He leído un
nuevo e interesante comentario “Sobre el
artículo 155 de la Constitución” (EL PAIS, 23.10.2017) del Profesor de Deercho
Constitucional D. Fernando Simón Yarza. Lamento una vez más que hay desaprovechado
la oportunidad de ofrecer al ciudadano lector de un periódico generalista un
análisis jurídico objetivo sin descalificaciones a una de las partes. Es un
proceso complejo como todas las relaciones de convivencia. S. Ignacio decía: “En momentos de tribulación no hacer mudanza”.
Echar aceite sobre las olas es mejor que seguir sembrando vientos. Un exceso de
aceite no estropea una ensalada un exceso de vinagre sí.
De haberse
seguido otro prudente consejo: “el que
esté libre de pecado de atentado contra la convivencia que tire la primera
piedra” hoy tendríamos una solución y no un enfrentamiento fruto de falta de
diálogo y de buena fe.
El mal
médico sólo identifica el deterioro de la salud cuando la amputación surge como
opción posible tras despreciar el tratamiento preventivo y no apreciar los
primeros síntomas de mala circulación. Eso hicieron los políticos cuando el
deterioro de la convivencia mostró sus primero síntomas revelando así la mala
calidad de la Seguridad Social (Política). Desde sus Centros de Atención
Primaria y Hospitales (Parlamentos, Gobierno y Partidos Políticos) los políticos
despreciaron al ciudadano, le negaron el tratamiento y lo mandaron indiferentes
a unas inmorales listas de espera. “Eso es un problema administrativo no médico”
dicen para justificarse como Pilatos: “yo me lavo las manos de la sangre del
justo”. El final es sabido.
Fue esa la
actitud “cancerosa” de los políticos que además añadieron cizaña si no cicuta
en su tratamiento en no pocos casos. Es también mal médico el que para que se
olvide que no quiso atender los síntomas de gangrena cuando comenzaron justifica
la amputación y una vez más echa la culpa a la víctima. Suya es la mala gestión
e inadecuada la institución donde trabaja, la CE78, y/o inadecuado su
comportamiento profesionalmente corrupto.
Judicializado
todo es más urgente distinguir galgos de podencos. Eel mal médico con voluntad
maximalista quiere amputar. Luego pondremos una prótesis, dice para negarse a
explorar las últimas opciones que la eviten. Quiere ser el primero en hacer la
operación. Eso me recuerda el primer trasplante que se hizo en España. Lo hizo
el Marqués de Villaverde; el paciente falleció a los pocos días, pero él fue el
primero en intentarlo ¡Vaya asco de mérito!
El art. 155
está ahí como última ratio, como la amputación. Ahí debe seguir. Virginal.
Hay mejores soluciones al art. 155 para restaurar la amable convivencia
afectada por una gangrena producid por descuido, mal diagnóstico, peor tratamiento.
Tal perece que fuera el objetivo desde el principio dada la incompetencia
política del médico que no supo o no quiso resolverla desde el primer momento
en que apareció el primer síntoma. Como tantos médicos respondió al paciente “no
le puede doler”; pero al paciente le dolía donde decía que le dolía.
Se nos
aboca a la última decisión con lamentable ánimo de triunfo. Todos seremos
derrotados. Los políticos reivindican la aplicación del art. 155 como una obligación; sólo es una
opción y no es un derecho fundamental. El derecho fundamental es la convivencia
pacífica “a toda costa”. No hay precio que no merezca ser pagado. El precio de
la soberbia del político triunfador no vale un céntimo, pero de peseta, que ni
a céntimo de euro llega. Ese es el engaño del político vencedor cuya vitoria es
la ostentación de su incompetencia. “Sostenella y no enmendalla” ha sido
siempre la divisa de los incompetentes.
Lo peor de
todo de este fraude político, que también lo es jurídico, es la ILEGAL
aplicación del art. 155 porque el Sr. Puigdemont NUNCA PROCLAMO la
independencia. Que se lo pregunten a los millones de catalanes que se sintieron
frustrados porque la esperaban con ilusión aun sabiendo que era ilegal e
inviable en la práctica. Era evidente.
Entender lo
contrario y requerirle que declare lo evidente recuerda la fábula del lobo y la
oveja: bebía ésta aguas abajo del rio donde también bebía el lobo. Entonces el
lobo le requirió: “me estas manchando con babas el agua que yo bebo; así que
voy a aplicarte el art. 155”. La oveja le respondió “pero sin yo estoy aguas
abajo y NO puse babas en tu agua”. El lobo “justificó” su aplicación del art.
155: “además por eso; contestar lo que no quería”.
La firma en
paralelo de un grupo de representantes de los catalanes proclamando la
independencia es más de lo mismo: un brindis al sol que carece de todos los
requisitos legales, incluso dentro dela ilegalidad, y tiene por ello nulos
efectos jurídicos y políticos. Sólo es una manifestación del deseo y de esa
voluntad, por otra parte legítimos y constitucionales.
La voluntad
de amputar es clara. La prótesis está preparada. Caminaremos juntos en el
futuro. Pero la realidad de la amputación la mayor necedad del presente siglo
seguirá ahí.
“Que buen vasallo si oviese buen señor”.
La historia se repite porque los mismos necios siguen gobernando y haciendo las
mismas necedades. Pero ahora los elegimos nosotros. Quizá no somos tan buenos
vasallos como nos creemos eligiendo a tantos necios.
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