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11 sept 2013

Chile-España: empate en futbol, derrota en derechos humanos

Parece que fue ayer, y han pasado 40 años, del día en que nos conmovió, incrédulos, la noticia del golpe de Estado en Chile. Como la bajada artificial del precio del cobre en el mercado mundial, vital en la economía chilena, hecho por los USA, ni los altercados internos, financiados por la CIA, lograban derrocar a Allende, Nixon encargó a Kissinger que organizara y financiara un golpe de Estado para acabar con la democracia chilena. El genocidio vino detrás.
Más próximo es el recuerdo del General Pinochet en la Plaza de  Oriente rindiendo su  testimonio de admiración ante su ejemplo de golpista, el dictador y también genocida General Franco. No se le pudo negar su derecho a venir, pero se procuró la mínima atención que se le podía dar ¡incluso por aquel gobierno presidido por el “carnicerito de Málaga”, el Sr. Arias.
Hoy a los 40 años del golpe hace 23 que Chile recuperó la democracia que aquí todavía no tenemos con un Jefe del Estado no democrático, nombrado rey por un dictador ¿cabe mayor ignominia?, al que juró que nos seguiría privando de libertad con sus inicuas leyes ¿cabe menos ética personal.
Pinochet murió hace 7 años casi como un recluso, aunque no en la cárcel. A Garzón, al mismo juez inicuamente retirado de la judicatura en España por sus indiscutibles servicios a la justicia ¡tan molesta siempre para los de siempre!, se le debe su desprestigio. El juicio al genocida chileno no concluyó pero permitió que se enteraran todos que el dictador además de genocida y asesino robó dinero de las arcas del Estado, algo clásico en los dictadores y en los herederos de dictadores, como vemos en todos los países. La ética no es su fuerte.
Hoy, en la comuna de Providencia, que es uno de los barrios acomodados de Santiago, hay una avenida que se rebautizó en 1980 como “11 de Septiembre”, en ¿homenaje? a la fecha del golpe. En Providencia, que tiene alcalde propio, gobernó durante años Cristán Labbé, uno de los hombres más próximos a Pinochet, encargado de su seguridad, agente de la DINA, y ministro secretario general de gobierno. Hoy es un coronel retirado.
Al presidente chileno, Sebastián Piñera, formado a la sombra del pinochetismo, hay que reconocerle que defendió el NO en el plebiscito que impidió que el dictador permaneciera en el poder como Franco. Hace poco ha dicho: “hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada o no quisieron saber y tampoco hicieron nada. También hubo jueces que se dejaron someter y que negaron recursos de amparo que habrían permitido salvar tantas vidas. También periodistas, que titularon sabiendo que lo publicado no correspondía a la verdad”, palabras que han sido criticadas por la derecha que lo encumbró al poder. Ningún político formado a la sombra del franquismo hizo nada semejante, sino todo lo contrario.
Hoy, Chile es el país con más condenados por los crímenes cometidos en la dictadura: homicidio, secuestro, asociación ilícita o apremios ilegales, pero no por crímenes de lesa humanidad; por ello las penas aplicadas han sido muy bajas con comparación con la gravedad de los delitos. Sólo un tercio de ellas son penas efectivas de cárcel. Eso no resiste comparación con las aplicadas en  Argentina, donde un 46% de las penas fueron de prisión perpetua y sí hubo condenas por crímenes de lesa humanidad.
Y en España ¿qué? Ni uno sólo de los asesinos fue a la cárcel; ni siquiera fue enjuiciado. Muchas las calles y plazas que en España homenajean a los que nos privaron de la dictadura.
El Alcalde de Baralla afirma que los asesinatos que hizo Franco estaban bien hechos.
Las jóvenes y menos jóvenes huestes del PP se fotografían ante la bandera de la dictadura brazo en alto reivindicando el fascismo que les anima.
El PP, heredero ideológico del franquismo - ¡lo fundaron sus ministros! - defiende el golpe de Estado porque jamás ha reprobado al dictador, ni sus crímenes. Pero el colmo es reprochar a sus víctimas que descubran donde están los asesinados por los golpistas.  Aunque sería legítimo, es otra falsedad más, ellos sólo quieren enterrar decentemente a sus familiares.
La guinda de esta tarta fascista es Jefe del Estado. Él es el heredero del dictador, que le inventó un reino para continuar la dictadura y que el pueblo no pueda elegir al Jefe del Estado.
O le importa que este estigma lo herede su hijo aplicándose el refrán: “llámame perro pero échame pan”. La única opción es que el pueblo “done reside la soberanía y del que emanan todos los poderes del Estado” (art.1.2,CE78) quiera ejercer su soberanía plena.
Sólo cuando podamos elegir al Jefe del Estado, como en Chile y Argentina, tendremos de nuevo la democracia cuyo atropello apoyó su abuelo, Alfonso XIII, que se declaró fascista y franquista, aplaudiendo el golpe de Estado y su padre quiso atropellar incluso con las armas, incorporándose al ejército del Dictador y que él, digno hijo y nieto, logró heredó y, así son los borbones, aceptó esa inicua herencia de la que vive: la herencia sangrienta de la dictadura.

Parece que fue ayer, y han pasado 40 años, del día en que nos conmovió, incrédulos, la noticia del golpe de Estado en Chile. Como la bajada artificial del precio del cobre en el mercado mundial, vital en la economía chilena, hecho por los USA, ni los altercados internos, financiados por la CIA, lograban derrocar a Allende, Nixon encargó a Kissinger que organizara y financiara un golpe de Estado para acabar con la democracia chilena. El genocidio vino detrás.
Más próximo es el recuerdo del General Pinochet en la Plaza de  Oriente rindiendo su  testimonio de admiración ante su ejemplo de golpista, el dictador y también genocida General Franco. No se le pudo negar su derecho a venir, pero se procuró la mínima atención que se le podía dar ¡incluso por aquel gobierno presidido por el “carnicerito de Málaga”, el Sr. Arias.
Hoy a los 40 años del golpe hace 23 que Chile recuperó la democracia que aquí todavía no tenemos con un Jefe del Estado no democrático, nombrado rey por un dictador ¿cabe mayor ignominia?, al que juró que nos seguiría privando de libertad con sus inicuas leyes ¿cabe menos ética personal.
Pinochet murió hace 7 años casi como un recluso, aunque no en la cárcel. A Garzón, al mismo juez inicuamente retirado de la judicatura en España por sus indiscutibles servicios a la justicia ¡tan molesta siempre para los de siempre!, se le debe su desprestigio. El juicio al genocida chileno no concluyó pero permitió que se enteraran todos que el dictador además de genocida y asesino robó dinero de las arcas del Estado, algo clásico en los dictadores y en los herederos de dictadores, como vemos en todos los países. La ética no es su fuerte.
Hoy, en la comuna de Providencia, que es uno de los barrios acomodados de Santiago, hay una avenida que se rebautizó en 1980 como “11 de Septiembre”, en ¿homenaje? a la fecha del golpe. En Providencia, que tiene alcalde propio, gobernó durante años Cristán Labbé, uno de los hombres más próximos a Pinochet, encargado de su seguridad, agente de la DINA, y ministro secretario general de gobierno. Hoy es un coronel retirado.
Al presidente chileno, Sebastián Piñera, formado a la sombra del pinochetismo, hay que reconocerle que defendió el NO en el plebiscito que impidió que el dictador permaneciera en el poder como Franco. Hace poco ha dicho: “hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada o no quisieron saber y tampoco hicieron nada. También hubo jueces que se dejaron someter y que negaron recursos de amparo que habrían permitido salvar tantas vidas. También periodistas, que titularon sabiendo que lo publicado no correspondía a la verdad”, palabras que han sido criticadas por la derecha que lo encumbró al poder. Ningún político formado a la sombra del franquismo hizo nada semejante, sino todo lo contrario.
Hoy, Chile es el país con más condenados por los crímenes cometidos en la dictadura: homicidio, secuestro, asociación ilícita o apremios ilegales, pero no por crímenes de lesa humanidad; por ello las penas aplicadas han sido muy bajas con comparación con la gravedad de los delitos. Sólo un tercio de ellas son penas efectivas de cárcel. Eso no resiste comparación con las aplicadas en  Argentina, donde un 46% de las penas fueron de prisión perpetua y sí hubo condenas por crímenes de lesa humanidad.
Y en España ¿qué? Ni uno sólo de los asesinos fue a la cárcel; ni siquiera fue enjuiciado. Muchas las calles y plazas que en España homenajean a los que nos privaron de la dictadura.
El Alcalde de Baralla afirma que los asesinatos que hizo Franco estaban bien hechos.
Las jóvenes y menos jóvenes huestes del PP se fotografían ante la bandera de la dictadura brazo en alto reivindicando el fascismo que les anima.
El PP, heredero ideológico del franquismo - ¡lo fundaron sus ministros! - defiende el golpe de Estado porque jamás ha reprobado al dictador, ni sus crímenes. Pero el colmo es reprochar a sus víctimas que descubran donde están los asesinados por los golpistas.  Aunque sería legítimo, es otra falsedad más, ellos sólo quieren enterrar decentemente a sus familiares.
La guinda de esta tarta fascista es Jefe del Estado. Él es el heredero del dictador, que le inventó un reino para continuar la dictadura y que el pueblo no pueda elegir al Jefe del Estado.
O le importa que este estigma lo herede su hijo aplicándose el refrán: “llámame perro pero échame pan”. La única opción es que el pueblo “done reside la soberanía y del que emanan todos los poderes del Estado” (art.1.2,CE78) quiera ejercer su soberanía plena.
Sólo cuando podamos elegir al Jefe del Estado, como en Chile y Argentina, tendremos de nuevo la democracia cuyo atropello apoyó su abuelo, Alfonso XIII, que se declaró fascista y franquista, aplaudiendo el golpe de Estado y su padre quiso atropellar incluso con las armas, incorporándose al ejército del Dictador y que él, digno hijo y nieto, logró heredó y, así son los borbones, aceptó esa inicua herencia de la que vive: la herencia sangrienta de la dictadura.

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