando y a esa cantidad
se añadiría el 20 % del ÏVA de todo lo que estarían comprando, que sería su
salario íntegro.
4.- Pero con tres días de fin de
semana habría muchas personas que aprovecharían su tiempo viajando por España
dinamizando los pueblos cercanos, potenciando la hostelería, con lo que el
incremento de la demanda de personal en este sector se mantendría durante todo
el año.
5.-Eso permitiría bajar los
precios de los hoteles, que estarían abiertos todo el año, dejando de ser
estacionales, lo que permitiría aumentar su competencia en el turismo
internacional.
6.- Así, con un aumento de
ingresos por impuestos sin necesidad de subir su porcentaje, existiría
suficiente dinero para rebajar la deuda soberana, y suficiente dinero para
prestarlo a las empresas y autónomos que en estos momentos están en situación
de colapso financiero.
7.- Por otra parte, el mayor
tiempo libre de que dispondrían los ciudadanos podría invertirse en formación
adicional de las personas, en atención a sus necesidades familiares, en atención
a los hijos, etc.
Es decir, estaríamos entrando en
la espiral de desarrollo expansivo abandonando la espiral de la concentración
en el agujero negro en el que nos estamos metiendo año tras año, mes tras mes,
semana tras semana, día tras día con un empecinamiento propio de la total y
absoluta irreflexión en el análisis experimental de la realidad.
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