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24 jul 2013

Putin y Rajoy

               Todas las dictaduras persiguen la actividad intelectual porque en ella se encuentra el último reducto de la libertad con la que quieren acabar. Pensar es una actitud que sólo se puede impedir volviendo loco a las personas y no pocas torturas pretenden ese objetivo.

La cultura, de la que es parte la actividad científica investigadora, como expresión de esa actividad intelectual es igualmente perseguida por todos los dictadores. El investigadores una persona que razona y a ninguna dictadura le gusta que la gente razone, sólo le gustan que obedezca. Por eso, desde el investigador más básico al más aplicado es una fuente de riesgo: se empieza razonando sobre la constitución de la materia - algo en principio políticamente neutro - y se acaba razonando sobre el derecho a la libertad y a la educación pública.
En España la posesión de libros, no digamos “los prohibidos”, entre los que se encontraba la Biblia, salvo si eras eclesiástico, era prueba de querer razonar y no obedecer.
Ignoro el autor de la frase que unos atribuyen a Goebbels  y otros a Millán Astray, pero sin duda tiene más padres: “cuando oigo hablar de cultura llevo la mano a la pistola”.
De esos polvos, aunque se hayan querido disimular con un escenario de cartón piedra vienen riadas de lodos como los que amenazan España, las noticias del CSIC no pueden ser más alarmantes, pero sí lo son, porque la misma política de desmantelamiento se está produciendo en la Universidad donde 30.000 estudiantes no podrán seguir sus estudios por falta de becas, lo que equivale a que dentro de cinco o seis años el país tendrá unos 200.000 profesionales menos de los que podía haber producido.
En realidad la pérdida no es para el país sino para el mundo, que es donde encontrarían trabajo porque los empresarios españoles, a juzgar por las declaraciones de los presidentes de sus asociaciones empresariales  se dedican a ganar dinero no produciendo riqueza sino defraudando a la Seguridad  Social - ¡y a mucha honra!, blasona - y a defraudar a Hacienda pagando en negro a sus trabajadores-esclavos por jornadas ilegales por excesivas, recibiendo el respaldo ético de los demás empresarios a los que tan bien representan.
También Rusia, que ha montado su propia mascarada para disimular la “dictadura heredada” - ¡ellos incluso eligen al Jefe del Estado! - está preparando un  proyecto de ley para el desmantelamiento de la mundialmente famosa - ¡y con justa razón! - Academia de las Ciencias de la URSS (hoy de Rusia). El objetivo no está claro, pero el latrocinio es previsible, porque de aquellos polvos vienen estos lodos y eso nosotros lo sabemos bien. El pasado 3 de junio tuvo lugar la primera lectura en el Parlamento, haciendo caso omiso de la presión que todos los científicos rusos a través de sus instituciones - ¿será que las quieren desmantelar, como ocurrió en el CSIC, porque son “demasiado” democráticas? - han manifestado al Gobierno y a los miembros del Parlamento
El 5 de Julio ha tenido lugar el segundo embate, pero como ocurre con estas “democracias herederas de las dictaduras”, que confunden la mayoría parlamentaria con una “dictadura legitimada por los votos”, apenas han conseguido más que modificaciones cosméticas irrelevantes y que se haga una tercera lectura a mediados de septiembre.
Como suelen hacer todos los gobiernos tramposos se dedican a cambiar la terminología para que no se note lo que hacen, creyendo que los ciudadanos somos tontos. Así se ha cambiado el término “liquidación” por el de “reorganización”, pero la que están montando se hace al margen de los científicos y las instituciones en que estos están organizados, las elecciones no son democráticas - ¿habrán copiado la democracia orgánica de Franco que también hemos recuperado nosotros? Pero, sobre todo han repartido promesas, algo sobre cuyo incumplimiento gubernamental nosotros sabemos mucho.
Algunas personas, p. ej. el Presidente de la RAS, Acad. F. Fortov, creen que se puede todavía conseguir algo, en contra de la opinión de los sindicatos y de la mayoría de los investigadores. Aunque todavía no hay ningún texto legal definitivo, en el existente se incluyen datos falsos para justificar lo que se quiere hacer y se viola el derecho constitucional de los investigadores a participar en las discusiones antes de someter la ley al Parlamento , porque la tercera lectura prometida ya sólo permite enmiendas técnicas de carácter formal.
Nuestros colegas rusos piden nuestro apoyo. Aunque “a buen lado vienen a pedir leña” - nuestras heridas por las pérdidas de derechos democráticos están todavía sin cicatrizar - mi propuesta es que la Asociación de Personal Investigador debe sumarse a la presión internacional.
“Investigadores del Mundo, ¡Uníos!”, debe ser nuestro slogan para respaldar su proyecto en defensa de sus derechos democráticos - la garantía mínima de la defensa de la razón - y de protección de una realidad científica de la envergadura de la RAS, que no puede ser desmantelada -como pretenden estos políticos hijos de una dictadura que los amamantó - sólo porque en el Parlamento  tenga, legalmente, la mayoría! La democracia es otra cosa.
La destrucción de los templos del saber constituyen un delito de lesa humanidad, aquí, en Rusia y en la Galaxia de Andrómeda ¡por no citar sitios más lejanos donde también lo es.

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