Un rey
demócrata es casi tan inimaginable como la cuadratura del círculo pero en España
casi hubo uno que, naturalmente, era un rey progresista:
fue Amadeo I de Saboya. Era ya progresista cuando, por mero azar de la herencia,
era simplemente Duque de Aosta.
Por ser
inteligente y progresista y porque los españoles estaban bajo el síndrome de la
alienación monárquica - fomentada por la igualmente antidemocrática iglesia católica
- cuando se puso en la calle a Isabel II se buscó uno para ofrecerle la corona.
Finalmente la aceptó del Parlamento, lo cual no dejaba de ser una forma de elección
democrática. Claro, todos los monárquicos y la iglesia católica, intrínsecamente
antidemocráticos, se la juraron desde es mismo momento, ellos lo que querían
era un rey elegido por Dios. Esos se
dejan mangonear.
Cuando vio
el percal de la iglesia con la que tenía que topar y con la derecha de nobles y
propietarios que querían que fuera un juguete a su servicio para seguir
atropellando el pueblo, se largó; pero por las buenas despidiéndose en una
carta que dirigió a la Nación Española y que leyó su esposa. En ella devolvía
la soberanía al pueblo reunido en las Cortes que, poco después, proclamaría la
I República Democrática Española.
El final de
la carta de respuesta a ese rey, elegido por unas Cortes que lo nombraron, que
supo abdicar en el único y real soberano de la nación: los ciudadanos representados
en unas cortes elegidas por ellos, fue ejemplar y merece la pena ser recordada:
“Cuando los
peligros estén conjurados; cuando los obstáculos estén vencidos; cuando
salgamos de las dificultades que trae consigo toda época de transición y de
crisis, el pueblo español, que mientras permanezca V.M. en su noble suelo ha de
darle todas las muestras de respeto, de lealtad, de consideración, porque V.M.
se lo merece, porque se lo merece su virtuosísima esposa, porque se lo merecen
sus inocentes hijos, no podrá ofrecer a V.M. una Corona en lo porvenir; pero le
ofrecerá otra dignidad, la dignidad de ciudadano en el seno de un pueblo
independiente y libre”
Juan Carlos
I de Franco está en unas condiciones muy singulares pero infinitamente más favorables
para él de las que había en la época de Amadeo I. Su pretensión de beneficio
personal futuro carece ya de sentido. Su oportunidad de pasar a la historia con
una dignidad equivalente a la de Amadeo I, la tiene al alcance de la mano; pero
puede elegir el mal camino.
Amadeo I de
Saboya cruzó la puerta que lo convirtió en Jefe del Estado llamado por un Parlamento
que representaba la libre voluntad popular. Por ello, puede decirse de él que
fue un rey democráticamente elegido por los electores que eran los Diputados. Cuando
salió por ella salió con igual dignidad con que había entrado: devolviendo el
poder al pueblo soberano.
Juan Carlos
I de Franco cruzó la puerta de entrada por el portillo de los traidores que Bellido
Dolfos el dictador y genocida General Franco, le abrió a Alfonso VI, contra la
voluntad de los zamoranos, Franco privó a todos los españoles de su libertad y
secuestró su soberanía. ,
Suya es la
oportunidad de hacer como Amadeo I, devolver la soberanía al pueblo, que es su
único soberano legítimo. Con ello sólo convertirá en cierto - y no en una farsa
- lo que dijo que era el objetivo de su vida: la Transición a la Democracia.
Así, el pecado original de su origen dictatorial - y todos sus demás pecados - le
será perdonados. Inclinando su cerviz
ante el poder soberano del pueblo, recibirá la indulgencia plenaria al convertir
en realidad el art. 1.2,CE78: “La soberanía reside en el pueblo de donde
emanan todos los poderes del Estado”.
¡Haga real
ese artículo de la CE,78 y deje que el pueblo elija al Jefe del Estado! Logrará
ver a un pueblo feliz como el 14.04.1931 pero Vd. no tendrá que huir, como su
abuelo ni tampoco como su otras antepasada: Isabel II.
“Que Sera, Sera” (Whatever Will Be, Will Be).
¿Vio Vd. esta película de Doris Day? Tiene
razón. Lo que tiene que ser, será.
Oponerse al sentido de los tiempos sólo
implica hacer méritos para ser atropellado por ellos. Lo inteligente es seguir
el ejemplo de sus antepasados inteligentes; no el de los que se empecinaron en
lo que era imposible: la historia los desprecia. Y su esfuerzo fue inútil. Whatever
Will Be, Will Be.
El fin de la transición: (4) en vez de abdicación, extinción
Ahora a los serviles súbditos de Juan Carlos I de
Franco les preocupa que no está establecido el procedimiento para abdicar el
dictador regio, nombrado por el dictador militar y genocida General Franco.
Como los tontos se fijan en lo formal
olvidándose de lo esencial.
Porque lo
esencial es que “La soberanía reside en el pueblo español del que emanan
todos los poderes del Estado” (art.1.2,CE78), aunque este artículo todavía no
se haya podido poner en práctica porque el puesto de Jefe del Estado ya estaba
ocupado por el heredero del dictador, el General Franco, y el régimen que
tenemos es la misma dictadura aunque cambiadas las formas: en lugar de España
ahora se llama Reino de España, en lugar de Cortes Españolas se llama Congreso
de los Diputados (El Senado se sigue llamando igual); en lugar de Procuradores
ahora se llaman Diputados. Otras no han cambiado: en lugar de no elegir al Jefe
del Estado, Franco se eligió él mismo; tampoco elegimos al Jefe del Estado; Franco
lo eligió.
También es esencial
lo que dice el art. 14, CE78: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que
pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Porque es esencial, si somos iguales ante la ley, que no haya
uno que herede la Jefatura del Estado y no
los demás; si somos iguales ante la ley
no puede haber uno que tenga ese privilegio hereditario por razón de nacimiento
del que carezcan los demás; si somos
iguales ante la ley no puede haber uno que tenga ese privilegio hereditario
por razón de sexo, que no tengan sus hermanas; si somos iguales ante la ley no cabe que uno por “cualquier otra
condición o circunstancia personal o social”, tenga ese privilegio y no todos los
demás.
Porque es esencial lo que dice el art.
10.2,CE78: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las
libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la
Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos
internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”. No cabe
decir que el Título II, DE la Corona nos obliga a nada. Ése artículo va en contra
del la Declaración Universal de Derechos Humanos que declara, lo mismo que el
art. 14: que todos somos iguales, pero con una ventaja adicional: se puede
discutir si el art. 14 prevalece sobre el Titulo II de la Corona, pero lo que
está claro es que toda Declaración internacional subscrita por España está por
encima de la CE78, con lo que no hay duda: el Título II, De la Corona es agua
de borrajas, jurídicamente hablando
Porque es esencial lo que dice el art. 9.1,CE78:
“Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al
resto del ordenamiento jurídico”, y entre el resto del Ordenamiento Jurídico,
¡y por encima de la CE78, como hemos señalado, se encuentra la Declaración
Universal de Derechos Humanos que ni permite la discriminación sexual, del hijo
del rey respecto de sus hermanas, ni permite la discriminación por razón de
nacimiento de los tres interfectos y sus descendencias, respecto del resto de
los ciudadanos españoles.
Total, que
el problema no es cómo hacer se haga esa herencia sino si esa herencia es
legal, ¡se haga como se haga!, salvo que se vuelva a hacer como Franco:
genocidio mediante.
Y el problema
es que no existe problema, porque esa herencia no es legal.
El problema
es otro, que es necesario proceder a una modificación de la CE78 para
acomodarla a la democracia que corresponde una vez que se termine la validez
del nombramiento hecho por el dictador y genocida General Franco. Porque lo
curioso del asunto es que si el actual Jefe del Estado hubiera sido nombrado
con esta CE78 su nombramiento sería ilegal, porque la CE78, al haberse firmado
la Declaración Universal de Derechos Humanos, no permitiría elegir a este Jefe
del Estado; pero como su nombramiento es anterior y no se ha producido una ruptura con el régimen
dictatorial sólo se ha cambiado un dictador manu militari por un
dictador digito dictatori y en ningún lugar se dice como cancelarlo, había
que espera a que se extinguiera por muerte natural.
Y entonces,
no queda otra opción que proclamar la
república democrática, porque la monarquía, menos ésta, no respeta la Declaración Universal de
Derechos Humanos. Por eso estaría bien que el becario se fuera haciendo a la idea.
Como sabe alemán, sus posibilidades de “empleo exterior”, como dice la ministra
Bañez, son muy elevados. ¡Ningún problema!
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