La verdad,
como es bien sabido, según una de las mejores definiciones filosóficas es “adequatio
intelelctus et rei”: la conformidad de la razón con la realidad. Al ser humano
le interesa identificar la verdad, conocer la ealidad en la que vive y para ello puede adoptar entre dos actitudes:
la primera es la de los creyentes;
al margen de lo que crea cada uno, creen que posen la “única verdad verdadera”.
Por eso muchos están dispuestos a matar a quien tenga otra, aunque su alienación
es limitada y, por eso hay muchos menos dispuestos a morir por ella. Su fe es
tan irracional que rechazan el siguiente argumento racional que nadie puede
negar: de todas las creencias en la posesión de la “verdad verdadera”, al menos
todas menos una son un error, sin descartar que lo sean todas. Ante esta
realidad indiscutible, todos y cada uno de los creyentes hacen dos afirmaciones
gratuitas: la primera es que una de las creencias es “la única verdad verdadera”;
la segunda es que es la que tiene cada uno de los creyentes es “la única verdad
verdadera”.
La segfuna consiste en razonar; eso exige verificar continuamente la “adequatio”, la conformidad, entre el
“intellectus”, lo que razonamos, “et rei”, y lo la realidad que analizamos. La tarea
no tiene fin porque los seres racionales su razón les obliga a ser humildes porque parte de un
postulado:, reiterado experimentalmente, de que nunca podrán alcanzar el "verdadero cnocimiento de la verdad", es decir, de la realidad de su vida que pretenden entender de la única forma posible: esperimental y racionalmente.
Dicho de otro modo, su “verdad experimental” se reconoce como la “verdad más verdadera,de momento” de todas las explicaciones de que se dispone. Eso obliga a dos tareas también interminables: descubrir nuevas explicaciones para todo aquello que todavía no las tiene y no dejar de verificar si la última ”verdad más verdadera,de momento” sigue siéndolo o si, dados los últimos hallazgos, hay otra ”verdad verdadera, de momento” que explique la realidd del mundo en el que vivimos del modo más adecuado.
Dicho de otro modo, su “verdad experimental” se reconoce como la “verdad más verdadera,de momento” de todas las explicaciones de que se dispone. Eso obliga a dos tareas también interminables: descubrir nuevas explicaciones para todo aquello que todavía no las tiene y no dejar de verificar si la última ”verdad más verdadera,de momento” sigue siéndolo o si, dados los últimos hallazgos, hay otra ”verdad verdadera, de momento” que explique la realidd del mundo en el que vivimos del modo más adecuado.
Los
creyentes tienen más confianza en sus creencias que en su capacidad de razonar,
una actitud que no nos cabe la más mínima duda que es correcta, pero eso los hace intelectualmente más
perezosos y aburridos. No tiene quehcer para descubrir la verdad porque ya la tienen, lo que les libra de todo temor. En
cambio,quienes pese a sus creencias, confìan más su razón que sus ellas, una actitud que no nos cabe la más mínima duda que es correcta, tampoco tienen miedo pero porque tiene delante de ellos la tarea apasionante de toda una vida destinada al trabajo incansable de
seguir buscando la “verdad de momento verdadera”.
Los
creyentes, al poseer la “única verdad verdadera”, suelen ser soberbios e intolerantes con quienes poseen otras “verdades falsamente
verdaderas”. Su argumento es que estos son unos malvados que engañan a los demás con sus “falsas verdades verdaderas", Sin embargo todos los creyentes, sean cuales sean sus
creencias se alían siempre frente al enemigo común: el ser racional. No soportan su humilde, el opina, no impone
- humildad que pone más de manifiesto su soberbia - porque saben de su incapacidad para llegar a poseer la “única verdad verdadera! Porque trabajan
incasablemente buscando la verdad que saben que no encontrará no son dictadoriales sino democráticamente dialogantes - lo que pone más de manifiesto la intolerancia del creyente. Son dos actitudes, la humildad y la falta de intolerancia ¡insoporatbles!
El mundo se
ha teñido de sangre día tras día, año tras año, siglo tras siglo, y seguirá así,
gracias a todos estos soberbios posesores de “la única verdad verdadera”. El
humilde razonamiento, el fruto del que razóna, será objeto de persecuciones
directas o indirectas, pero todas implacables e inclementes.
Estas dos actitudes desembocan en dos opciones políticas: los creyentes son totalitarios y nacionalistas - el ciduadano al servicio del pueblo;
algunos incluso monárquicos- dios, patria y rey. En sus mejores tiempos defendieron como “única verdad
verdadera” que los caudillos y reyes lo eran por la GRACIA DE DIOS, verdad fruto de la revelacion divina (?); ahora ya no
lo dicen ¡pero aun lo creen!; los racionales hemos descubierto que todos los hombres (varones o mujeres) son iguales
en su derecho, porque la razón no admite los privilegios. Por eso somos demócratas,
republicanos y laicos. Razonando
Aquí reside
la tensión del mundo, “dividido por gala en dos”. La suma de creyentes
soberbios e irracionales poseedores de la “única verdad verdadera”, terrena
(totalitarios/dictatoriales/monárquicos) o ultra-terrena (religiosos/fanáticos intolerantes si logran el poder) aun es mayoritaria en muchos países.
El aumento del nivel cultural conduce, necesariamente, al aumento del número en el grupo de los seres racionales (demócratas/repubicanos/laicos) que se fían
de su razón. Por eso, para seguir siendo mayoría, los partidos de los creyentes
persiguen con saña la instrucción pública y la libertad de cátedra y favorecen la alienación privad a través del adoctrinamiento en su creencia, a ser
posible financiada por los Presupuestos Generales el Estado, lo que pone de manifeisto que amán más su dinero que su fe.
Si ven que la mayoría ya es racional, crean una ley electoral fraudulenta. Así, consiguen lograr más diputados con menos
votos en circunscripciones de creyentes violando el principio un hombre (varón
o mujer) = un voto, principio que es fruto
de la razón y que ellos no soportan precisamente porque es lo racional. Ésta es una verdad racional
que es "verdad verdadera", porque nadie ha podido demostrar lo contrario.
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