Eso decían los romanos. En castizo
se dice: “por la boca muere el pez”. Sumada al viejo dicho francés “qui
s’excusse s’acusse” - el que se excusa se acusa - nos define a ese Sr.Wert Ministro
de Educación con licencia para todo tipo de desmanes, incluidas las
justificaciones cínicas.
Sólo son excusas - de la
categoría de cínicas - las que - rechazadas por toda la sociedad - ha
balbuceado el Sr. Wert para justificar las tropelías que pretende ejecutar cuando
dica que restringe las becas para no dar limosnas.
Sr. Wert, para no dar limosnas
basta con procurar reparar, al menos, la
(in)justicia social, ¡precisamente mediante las becas!
La caridad mediante limosnas
es “virtud” cristiana que es una “estafa
ética”: un “sucedáneo” de justicia social. Los autores de la injusticia
social calman así sus “almas depravadas”. Creen que hacen una “obra ejemplar”. Sólo
devuelven una mínima parte del robo ejecutado día tras día atropellando los
derechos de sus víctimas, con lo que su deuda con ellos continúa.
Donde hay justicia social,
cada ciudadano, con el esfuerzo de su trabajo creador de riqueza, recibe el
salario justo y la caridad es innecesaria. Pero sólo recibe el salario justo quien
recibe el suficiente para el mantenimiento propio y de su familia.
Las becas no son ni fueron jamás una limosna. No lo fueron nunca. Ningún
becario consideró jamás que recibía una limosna. Asociar becas a limosnas es propio de mentes depravadas. Mentes
instaladas ideológicamente en la depravación capitalista del S. XIX, autores de
la (in)justicia social cuya ideología repiten en el S. XXI, incapaces como son de
una evolución ética que les permita distinguir
la justicia social de la caridad y, por ello, la beca de la limosna.
Las becas tienen que existir por
múltiples razones:
La primera razón es para saldar
la deuda que la sociedad tiene con muchas familias cuyos recursos les
impiden dar a sus hijos la formación que podrían luego ejercer beneficiando a
la sociedad gracias a la formación recibida.
La segunda razón es que esa
deuda de la sociedad es aun mayor con esos hijos; si sus padres no tienen culpa por no poder
darles esa formación, ellos tienen menos por no poder recibirla.
La tercera razón es que esas
becas son una cantidad pírrica respecto a la “beca implícita”, como
explicábamos el otro día, que reciben todos los demás estudiantes “no becados”.
Por lo tanto, es hipócrita seguir
becando al 80 % al estudiante que obtiene una calificación de 5 y negar la beca
del 20 % al que obtenga una calificación interior al 6,5.
La cuarta razón es que esas becas no son un despilfarro de los recursos públicos. Todos los
estudiantes tras aprobar con un 5 - que
es el mínimo suficiente que establece la sociedad - saben más que antes de
haber estudiado. Quien, por interrumpir
sus estudios no obtuvo el título recibe bastante sanción, pero no cabe reprocharle
su falta de rendimiento mínimo exigible. Los conocimientos adquiridos mientras
dispuso de la beca, fueron adquiridos. Por tanto, cumplió su compromiso social
de suficiente rendimiento ¡mientras disfruto de la beca!
La quinta razón es que, además del perjuicio personal se produce
otro social, como ya hemos demostrado en reflexiones anteriores. Si ahora el 50
% no terminaban la carrera, el Sr.Wert, al reducir ls becas aumentará el número
de quienes no terminen la carrera más allá del 50 %, actual, Pero eso excede la
capacidad de comprensión del Sr. Wert, de la Srª Cospedal y de todos los demás
miembros del PP que aplauden esta medida irracional y, además, injusta.
Hay una forma de actuación
política deleznable; consiste en echarle la culpa a la víctima. La utilizan los
etarra; también el gobierno con las víctimas de las preferentes, de las
subordinadas y de los engaños de las hipotecas abusivas, sólo posibles gracias
a la complicidad de los notarios. La actuación del gobierno no es exigir que se
devuelva el dinero a los engañados.
Los pro-etarras protegen a su
criminales, el gobierno a los suyos, la banca, a la que financian con el dinero
de sus víctima: los trabajadores estafados a los que, además, obliga a cambiar
el dinero estafado por unas acciones que, es el caso de Bankia, ya no valen
nada. Ésta es la segunda parte de la estafa, ahora con la complicidad del
gobierno.
Se trata de una estafa premeditada
contra os trabajadores, porque esos títulos NUNCA se vendieron a especuladores
profesionales. A esos no había forma de engañarlos.
Repetir la estrategia de
echarle la culpa a las víctimas, Sr. Wert, más que inmoral es inmundo.
0 comentarios:
Publicar un comentario