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1 may 2013

¿Qué es democracia?

¿Qué es democracia?, dices, cuando clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es democracia? ¿Y tú me lo preguntas? ¡Democracia eres tú! Con licencia de D. Gustavo Adolfo Becquer he parafraseado una de sus rimas que viene a colación en estos momentos - en estos eternos momentos - en los que el ciudadano todavía no es consciente, de que el ciudadano (sea del sexo o nacionalidad que sea) es el asiento de la soberanía. Pero lo es porque lo es. Lo es porque no existe ningún poder legítimo que no nazca de la libre voluntad del ciudadano. En él reside todo el poder bajo los cielos, que lo que ocurra dentro de los cielos eso debe ser preocupación de los que estén allí no de los demás. El primer engaño al ciudadano consta en el art. 1,CE78; ¡no daba tiempo a engañarlos antes. Dice en su primer apartado: 1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. La evidencia experimental de que es falso: A diario vemos como a los corruptos se les indulta, claro que sólo si son banqueros o “mossos de esquadra” que maltratan a los ciudadanos de los cuales son sus empleados y nunca se persigue a los policías que atropellan a la soberanía popular de quienes se dicen lindezas. A diario vemos como el gobierno rebaja sus obligaciones fiscales a delincuentes que evadieron impuestos y tiene el cinismo de querer que aplaudamos el apoyo sus compinches A diario vemos como la policía, con soberana inmunidad, atropella la libertad de los ciudadanos excediéndose en la autoridad que el mismo pueblo soberano le permite disponer. El segundo engaño está en el segundo apartado: 2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado como se descubre al leer el siguiente, donde se dice la verdad oculta: 3.La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Este reino y esta monarquía parlamentaria las inventó Franco, el dictador que acabó con la II República Democrática Española de 1931. Fue su disimulo ante las democracias que le ganaron la guerra a los gobiernos nazi, de Alemania, y fascista, de Italia, quienes apoyaran con sus ejércitos la insurrección contra la república de la derecha y la iglesia católica, eternos enemigos de la democracia. Nada que nazca de un dictador es trigo limpio. Esta monarquía tampoco. Lo deja claro nuestro refranero: lo que está criado en la médula, sale al hueso; o más breve: de tal palo, tal astilla. Da igual que nos fijemos en de qué palo procedía esta astilla. Su padre biológico fue D. Juan. Es el hijo del “rey conejo”, Alfonso XIII, así llamado porque cuando cayó su régimen, huérfano del apoyo del dictador Primo de Rivera, huyo como lo que era abandonando a toda su familia en Madrid. Menos mal que aquí había ciudadanos demócratas, soberanos de toda soberanía, justos hasta la clemencia que protegieron su ida, más reposada, porque no querían vivir en una democracia. La ideología de su padre era acabar con la república que en sólo cinco años produjo en España la mayor revolución pacífica que vieron los siglos. El ejemplo del padre lo ha seguido el hijo. Pero si nos fijamos en su padre putativo, fue el dictador Franco. A sus pechos fue criado; en sus enseñanzas antidemocráticas fue educado. También se cumplen ambos refranes ¡y con afición! No sólo dijo: Sí, juro lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino, sino que añadió: Quiero expresar en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de nuevo su destino. En ese momento todos los españoles tuvimos claro su categoría ética, moral y democrática. ¡Ninguna! No existe otra opción: la soberanía reside en el ciudadano libre. Si no es libre es un esclavo, un siervo o un súbdito. Porque el ciudadano es social vive en sociedad y organiza la forma de estado que quiere. Una forma de estado que sólo admite una formula racional: la república democrática. Sólo en ella no hay reyes, ni dictadores cuyos derechos son superiores a los de los demás ciudadanos. Sólo en ella no hay extraterrestres cuyos falsos oráculos se empeñan en que hagamos lo que ellos dicen que quiere ese extraterrestre y no lo que nosotros decidimos de modo racional. Podemos renunciar a ser seres racionales. Pero si elegimos una monarquía hereditaria como forma de Estado, hipotecaremos el futuro de nuestros hijos. El rey no les dejará elegir jamás. Por eso no cabe soportar a un monarca, hijo de quien que quiso acabar con la democracia de quien lo logró.

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