Está
claro que sí. Lo único que no se puede cambiar es lo que está muerto. Ésa es su
condición: la inmutabilidad; aunque los gusanos se encarguen de convertirlo en
otra cosa “... in pulvis te reverteris”. Negarlo, es negar la realidad de la
historia. ¿Puede haber alguien que lo sostenga? Por increíble que parezca sí en
términos prácticos, a base de sacralizar la constitución. Son los herederos del
texto del Decreto 779/1967 “ El carácter fundamental de las Leyes a refundir y
la permanencia e inalterabilidad de los
principios que las inspiran, tal y como fueron proclamados por la Ley de 17
de mayo de 1958 y reiterados en la propia Ley Orgánica del Estado .....”.
¿Qué queda de eso? Ciertamente
queda el heredero del dictador que proclamó la permanencia e inalterabilidad de
los principios Fundamentales que él juró seguir aplicándonos. Todo aquello fue proclamado “manu militari”.
Todo aquello, felizmente, fue modificado “manu civili” - aunque bajo el permanente
ruido de los sables, por lo que, como dijera el dictador “todo quedó atado y
bien atado “ - cuando aquellas Cortes, intrínsecamente ilegítimas que habían
adquirido la legitimación por el atropello de una República democrática,
decidieron autodisolverse.
Así dieron paso, de modo
civilizado, a la actual Constitución Española que “en el ámbito español de
decisión” aprobamos todos los españoles con derecho a voto, bien es verdad que
se nos prohibió elegir la forma de Estado, que se dejó la que el dictador
impuso, sin solución de continuidad. Pero como dueños de lo que aprobamos -
incluido lo que no se nos dejó modifica, pues no se nos dio otra opción -
podemos modificarla cuantas veces nos parezca, sin desmelenes nacionalistas,
sean del signo que sean.
La gran mayoría de los
españoles es demócrata; acepta las leyes y nadie puede pretender, sería ilegal,
invadir la esfera de competencias que no tiene o chantajear para lograr
privilegios ilegales. Se puede pedir el cambio de leyes si no nos gustan. Pero
nadie tiene derecho a romper la baraja. Otra cosa es que, llegado un momento,
se valore la oportunidad de dejar que quienes dicen que no quieren seguir
siendo parte de la comunidad se vayan y nos dejen a los que aceptamos seguir
siendo parte de ella.
Lo
dicho no sólo es de sentido común, sino que lo ratifica la Historia. ¿En qué se
parece la integridad del territorio nacional actual a la de hace algunos años o
siglos?. Dejaron de ser provincias españolas las del Sahara. España, el
territorio donde vivimos los españoles, permanece. En el Sahara ya no hay
españoles, hay saharauis invadidos por Marruecos. “Dios castiga sin palo ni
piedra”, decía mi abuela. ¿Se imagina V. cómo vivirían los saharauis si
hubieran seguido siendo una provincia española? ¿Y Guinea?.
Reflexionen
los independentistas sobre sus intereses y ejerzan su libertad. Todos los
países aceptaron la realidad de la secesión que la historia les impuso. España también
y la UE, de donde saldrían por dejar de ser parte de España. Tendrían que solicitar
su ingreso como nuevo país porque esas son las normas. O cabe la subrogación. España sigue estando en la UE
aunque disminuida en tamaño.
La
Constitución, en su art. 166 dice: “La iniciativa de reforma constitucional se
ejercerá en los términos previstos en los apartados 1 y 2 del artículo 87”,
que, a su vez, dice: “1. La iniciativa legislativa corresponde al Gobierno, al
congreso y al Senado, de acuerdo con la Constitución y Reglamentos de las
Cámaras”.
Pero añade:
“2.- Las Asambleas de las Comunidades Autónomas podrán solicitar del Gobierno
la adopción de un proyecto de ley o remitir a la Mesa del Congreso una
proposición de ley, delegando ante dicha Cámara un máximo de tres miembros de
la Asamblea encargados de su defensa”.
Eso
debe hacer el Sr. Más, si ésa es su voluntad. 1. aprobar en el Parlamento catalán
la propuesta de modificación de la Constitución Española. 2. Nombrar tres
miembros para su defensa. 3. Defender ante la cámara el proyecto explicando las
consecuencias jurídicas, políticas y económicas de ese proyecto. Lo que no debe
de hacer es crear mal ambiente con su actitud victimista que convierte a los
españoles en agresores y agredidos cuando la inmensa mayoría sólo quiere tener la
fiesta en paz. Ése es el camino que no lleva a ningún lado. El acusado de
agresor, que no lo es, se siente mal con el papel que le adjudican porque no es
el suyo. Hagamos las cosas con lealtad. ¡Por todas las partes!, por supuesto, y
para eso lo mejor es hacer planteamientos claros
Por supuesto
que todos los ciudadanos tenemos el derecho a decidir. Y nuestra primera
decisión, la que no nos dejaron hacer es la de elegir al Jefe del Estado. Quizá
si empezáramos por resolver esa cuestión pendiente todas las demás quedarían
resueltas.
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