Aunque sea de modo intuitivo
todos descubrimos de pequeños el principio de Arquímedes en su versión
práctica. Si colocábamos un trozo de madera en el agua se hundía un poco. Si
poníamos algo sobre el trozo de madera se hundía más, pero seguía flotando.
Incluso éramos capaces de poner pesos mayores de modo que todo el trozo de
madera estuviera bajo el nivel del agua y que aquello siguiera flotando.
Todavía no sabíamos lo de baricentro y el metacentro pero sí que el riesgo de
vuelco aumentaba a medida que cargábamos el trozo de madera.
Lo que no conseguíamos nunca era
que algo flotara sin sumergirse nada hasta que alguien, mágicamente, lograba
colocar una cuchilla de afeitar, una laminilla de acero de unos 0,1 mm de
espesor o una aguja flotando sobre el agua ¡sin hundirse! ¡Era mágico!. Había
que hacerlo con mucho cuidado para conseguir beneficiarnos del efecto de la
tensión superficial, algo que era más fácil con una cuchilla o aguja sin usar,
que con una que ya hubiera sido usada.
Estas reflexiones casi infantiles
vienen a cuento de las declaraciones de la Secretaria de Estado de
Investigación. Promete - ¿o amenaza? - que a partir de ahora en España ¡sólo se
financiará la excelencia investigadora porque ése es el objetivo que busca el
gobierno!
A estas alturas poner de
referencia de credibilidad que el gobierna tenga un determinado objetivo es la
mejor forma de descrédito. El gobierno tenía como objetivo acabar con la crisis;
y aumentó; disminuir el paro, y aumentó;
aumentar nuestro nivel de vida, y bajó; disminuir los impuestos, y aumentaron; no
tocar las pensiones y ya les metió mano ; …. la lista de los objetivos
incumplidos del gobierno es interminable. Decir que tiene como objetivo alcanzar la excelencia
investigadora es, sin duda, la mejor garantí de que logrará una investigación desastrosa, que es lo que está haciendo,
de momento, ¡tal como cabía esperar!
Decía un amigo mío, “No quiero
que los míos lleguen al poder; entonces perderé la esperanza que me mantiene
vivo”. Siempre pensamos que un científico al frente de la investigación sería
la oportunidad de que la investigación diera un salto adelante. Aunque algunas
veces ocurrió, recuerdo la época en la que se publicó la ley de la ciencia, que
fue un progreso todavía insuperado, ¿se trató de una excepción?
La Secretaria de Estado que
tenemos no conoce el principio de Arquímedes. ¿A dónde podemos esperar llegar?
¡Han llegado los nuestros y por eso he perdido todas las esperanzas!
Veamos: la excelencia es como el
pico de iceberg, lo que sobresale sobre el nivel del mar. Pero esa excelencia
que sobresale lo hace porque hay una gran cantidad de hielo por debajo del
nivel del mar que no se ve, ¡pero que está! Y sólo porque está emerge algo
sobre la superficie. En números redondos el 8 % es lo que emerge, pero lo que
está debajo es el 92 % restante.
Con la ciencia, con el deporte,
con cualquier actividad humana, pasa lo mismo. Se necesita una producción
inmensa, el 92 % que sea de calidad adecuada, de agua pura hecha hielo, es
decir, que flote en el agua de mar, para que una minoría, el 8 %, flote
emergiendo de su superficie.
Pretende “buscar la excelencia”
con programas políticos de “financiar sólo la excelencia” indica lo excelentemente
incompetentes que es ese Gobierno que se propone ese proyecto. Un Gobierno al
que se le llena la boca y le desborda cuando babea la palabra excelencia. ¡Y
las babas son desagradables!; tolerables en un bebé, pero desagradables en un
adulto.
La excelencia, Srª Secretaria de
Estado, Srs. miembros del Gobierno, no se busca, ¡se encuentra! La única forma
de encontrarla es generar un 100 % de actividad para que emerja un 8 % de
excelencia. Pretender tener sólo “excelencia científica” es algo que hace reír a
los demás ministros de Educación y responsables del progreso científico en los
demás países cuando oyen o leen estas declaraciones. Pero están educados y por
eso sólo sonríen.
Porque se invirtió mucho dinero
en actividades deportivas se generó una cantera suficiente como para descubrir
dentro de ella la excelencia que existía pero que, “sin financiación no podía emerger”.
Porque se invierte mucho en ciclismo hay una cantera suficiente como para que
“emerjan” una excelencia tas otra. Cuando empezó a aumentar el número de
jugadores de tenis, antes era sólo un deporte de “excelentes ricos”, ninguno
llegó a excelente, salvo el caso de Lil Álvarez, que yo recuerde. Cuando empezó
a aumentar el número de caddies que, siendo pobres podían aprender a jugar al
golf, surgió “la excelencia”; y con el estímulo del ejemplo ¡y de la
financiación!, hacemos un papel discreto en el concierto mundial.
El número de ejemplos deportivos
es mucho más numeroso y conocido de todos. La ciencia, la agricultura … ¡todo!,
Srª Secretario de Estado y Srs. miembros del gobierno, se rige por los mismos
parámetros: ¡quien siembra, recoge!
Porque hubo una mejora
generalizada en la educación, a base de becas, y mucha más gente que nunca llegó
a estudiar en la universidad, y mucha más gente que nunca llegó a obtener su
doctorado y mucha más gente que nunca perfeccionó su formación en instituciones
extranjeras y mucha más gente que nunca volvió a España para seguir
investigando, hemos logrado, en espiral
de progreso, alcanzar una “discreta excelencia” en el contexto mundial.
Incluso diría que una excelencia superior a la que nos corresponde en función
del número de científicos que tiene el país y de los menguados recursos que se
invierten en I+D
Pero su política y la del
Gobierno en el que está: disminuir las becas a los que demuestran un nivel
suficiente, aprobar con un 5, demuestra un nivel suficiente, es la mejor forma
de disminuir el número de estudiantes universitarios, que disminuirá el de egresados
con título superior, que disminuirá el número de doctores, que disminuirá el número
de los que completen su formación en el extranjero, que disminuirá el número los
que acaben dedicándose a la investigación en España, en la espiral de retroceso que caracteriza esta política de que “sólo
financiaremos la excelencia”.
Todo lo que hay que saber es el
Principio de Arquímedes; y aun basta con el sentido común. Hasta el más
analfabeto campesino sabe que “quien
ahorra en la simiente logra una porquería de cosecha”. Ésa es la política
científica que Vd. representa y abandera con sus declaraciones siguiendo ¡claro
está!, las directrices que marca este gobierno
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