Hará a un año que la fiscalía empezó a
investigar a un imán en Cataluña porque, al parecer, invitaba al maltrato
femenino con moderación. Era un imán discreto que nunca defendiera interpretaciones
radicales del islam; por tanto, el Sr. Laarasi, aunque era un imán influyente,
nunca había sido objeto de ninguna investigación por parte de la policía
Este individuo, y no sólo él, propone
una violencia física contra las mujeres “para conseguir el efecto, sin que
se note el cuidado”, pero va más allá: detalla estrategias de
sometimiento que implican violencia, pero no física, como aislar a las mujeres
dentro del domicilio conyugal. Esta doctrina, sin embargo, no nos es ajena: “la
mujer la pata quebrada y en casa”. Durante medio siglo fue la doctrina oficial
de la dictadura del genocida que, siguió las directrices de la iglesia católica,
que cree en el mismo Dios de Abraham que el Sr. Laarasi, que también se
proponía “liberar a la mujer de la tiranía de la fábrica y reconducirla al
lugar sagrado del hogar”.
El Sr. Laarasi, al parecer, también
proponía castigar a las mujeres negándose a mantener relaciones sexuales con
ellas. En este particular la doctrina no coincide con la de la iglesia católica
que, por el contrario, tenía establecido el “débito conyugal” para que no
fueran las mujeres las que castigaran a sus maridos negándose a tener
relaciones con ellos.
El imán, según leímos, discurría también
en sus prédicas acerca de cuál debería ser el papel de la “verdadera mujer
musulmana” en la sociedad actual contraponiéndolo con el que ha empezado a
poder ejercer la mujer occidental, que, en su opinión disfruta de “demasiados
derechos”. Esta expresión revela que para el los derechos se conceden y no son
propios.
Estas reflexiones vienen a mi
mente cuando tengo noticia de que la Ministra de Sanidad quiere disminuir la
lista de mujeres maltratadas - ¿será porque perjudican a la “marca España”? - según
un método que parece inspirado por el Sr Laarasi. Mas sutilmente, si contar con
la Real Academia de la Lengua, inventa una nueva definición :“mujer maltratada:
dícese de la que habiendo sufrido mal trato necesita estar hospitalizada más de
24 h para el tratamiento de las lesiones”. No sé si el Sr. Laarasi es su asesor
o no, pero lo parece. A partir de ahora sus correligionarios que sigan sus
consejos no serán acusados de haber maltratado a una mujer.
La Secretaria de Estado de
Asuntos Sociales precisó, ante el “injustificado” revuelo organizado con esta
información:"No se trata de maquillaje ni de exclusión”, ya que
"hasta ahora, las mujeres agredidas no se incluían en ninguna
estadística". El objetivo, cabe concluir, es el de que nunca lleguen a ser
parte de ellas, lo cual es “algo distinto” que maquillar las estadísticas.
El argumento es de una lógica
implacable. Si no existían estadísticas no se pueden maquillar, porque no se
puede maquilar lo que no existe. Otra cosa es que al iniciar unas estadísticas basadas
en esta definición aunque las estadísticas no se maquillen, sea la realidad la
que queda maquillada en las estadísticas ¡que no la representan!, dándole la
razón al 15-M.
Pero eso, según parece, no
importa tanto ¿qué es la realdad, al fin y al cabo? La realidad es como la
vida: “una sombra, una ficción y todo bien es pequeño, porque la ida es un
sueño y los sueños, sueños son”, como explicó Calderón de la Barca por boca de Segismundo.
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