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11 jun 2013

Asesinos honorables: (II)Lo primero, espiar

Leo en la prensa que un ciudadano, el Sr. Snowden, es la fuente de las últimas publicaciones aparecidas en el Washington Post y en otros periódicos, sobre las escuchas telefónicas masivas y espionaje de Internet por parte de los servicios secretos estadounidense, todas ellas constitutivas de delitos de atropello a los derechos constitucionales más elementales. Con aplomo digna de aprecio dice en el video de la entrevista en The Guardian publicada en su página web "No tengo intención de ocultar quién soy porque sé que no he hecho nada malo”.
Como cabía esperar de los delincuentes autores de estos delitos, a nadie le interesa perseguir su comisión. Por el contrario el director de la Inteligencia Nacional estadounidense, James R. Clapper Jr., informa que la NSA ha abierto una investigación para averiguar la identidad de quien filtró estos documentos. Que lo haga en coordinación con el Departamento de Justicia ya no nos extraña. ¿Qué entenderá el Sr. Clapper por Justicia?
Pero el Sr. Snowdon tiene claro qué está haciendo: "No quiero la atención del público porque no quiero que la noticia sea sobre mí. Quiero que sea sobre lo que está haciendo el Gobierno estadounidense". Es un optimista; la mitad del país está de acuerdo con que se violen los derechos fundamentales de la otra mitad ¡porque ellos son los buenos!
Lleno de una ingenuidad que nos sorprende, derrotados como estamos por la corrupción, añade: "Quiero que la atención sea para estos documentos y el debate que espero que se produzca en la ciudadanía de todo el mundo sobre el tipo de mundo en el que queremos vivir. Mi único motivo es informar a la población de lo que se está haciendo en su nombre y lo que se está haciendo contra ellos". Ni un solo político del mundo se atreverá a quejarse de ese atropello, otro más, al derecho internacional; ¡qué digo!, a la ética más eterna y elemental.
El soldado Sr. Manning, al que no quemarán porque los autos de fe están prohibidos, no por falta de Ganas, el Sr. Snowdon y el Sr. Assange, cuyas actividades sexuales hubieran pasado desaper5cibidas si no hubiera descubierto los delitos cometidos “legalmente” por los USA, son nuestros nuevos Espartacos. ¿Recuerdan aquella maravillosa película protagonizada por Kirk Douglas?
Ellos saben que no van a triunfar, pero cumplen con su destino. Están dispuestos a arriesgar hasta su vida, la del soldado Sr. Manning está en el aire tras ese juicios oscurantista que no tiene nada que envidiar los que la iglesia católica llevaba a cabo con los herejes que molestaban al poder económico disfrazado de poder eclesiástico.
“Virtus omnia vincit” decían los romanos” y esa “virtus” es la que hoy, para animar nuestra desesperanza se nos ofrece como un ejemplo a seguir, como un camino a andar, como una meta a conseguir: la eternamente alejada, pero cada vez más próxima república democrática pacífica donde el delito no tenga asiento, menos aun protección del poder; donde el respeto a la verdad sea completado con el respeto a la vida; donde la discriminación nacionalistas “con licencia para matar” nunca más vuelva a tener asiento en ningún país; donde la educación en la ética y en la convivencia n o sean secuestradas por falta de presupuesto que sí sobre para financiar a corruptos de toda clase.
Porque nunca fui, ni seré capaz de arriesgar lo que estas personas arriesgan por el bien de la humanidad, quiero con estas sinceras palabras de alabanza rendirles mi testimonio de admiración por la dignidad de su comportamiento y la confianza que ponen en todos nosotros.
¡Seamos dignos de ella!

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