Frente
a los desatinos del Sr. Wert cabrían los argumento si no fuera tan creído de sí
mismo y no tuviera tan claro que la justicia social es algo que importa menos
que la "excelencia", siendo ésta importante. He leído, supongo que será cierto,
que él no hubiera obtenido becas de habérsele aplicado su ley. ¿Y a él que le
importa? Quizá era bastante rico por su casa. O quizá padece ese síndrome del “parvenu”:
no sirvas a quien sirvió ni pidas a quien pidió.
Pero olvidémonos del
Sr. Wert; al fin y al cabo es un individuo sin la más mínima importancia. Solo tiene poder; mañana será lo que era ayer. Lo importante son los ciudadanos que no
podrán iniciar o terminar su carrera universitaria por culpa de este individuo
pero sobre todo ¡por la mayoría del Parlamento!
Eso también es lo
importante. Si la mayoría de los representantes del pueblo no fueran tan necios como para negalre al ciudadano más desamparado la oportunidad de progresar cultural y profesionalmente contribuyendo
así a hacer de España un país mejor, las tonterías del Sr. Wert no se convertirían en ley. Claro que quizá lo hacen - ¡animados de un
gran espíritu patriótico! - para no malgastar los PGE. Como no iban a tener
ninguna oportunidad de trabajar en España, no quieren pagar su formación para que
mejore otro país.
Los Rectores y
su Comité de Rectores se han quejado. El Sr. Wert no les ha hecho caso. Es hora
pues, de pasar a la acción. Una acción que les permite la autonomía
universitaria. Se trata de que las propias universidades concedan becas - con
cargo a sus presupuestos - a los alumnos que, ¡porque han sido aprobados por
las Universidades!, merecen seguir estudiando.
Eso es posible
económicamente. Sólo hay que cobrar a estos alumnos el coste marginal que significan sus estudios para la Unviersidad. Analicémoslos.
El consumo de agua, luz, electricidad para el aire acondicionado o la calefacción, ¡incluso el desgaste de piso!, etc., es el mismo con un
alumno más que sin él. El personal administrativo y auxiliar de cada Facultad
es el mismo con un alumno más que sin él. También el personal docente admite un
alumno más matriculado - hay demasiados que ni van a clase - sin incurrir en
más costes ¡ni siquiera porque tiene que corregir un examen más. El único
incremento de coste que se produce es el de los folios de examen, aunque más en algunas experimentales, porque cuando
terminen la carrera si quieren tener el título tendrán que pagar para que le
den la cartulina.
Por tanto, lo que pueden hacer las Universidades es dotar unas “becas
propias” para los alumnos que, cumpliendo con los requisitos de las becas
nacionales ¡excepto el de las calificaciones!, acrediten haber aprobado las
asignaturas aunque, por no haber obtenido 5,5, les niegan una “beca nacional”.
En esas condiciones, ¡ni el coste de un Comité para el examen de las peticiones
de beca necesitan! Basta con que los alumnos presenten la comunicación del
Ministerio de que no han obtenido beca por no cumplir con el requisito de la
calificación exigida por la ley Wert, aun habiendo aprobado las asignaturas.
En esas
condiciones se establece un coste de matrícula por asignatura de 10 € por los costes marginales del papel de examen y
algunos otros costes marginales no identificados con el fin de que la economía
de la Facultad no quede alterada.
Así, cumpliendo la ley, por injusta que sea, pero de modo inteligente, se podrá salvar el estado de progreso social que, se supone, anima a todos los rectores de las Universidades Públicas. Y si no es el caso, ¿por qué los han elegido?
Así, cumpliendo la ley, por injusta que sea, pero de modo inteligente, se podrá salvar el estado de progreso social que, se supone, anima a todos los rectores de las Universidades Públicas. Y si no es el caso, ¿por qué los han elegido?
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