La mujer en el ejército: (1) Otro análisis con los mismos datos
Leo el trabajo de Dª Lola Hierro
y y D. Miguel González, EL PAIS, 18.08.2013, titulado “Las mujeres se estancan
en el ejército”, con el subtítulo “25 años después de su incorporación sólo son
el 12 % en filas y 7 %en los mandos”, que analiza lo que el título anticipa. Mi
conclusión, aun con la insuficiencia de datos que incluye el trabajo, es
justamente la contraria.
En 1984 aun no hemos entrado en
la Unión Europea. En el decenio anterior el país ha sufrido varios intentos de
golpe de estado, ¡incluso contra el sistema heredado del dictador! (sólo llegó
a ocurrir uno materialmente). Todo sigue bajo la vigilancia de un ejército que
defendía la política católico-fascista heredada cuyo objetivo era “liberar a la
mujer de la tiranía de la fábrica y reintegrarla en el sagrado lugar del hogar”
en lo político y estar obligada al “débito conyugal” bajo la amenaza de ser
culpable de los pecados cometidos por el marido si se convertía en “adúltero”
ante la falta de ¿cumplimiento del “debito” conyugal?, en lo religioso. En este
contexto hay que valorara el hecho de que en aquella fecha, 1984, la primera mujer
ingresara en la Escuela militar de Zaragoza, para lo cual hubo que modificar
muchas leyes.
Es una primera apertura pues sólo
se le permite ingresar en 24 cuerpos y escalas. La apertura total llegaría 11
años después, finalizando el siglo, en 1995 donde se abre su opción aun en
puestos de combate. Para algunos españoles esa apertura fue muy lenta; no pocos
creen que no debió hacerse. 40 millones de personas permiten muchas opiniones.
Sociológicamente hablando lo ocurrido fue “razonablemente diligente”. La
opinión pública no pasa del negro al blanco sin antes recorrer las 256 gamas de
grises que existen entre ambos, y eso lleva tiempo.
Estos comentarios
contextualizadores de la realidad se deben de tener en cuenta para analizar los
datos cuantitativos que, en nuestra opinión, han sido valorados de modo erróneo.
Los números no suelen ser bien analizados en artículos periodísticos. La
brevedad, sin duda, ejerce una gran presión a la hora de hacer un análisis,
pero ello no permite errores de concepto.
El Sr. Kasrou, responsable del
observatorio militar para la igualdad del Ministerio de la Defensa - ¿incluye
este observatorio los casos de gays y lesbianas y los de pelirrojos,
tradicionalmente marginados[1] o sólo nos fijamos en el
sexo? - afirma: “La carrera profesional es exactamente igual para hombres
(debía decir varones, que hombres somos todos) y mujeres, no hay cuotas ni
particularidades para ninguno de los dos sexos Ambos tienen las mismas tareas,
formación, responsabilidades, salarios y régimen disciplinario”.
Esta afirmación debería
satisfacer a todos. Los autores del trabajo la ponen en tela de juicio cuando
afirman “la equiparación legal no garantiza la igualdad real”, afirmación que
no justifican. Afirmar no es demostrar, pero envía un mensaje de descrédito a
todo un esfuerzo porque la “justificación” que le sigue es inválida: “en una
estructura piramidal como las fuerzas armadas no pueden ser iguales el superior
y el inferior jerárquico”. ¡Naturalmente! Ocurre en las fuerzas armadas, en los
ministerios civiles, en los ayuntamientos ¡y en TODAS las empresas privadas!:
“el Jefe nunca es igual al subordinado”.
[1]
“Home roig y gos pelut mellor mort que conegut” y “no hay roxo bó” son
expresiones tradicionales españolas que revelan una discriminación subyacente
contra los pelirrojos
0 comentarios:
Publicar un comentario