Etimológicamente democracia
significa el gobierno del pueblo y se opone a aristocracia que significa el
gobierno de los mejores. Como tantas cosas en política es un engaño.
Los “aristos”, los mejores en
griego, no eran los mejores; eran parte de las clases dominantes que se denominaban
a sí mismos los mejores y elegían entre ellos quien los gobernaría.
El pueblo era gente que estaba
bajo su dominio con más o menos libertades. Muchos no tenían derecho a
representación política, polis significa ciudad en griego, lo que significa que
no tenían representación ciudadana. Claro que las polis, las ciudades, eran
ciudades estado, con lo cual no era una cuestión meramente municipal sino de
representación estatal.
Poco a poco esa mayoría de
ciudadanos no “aristos” logró imponer sus derechos y tuvieron bastantes dentro
del imperio romano donde, con las normas que existían, podía elegir a los mejores.
Descompuesto el imperio nació otro esquema “aristocrático”. Los “mejores” se elegían
tras las guerras - puros robos de unas comunidades a otras. El vencedor se apropiaba
- robaba - la tierra al que perdía. Era habitual perdonar la vida al que se
rendía y dejarle llevarse lo que podía trasladar en un carro - eso se hizo
también con los judíos cuando se les expulsó. A cambio, el que ganaba le robaba
la tierra y la repartía entre los guerreros más bravos.
Así, poco a poco, se reconstruyó
otra “aristocracia”. A los “aristos” el “prínceps”, el primero, que se adjudicó
el título de rey, les daba los títulos, conde, marqués, duque, etc. Ent re
todos se pusieron de acuerdo para hacerlos hereditarios y así esos “mejores”
pasaron a serlo los hijos nietos y biznietos y tataranietos de los mejores, logrando
su derecho por vía vaginal,
La iglesia, astutamente, se
adjudicó el papel de atribuir el poder de esos “aristos” a la voluntad divina,
sobre todo el del rey, que les pagó con regalos y privilegios. La gente, inculta
y poco reflexiva. se lo creyó. ¿Cómo no iba a creérselo si se creían todos los
mitos que la propia iglesia contaba de si misma? Así, unos que fueran hombres
libres pasaron a ser súbditos, es decir a estar “sub dictum”, bajo el “dictado”,
del rey. Porque era absoluta la monarquía, la dictadura monarquía era absoluta. Así ocurrieron las
cosas hasta que en la Revolución Francesa se publicó la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano estableciendo, el precedente lo habían
producido los colonos del Este de Norteamérica al independizarse de su rey
inglés, que todos los seres humanos, mujeres y varones, son iguales en sus
derechos.
Desde hace poco más que 200
años, en 2039 celebraremos los 250 años, han ido desapareciendo estas
estructuras fraudulentas con su atropello a la igualdad de derechos entre los
seres humanos que son los regímenes monárquicos que todavía sobreviven.
La indignidad del
planteamiento - una familia y sus descendientes son superiores en derechos a
los demás por vía vaginal - pervive porque
los dictadores cedían los derechos que no tenían.
En Europa y en otros
continentes del tercer mundo todavía hay estados donde estos farsantes que son
Jefes del Estado y donde ese puesto de trabajo se hereda, lo cual es una
necedad.
Semejante sistema de selección
no se admite en puestos de menos responsabilidad: profesor, ingeniero, médico,
juez o general. La necedad, pues, es grande por admitirlo para el puesto de
máxima responsabilidad dentro de la estructura del Estado.
Lo único sensato - es decir,
lo único racional - es que la Jefatura del Estado la ocupe quien, por procedimientos
adecuados, oposiciones, como los funcionarios del Estado, o elección popular a
término (es decir durante pocos años), como los políticos, demuestre ser
competente. Sólo una república ofrece ese sistema; por tanto sólo en una
república habrá, simultáneamente una democracia - quien elige es el pueblo - y
una aristocracia - el pueblo elige a los que le parecen mejores. Y si nos
equivocamos podemos rectificar la opinión.
Las monarquías pueden
disfrazarse de parlamentarias, para que no se note que al rey no se le elige,
pero por eso ni son democráticas - el pueblo no les ha elegido - ni son aristocráticas
porque por la vía vaginal no se elige al mejor, sino al hijo de su madre.
¿A qué esperamos para exigir
que en España vuelva la democracia aristocrática que nos robó un general y que
heredó un tipo que le juró que seguiría atropellando nuestros derechos?
¿O le parece a Vd. que es más
inteligente y razonable la selección hereditaria del “mejor” jefe del estado fruto
de la actuación de un varón sobre su santa esposa por vía vaginal?
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