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15 jun 2013

Educación para la ciudadanía de políticos

Holanda siempre fue un país donde la defensa de las libertades tuvo asiento. Con sus luces y sus sombras, la historia sigue siempre caminos tortuosos, y sin discutir qué país se asocia más con la libertad en Europa sin duda Holanda está en el grupo de cabeza.
Allí encontraron refugio todos los expulsados por las dictaduras católicas de España y Portugal que contribuyeron de modo tan principal al progreso de ese país en igual proporción que su ausencia contribuyó al deterioro del nuestro.
¿Cómo es posible que siendo ese un hecho histórico indiscutible signa los herederos de esa intransigencia reincidiendo una y otra vez en sus errores? La solución la dio Costa hace mucho tiempo “merienda y escuela”. De la merienda. Muchos con generosidad que cabría calificarla de banquete, ya se encargan todos ellos; pero la escuela sigue siendo su déficit fundamental.
Es necesario crear unos Cursos de Educación para la Ciudadanía de políticos en lugar de insistir en darles cursos de doctrina cristiana, que fue la que provocó la expulsión de los judíos hace varios siglos. Si el Sr. Wert tuviera capacidad de análisis y reflexión suficientes enmendaría inmediatamente su política de adoctrinamiento substituyéndola por la de Educación, que es el título del Ministerio que ostenta
Con motivo de la mascarada regia para escenificar que la Jefatura del Estado es algo al margen de la libertad de elección de los holandeses - ¡ningún país es perfecto!  - el Presidente del Senado, Fred de Graaf, una de las figuras más intachables de la escena nacional, ha dejado su cargo por haber discriminado a un político. El desaire se debió a que al nuevo Jefe del Estado no electo, el hijo de la última reina, le debía acompañar una especie de guardia de honor civil a la Iglesia Nueva de Ámsterdam formada los políticos —sin distinción de ideología o género— con más años en los escaños del Parlamento, como el Sr. Wilders, líder antimusulmán.
El Parlamento en pleno, cuya mayoría critica sin reparos sus ideas, siempre le ha dado su apoyo cuando recibe amenazas por expresar sus ideas radicales o cuando se le niega la entrada en otros países por el mismo motivo, porque protege su derecho político de opinión.
Lo contrario ha ocurrido hace poco en la Asamblea de Madrid. Su Presidente, intolerante y vociferante, ha expulsado a  una Diputada por otorgar la misma calificación al Presidente de la Comunidad que este emplea con los diputados de la oposición con total impunidad. Sin duda ese comportamiento se parece más al de la expulsión de los judíos que al que ha tenido lugar ahora en Holanda. Bien es verdad que son siglos de ventaja los que llevan los holandeses en lo que se refiere a la protección del derecho de opinión, en particular en los Parlamentos en los que rige una ley no escrita que permite lo que en la calle no se consideraría correcto. Pero esa idea tan elemental que han sido capaces de incorporar los ciudadanos, incluso los más lerdos, parece que no acaba de poder entrar en la mente de ciertos políticos que siguen considerándose “dueños de la libertad ajena”, cuando lo que en realidad son es “servidores y de la libertad” que dentro de los debates Parlamentarios no debe tener otro límite que el de la privacidad estrictamente personal.
Por eso, y mil comportamientos más, ejemplo de corrupción, de cinismo, de inmoralidad, etc.,  sería bueno que el dinero que se deberían ahorrar dejando de financiar los comedores para políticos - salvo que los dediquen a financiar los comedores de los centros docentes  públicos - los aplicaran a una Escuela para la Ciudadanía de Políticos a ver si así logramos que se vuelvan  algo presentable. Por cierto, la Escuela debe incluir también una asignatura de idiomas.

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