Todas las dictaduras persiguen la actividad intelectual porque en ella
se encuentra el último reducto de la libertad con la que
quieren acabar. Pensar es una actitud que sólo se puede impedir volviendo loco
a las personas y no pocas torturas pretenden ese objetivo.
La cultura, de la
que es parte la actividad científica investigadora, como expresión de esa
actividad intelectual es igualmente perseguida por todos los dictadores. El
investigadores una persona que razona y a ninguna dictadura le gusta que la
gente razone, sólo le gustan que obedezca. Por eso, desde el investigador más
básico al más aplicado es una fuente de riesgo: se empieza razonando sobre la
constitución de la materia - algo en principio políticamente neutro - y se
acaba razonando sobre el derecho a la libertad y a la educación pública.
En España la
posesión de libros, no digamos “los prohibidos”, entre los que se encontraba la
Biblia, salvo si eras eclesiástico, era prueba de querer razonar y no obedecer.
Ignoro el autor de
la frase que unos atribuyen a Goebbels y
otros a Millán Astray, pero sin duda tiene más padres: “cuando oigo hablar de
cultura llevo la mano a la pistola”.
De esos polvos,
aunque se hayan querido disimular con un escenario de cartón piedra vienen
riadas de lodos como los que amenazan España, las noticias del CSIC no pueden
ser más alarmantes, pero sí lo son, porque la misma política de desmantelamiento
se está produciendo en la Universidad donde 30.000 estudiantes no podrán seguir
sus estudios por falta de becas, lo que equivale a que dentro de cinco o seis
años el país tendrá unos 200.000 profesionales menos de los que podía haber
producido.
En realidad la
pérdida no es para el país sino para el mundo, que es donde encontrarían
trabajo porque los empresarios españoles, a juzgar por las declaraciones de los
presidentes de sus asociaciones empresariales se dedican a ganar dinero no produciendo
riqueza sino defraudando a la Seguridad
Social - ¡y a mucha honra!, blasona - y a defraudar a Hacienda pagando
en negro a sus trabajadores-esclavos por jornadas ilegales por excesivas,
recibiendo el respaldo ético de los demás empresarios a los que tan bien
representan.
También Rusia, que preside el ex-camarada Putin, se ha montado su propia mascarada para disimular la “dictadura heredada” - ¡ y eso que, al menos, ellos
incluso eligen al Jefe del Estado! - está preparando un proyecto de ley para el desmantelamiento de
la mundialmente famosa - ¡y con justa razón! - Academia de las Ciencias de la URSS
(hoy de Rusia). El objetivo no está claro; el latrocinio es previsible; de aquellos polvos vienen estos lodos y eso nosotros lo sabemos bien. El
pasado 3 de junio tuvo lugar la primera lectura en el Parlamento donde se hizo caso
omiso de las peticiones elevadas a los
miembros del Parlamento y al Gobierno, a través de sus
instituciones, de todos los científicos rusos temerosos de que las quieran desmantelar, como ocurrió en el CSIC,
porque ser “demasiado democráticas".
El 5 de Julio ha
tenido lugar el segundo embate. Como ocurre con estas “democracias
herederas de las dictaduras”, confunden la mayoría parlamentaria con una
“dictadura legitimada por los votos”. El resultado es que apenas han conseguido más que
modificaciones cosméticas irrelevantes y, ¡victoria pírrica!, que se haga una tercera lectura a
mediados de septiembre.
La característica de todos los gobiernos tramposos es que cambian la terminología en un vano intento de que no
se note lo que hacen, creyendo que los ciudadanos somos tontos, con lo que se nota más. Así se ha
cambiado el término “liquidación” por el de “reorganización”-La liqujidación que hacen se hace al margen de los científicos y las instituciones en que estos
están organizados. En las nuevas las elecciones no son democráticas, ¿copiaron la
democracia orgánica de Franco que también recupeamos nosotrosen el CSIC? Sobre todo han repartido promesas; pero sobre su incumplimiento gubernamental
nosotros sabemos mucho.
Algunas personas,
p. ej. el Presidente de la RAS, Acad. F. Fortov, creen que se puede todavía
conseguir algo, en contra de la opinión de los sindicatos y de la mayoría de
los investigadores. Aunque todavía no hay ningún texto legal definitivo, en el
existente se incluyen datos falsos para justificar lo que se quiere hacer y se
viola el derecho constitucional de los investigadores a participar en las
discusiones antes de someter la ley al Parlamento , porque la tercera lectura
prometida ya sólo permite enmiendas técnicas de carácter formal.
Nuestros colegas
rusos piden nuestro apoyo. Aunque “a buen lado vienen a pedir leña” - nuestras
heridas por las pérdidas de derechos democráticos están todavía sin cicatrizar
- mi propuesta es que la Asociación de Personal Investigador debe sumarse a la
presión internacional.
“Investigadores del
Mundo, ¡Uníos!”, debe ser nuestro slogan para respaldar su proyecto en defensa
de sus derechos democráticos - la garantía mínima de la defensa de la razón - y
de protección de una realidad científica de la envergadura de la RAS, que no
puede ser desmantelada -como pretenden estos políticos hijos de una dictadura
que los amamantó - sólo porque en el Parlamento
tenga, legalmente, la mayoría! La democracia es otra cosa.
La destrucción de
los templos del saber constituyen un delito de lesa humanidad, aquí, en Rusia y
en la Galaxia de Andrómeda ¡por no citar sitios más lejanos donde también lo
es.
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