Cuando se forma parte de una
comunidad, ése es el derecho: formar parte de ella. Nadie puede tomar un
acuerdo para echar a nadie de dicha comunidad, aunque sea un pesado. Pero,
claro, cualquier miembro de una comunidad puede marcharse de ella. Es su
derecho y lo puede ejercer cuando quiera. Como se ve, se trata de un derecho asimétrico
a favor de la minoría más minoritaria que es el individuo-socio.
Cualquier demócrata que proponga
un referendum para la secesión tiene que ser consciente de que produce un
perjuicio a los demás iguales herederos que ellos del país mantenido
pro-indiviso a lo largo de muchos siglos pues el reparto desmerece.
Así surge el dilema: ¿qué es más interesante, mantener unido el
país geográfico o liberarse de quien nos agravia rechazando nuestra compañía?
Quizá la pérdida geográfica compense la ganancia de calidad en la convivencia
tras la secesión.
De todas formas, según establece
el derecho civil, el socio que se va de una sociedad constituida por acuerdo,
no es el que puede imponer las condiciones. El que rompe el acuerdo, no puede
ser el que establezca como se beneficia a costa de los que se ven obligados a
soportar la pérdida. Es necesario establecer un justiprecio por la pérdida de
valor del bien común que, sin duda, pierde valor al disminuir de tamaño.
No podemos olvidar la historia
antigua, tampoco la historia reciente. Durante toda la época franquista, en la
que, como en casi toda España, la mitad de los habitantes de cualquier región
apoyaron la guerra que ganó Franco, las regiones vasca y catalana fueron las
que más se beneficiaron a costa del resto del país.
Mal que les pese a quienes hoy
presumen de víctimas, el resto de los españoles fuimos el mercado cautivo que
les dio Franco. Así lograron la mayor riqueza que hoy tienen. Durante años
todos pagamos lo que ellos producían con menos calidad y a un coste mayor que
en el mercado europeo. Durante todos esos años, la diferencia entre el precio
real de los productos y el que pagamos todos los españoles, se quedó en esas
regiones que, en consecuencia, se enriquecieron más y más.
Los
independentista deben plantearse, en el caso de que quieran la independencia,
si no les resultaría más beneficioso plantear el referéndum en todo el país y
no sólo en su región. Quizá fuera más fácil que lo ganaran si votaramos todos.
A veces no se si lo único que quieren es
enredar. Y que esa historia de “su ámbito de decisión” es un truco para perder
el referéndum. Les puede salir mal, porque saben que perderán el referéndum
cuando los vascos o los catalanes, donde hay más voces secesionistas, sepan que
si se gana el referéndum de secesión votándolo solo ellos:
1.- rompen
el pacto medieval, nada democrático, con el resto de España,
2.- al resto
de España no se le deja opinar sobre si los fueros deben de seguir.
3.- al
imponer el ámbito vasco/catalán de decisión, dejan de respetarse los fueros.
Por lo
tanto, si ganan el referéndum de independencia:
1.- dejan de
ser ciudadanos de España y se irán de ella y de la Unión Europea
2.- porque
en la Unión Europea sólo están los ciudadanos de los Estados admitidos,
3.- y si
quieren entrar en la Unión Europea tendrán que pedirlo como hicimos todos.
Y también
debe quedar claro que si pierden el referéndum:
1.- al haber
roto la continuidad histórica de los fueros, seguirán en España, pero sin
ellos.
2.- tendrán
un Estatuto como las regiones que perdieron antes los derechos forales.
3.- salvo en
las provincias que, ejerciendo el “ámbito provincial de decisión”, no
convocaron el referéndum porque querían seguir manteniendo la relación foral.
Después de habernos impedido
opinar, no se puede decir: “aquí no pasó nada”. Eso sólo puede ocurrir si se
nos deja votar a todos. Sino es un referendum ventajistamente asimétrico. Se
haga lo que se haga la propuesta debe ser un ejemplo de ética y de respeto al
interlocutor. Si no, los que pretenden ora cosa tienen voluntad de llevarnos
por mal camino
0 comentarios:
Publicar un comentario