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14 may 2013

La solución a la crisis: (VII) El ejemplo del fútbol

El ejemplo del fútbol es una buena referencia a los empresarios que quieren tener una empresa productiva. Hay dos formas de lograr un buen equipo de trabajo: contratar a los mejores, acreditados en otra empresa o formar uno a los mejores en la propia empresa. Hay otra forma: contratar a los que estén dispuestos a trabajar por el menor salario.
Si se quiere ser el mejor, la solución de contratación se reduce a las dos primeras opciones. La primera tiene la ventaja de que no invertimos nada en formar al trabajador (futbolista) que contratamos; su inconveniente es que su traspaso ha sido muy elevado; su otra ventaja es que tenemos un valor seguro ¡si encaja bien con el resto del equipo!; su inconveniente es que carece de vinculación afectiva y, aunque sea un buen profesional se irá a otra empresa (club) cuando le paguen más. Cuando hay vinculación afectiva algunos hasta bajan su salario.
La alternativa es la del ”canterano”: contratar trabajadores jóvenes con mínima o poca experiencia y formarlos  en la empresa sacando de ellos sus mejores capacidades hasta alcanzar el máximo de sus posibilidades. En ese caso la inversión es menor, aunque el riesgo sea mayor. Pero ese riesgo se disminuye con una buena selección previa y con la observación, durante el período de prueba, de la capacidad del trabajador (el futbolista) y de su integración en la empresa. Esta forma  trabajar, supervisada por el Departamento de Recursos Humanos tiene que estar en continuo contacto con el Jefe directo (el entrenador) que controla cómo hace su trabajo y cómo se le prepara para hacerlo cada vez mejor.
Pero en no pocas empresas el problema puede estar en el Jefe (el entrenador) que sea malo con sus filias y fobias y puede arruinar el rendimiento de los trabajadores (futbolistas) bajo su cargo. Eso lo saben los clubes de futbol que, cuando la empresa (el club)no va bien, a quien ponen en la calle es al Jefe (al entrenador) porque teniendo buenos trabajadores no logra buenos resultados. En las empresas, todas mal gestionadas, hay un sentimiento servil: el trabajador es el esclavo y el jefe es el amo y si algo no funciona bien la culpa es del esclavo ¿Cómo se puede ser tan necio?
El resultado que se obtiene en todos los clubes tiene que ver con este esquema que depende también de la cifra de negocios que mueve la empresa (las ventas) que le permiten jugar en primera división o en tercera regional. En el primer caso contrata a los mejores, en el segundo al que está dispuesto a trabajar por lo que le paguen. Nunca será el más productivo de todos.
Esto que cualquier persona entiende perfectamente, y que exige a su club, no lo practica en su propia empresa como empresario. Con necedad propia del incompetente y avaricioso, sólo quiere ahorrar en la formación de los que trabajan para él - ¡lo considera un gasto y no una inversión! – reducir el salario, aunque a cambio reciba el mínimo trabajo que permita que la empresa funcione. Pretende reducir al máximo su inversión y obtener sus beneficios a cosa de los salarios de los trabajadores y no a cambio de la mayor riqueza que producen estos. Es una empresa que explota a los esclavos y no una empresa que explota la mayor riqueza producida
Ignora ¿cómo se puede ser tan necio? que la productividad de un trabajador puede alcanzar niveles muy elevados si se siente bien considerado en la empresa (el entrenador le ayuda, le apoya y le aplaude)o muy baja  si su percepción es negativa (el entrenador le hace ver que le desprecia, desconfía de él, le considera un mangante y le persigue por las esquinas). La eficacia de un trabajador (un futbolista) se reducirá a hacer su trabajo para lograr su máximo beneficio y cambiar de empresa (de club)¡incluso con un salario inferior a cambio del respeto en el trato.
El ejemplo del fútbol marca el camino a seguir en las empresas: el trabajador (futbolista) indemniza a la empresa si se va antes de finalizar su contrato ¡por lo que aprendió en ella! Porque su contrato tiene una cláusula de rescisión. En las empresas la solución es la inversa: se prohíbe que el trabajador pueda trabajar en la empresa de la competencia durante cierto tiempo.  Es el mismo concepto, pero incorrecto. El resultado social es que una persona que podría producir riqueza no la produce ¡y se le paga por ello! ¿Cabe una necedad mayor?
En las empresas mal gestionadas, el trabajador, si es bueno, se blinda con una indemnización si la empresa lo echa. Si es tan bueno ¿no se le rifarían las otras empresas? Eso permite abusos y corrupciones y, socialmente hablando, es otro despilfarro: se paga por dejar de crear  riqueza. ¡Un esquema socialmente irracional! Como decía aquel anuncio para proteger los bosques de los incendios ¡aunque Vd. se lo pueda permitir, España no!
Algo funciona mal en las empresas. Hasta que no cambien su esquema mental de la explotación del trabajador a la de optimización del trabajador pasará lo que pasa: el país cada vez va convirtiéndose más en lo que había dejado de ser: un país de esclavos explotados.

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