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12 jun 2013

¡No heredarán!

Ahora resulta que también en esta trama de delincuentes chino judía de evasión fiscal y de blanqueo de dinero esta metida otro Borbón, de origen polaco, pariente de D. Juan Carlos I de Franco, el suegro del Sr. Urdangarín, el im-pu-ta-do duque consorte en-pal-ma-do.
En vez de aceptarlo el hecho como lo que es: un hecho. Todos han salido al quite. Todos los periódicos se deshacen en disculpas - ¿quien es su autor? - para informar a los lectores - a los que las andanzas de toda esa Borbonada - salvo los lectores de HOLA - cada vez les traen más sin cuidado. Explican, ¿y qué?, que son parientes lejanos de D. Juan Carlos I de Franco.
Nadie en esa entelequia denomina “Casa Real” conoce esa máxima que dice “qui s’excusse, s’accuse” o, como se decía en latín, “excusatio no  petita, accusatio manifesta”
A nosotros nos da igual que esos nuevos presuntos delincuentes sean parientes más o menos lejana o próxima. Los que tiene suficientemente próximos bastan para dejar a toda la familia - parientes próximos y lejanos - en el lugar que les corresponde y que se han ganado a pulso? Porque la situación en la que se encuentra toda esa familia, sin excepción, no es un problema de mala suerte, como al que le toca la lotería pero al revés. No; ni mucho menos. A esta situación se llega como consecuencia de a una aplicada actividad desarrollada como hormiguitas - ¿o habría que decir como cigarras? - día tras día. Es un trabajo concienzudo; realizado con aplicación; con premeditación y, casi, con vocación. Fue bueno cuando producía cuantiosos beneficios con pública y notoria ostentación - que producía un cierto pasmo -  pero, al parecer, tenía un pequeño inconveniente, no todo puede ser perfecto: al parecer se trataba de beneficios delictivos.
Es patética la disculpa que se nos ofrece una persona que, al parecer es “experto en Historia de la monarquía española”. Esta “expertez” no sabemos quien la otorga ni donde se obtiene, pero no perderemos el tiempo dudando de ella. España es un país donde estos atributos de “experto” se prodigan con generosidad casi evangélica. Dado el elevado número de “expertos” en todo lo imaginable, eso ya no vale nada. Es la consecuencia de la ley de la oferta y la demanda. Cuanta más aumenta la oferta menos es su valor, porque la demanda es nula cuando, a diario, vemos como a cualquier  “mindungui” se lo convierte, de la noche a la mañana, de analfabeto en “asesor áulico”, algo que, por otra parte revela la ínfima calidad intelectual de quien necesita ser asesorado por semejantes asesores.
Pero al que sabe leer y escribir pasa de “asesor” a “experto” en lo que haga falta. Y si hace falta se le asciende de categoría a “sabio”. Es el caso de estos compinches del Presidente del Gobierno para esconderse - otro perpetuo ejemplo de gallardía y donosura - detrás de ellos mientras prepara su siguiente felonía: bajar la jubilación a los trabajadores incumpliendo una vez más, ¿ décima o undécima?, sus promesas electorales.
La disculpa, ¿pretenderán así salvar la imagen que tiene la ciudadanía, quizá ya todo el mundo, de la familia de D. Juan Carlos I de Franco?, es que “son dos familias totalmente separadas tanto por su cultura como por sus amistades  y su presencia política desde los tiempos de Carlos (tío de las imputadas y cuñado de Alfonso XIII) y Gabriel (abuelo de las imputadas y cuñado  de la mujer de Alfonso XIII)”.
Para mayor ridiculez se precisa que un nieto del tal Carlos, llamado Carlos de Borbón, Duque de Calabria, es “casi” hermano del Rey D. Juan Carlos I de Franco, según el “experto”, claro.  Un Duque que tras doscientos años de República en Italia sigue diciendo que es “heredero del Reino de las Dos Sicilias”, ¿de qué me está hablando Vd., señor mío? El tal duque y heredero ectoplasmático de un reino que ni existe, se nos informa que no ha jugado con sus primas, las imputadas. Sin duda una noticia que tenía desasosegados a los lectores de los periódicos.
Nada se dice, en cambio, de si jugó con la mujer del im-pu-ta-do em-plas-ma-do y su cuñada y cuñado, hijos de D. Juan Carlos I de Franco, teniendo en cuenta que, la información es del “experto”, aparece junto a D. Juan Carlos I de Franco y su santa esposa, Dª Sofía, en primera fila de las relaciones familiares. Quizá su cultura los separe mucho, dice el “experto” y nunca hayan jugado juntos; pero parece que las  imputaciones judiciales han producido un tremendo “acercamiento” familiar, deseable o indeseable, eso es discutible, pero acercamiento al fin.
De todos modos no cabe hacer trampas. Si somos familia para beneficiarnos unos de otros, tendremos que ser familia para aguantar con lo que hacen todos los miembros. Decía el P. Peyton cuando vino a la España del padre putativo de Juan Carlos I de Franco, en su lucha antidivorcista: “la familia que reza unida, permanece unida”.
Felipe V, era nieto del padre de Carlos II. Por lo tanto, era pariente en cuarto grado de Carlos II. No parece que ese lejano parentesco - teniendo en cuenta que tampoco habían jugado nunca juntos - fuera ningún inconveniente para que ese miembro de esa familia, ¡precisamente la de los Borbones!, reclamara “derechos” de familia para heredar el Reino de España que entonces era el imperio más grande todo el mundo. Mutatis mutandis, cabría decir “la familia que delinque desunida, puede acabar pagando su pena unida”.
De todos modos yo estoy por la democracia y por el mérito y responsabilidad personales.  Nadie tiene derecho a heredar ningún empleo público y por esa misma razón nadie tiene por qué cargar con las culpas de sus familiares corruptos. Eso tendría que haber dicho la “Casa Real” de D. Juan Carlos I de Franco. Pero no lo ha dicho. Su ley ¿es la ley del embudo? Sin duda una ley real que la quieren hacer regia. Pero, ¡no heredarán! Esta vez tampoco.

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