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24 jul 2013

La Srª Mato y y el Sr. Laarasi

Hará a un año que la fiscalía empezó a investigar a un imán en Cataluña porque, al parecer, invitaba al maltrato femenino con moderación. Era un imán discreto que nunca defendiera interpretaciones radicales del islam; por tanto, el Sr. Laarasi, aunque era un imán influyente, nunca había sido objeto de ninguna investigación por parte de la policía

Este individuo, y no sólo él, propone una violencia física contra las mujeres “para conseguir el efecto, sin que se note el cuidado”, pero va más allá: detalla estrategias de sometimiento que implican violencia, pero no física, como aislar a las mujeres dentro del domicilio conyugal. Esta doctrina, sin embargo, no nos es ajena: “la mujer la pata quebrada y en casa”. Durante medio siglo fue la doctrina oficial de la dictadura del genocida que, siguió las directrices de la iglesia católica, que cree en el mismo Dios de Abraham que el Sr. Laarasi, que también se proponía “liberar a la mujer de la tiranía de la fábrica y reconducirla al lugar sagrado del hogar”.
El Sr. Laarasi, al parecer, también proponía castigar a las mujeres negándose a mantener relaciones sexuales con ellas. En este particular la doctrina no coincide con la de la iglesia católica que, por el contrario, tenía establecido el “débito conyugal” para que no fueran las mujeres las que castigaran a sus maridos negándose a tener relaciones con ellos.
El imán, según leímos, discurría también en sus prédicas acerca de cuál debería ser el papel de la “verdadera mujer musulmana” en la sociedad actual contraponiéndolo con el que ha empezado a poder ejercer la mujer occidental, que, en su opinión disfruta de “demasiados derechos”. Esta expresión revela que para el los derechos se conceden y no son propios.
Estas reflexiones vienen a mi mente cuando tengo noticia de que la Ministra de Sanidad quiere disminuir la lista de mujeres maltratadas - ¿será porque perjudican a la “marca España”? - según un método que parece inspirado por el Sr Laarasi. Mas sutilmente, si contar con la Real Academia de la Lengua, inventa una nueva definición :“mujer maltratada: dícese de la que habiendo sufrido mal trato necesita estar hospitalizada más de 24 h para el tratamiento de las lesiones”. No sé si el Sr. Laarasi es su asesor o no, pero lo parece. A partir de ahora sus correligionarios que sigan sus consejos no serán acusados de haber maltratado a una mujer.
La Secretaria de Estado de Asuntos Sociales precisó, ante el “injustificado” revuelo organizado con esta información:"No se trata de maquillaje ni de exclusión”, ya que "hasta ahora, las mujeres agredidas no se incluían en ninguna estadística". El objetivo, cabe concluir, es el de que nunca lleguen a ser parte de ellas, lo cual es “algo distinto” que maquillar las estadísticas.
El argumento es de una lógica implacable. Si no existían estadísticas no se pueden maquillar, porque no se puede maquilar lo que no existe. Otra cosa es que al iniciar unas estadísticas basadas en esta definición aunque las estadísticas no se maquillen, sea la realidad la que queda maquillada en las estadísticas ¡que no la representan!, dándole la razón al 15-M.
Pero eso, según parece, no importa tanto ¿qué es la realdad, al fin y al cabo? La realidad es como la vida: “una sombra, una ficción y todo bien es pequeño, porque la ida es un sueño y los sueños, sueños son”, como explicó Calderón de la Barca por boca de Segismundo.

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