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26 oct 2017

Del aceite y el vinagre

He leído un nuevo e interesante comentario “Sobre el artículo 155 de la Constitución” (EL PAIS, 23.10.2017) del Profesor de Deercho Constitucional D. Fernando Simón Yarza. Lamento una vez más que hay desaprovechado la oportunidad de ofrecer al ciudadano lector de un periódico generalista un análisis jurídico objetivo sin descalificaciones a una de las partes. Es un proceso complejo como todas las relaciones de convivencia. S. Ignacio decía:  “En momentos de tribulación no hacer mudanza”. Echar aceite sobre las olas es mejor que seguir sembrando vientos. Un exceso de aceite no estropea una ensalada un exceso de vinagre sí.
De haberse seguido otro prudente consejo:  “el que esté libre de pecado de atentado contra la convivencia que tire la primera piedra” hoy tendríamos una solución y no un enfrentamiento fruto de falta de diálogo y de buena fe.
El mal médico sólo identifica el deterioro de la salud cuando la amputación surge como opción posible tras despreciar el tratamiento preventivo y no apreciar los primeros síntomas de mala circulación. Eso hicieron los políticos cuando el deterioro de la convivencia mostró sus primero síntomas revelando así la mala calidad de la Seguridad Social (Política). Desde sus Centros de Atención Primaria y Hospitales (Parlamentos, Gobierno y Partidos Políticos) los políticos despreciaron al ciudadano, le negaron el tratamiento y lo mandaron indiferentes a unas inmorales listas de espera. “Eso es un problema administrativo no médico” dicen para justificarse como Pilatos: “yo me lavo las manos de la sangre del justo”. El final es sabido.
Fue esa la actitud “cancerosa” de los políticos que además añadieron cizaña si no cicuta en su tratamiento en no pocos casos. Es también mal médico el que para que se olvide que no quiso atender los síntomas de gangrena cuando comenzaron justifica la amputación y una vez más echa la culpa a la víctima. Suya es la mala gestión e inadecuada la institución donde trabaja, la CE78, y/o inadecuado su comportamiento profesionalmente corrupto.
Judicializado todo es más urgente distinguir galgos de podencos. Eel mal médico con voluntad maximalista quiere amputar. Luego pondremos una prótesis, dice para negarse a explorar las últimas opciones que la eviten. Quiere ser el primero en hacer la operación. Eso me recuerda el primer trasplante que se hizo en España. Lo hizo el Marqués de Villaverde; el paciente falleció a los pocos días, pero él fue el primero en intentarlo ¡Vaya asco de mérito!
El art. 155 está ahí como última ratio, como la amputación. Ahí debe seguir. Virginal. Hay mejores soluciones al art. 155 para restaurar la amable convivencia afectada por una gangrena producid por descuido, mal diagnóstico, peor tratamiento. Tal perece que fuera el objetivo desde el principio dada la incompetencia política del médico que no supo o no quiso resolverla desde el primer momento en que apareció el primer síntoma. Como tantos médicos respondió al paciente “no le puede doler”; pero al paciente le dolía donde decía que le dolía.
Se nos aboca a la última decisión con lamentable ánimo de triunfo. Todos seremos derrotados. Los políticos reivindican la aplicación del  art. 155 como una obligación; sólo es una opción y no es un derecho fundamental. El derecho fundamental es la convivencia pacífica “a toda costa”. No hay precio que no merezca ser pagado. El precio de la soberbia del político triunfador no vale un céntimo, pero de peseta, que ni a céntimo de euro llega. Ese es el engaño del político vencedor cuya vitoria es la ostentación de su incompetencia. “Sostenella y no enmendalla” ha sido siempre la divisa de los  incompetentes.
Lo peor de todo de este fraude político, que también lo es jurídico, es la ILEGAL aplicación del art. 155 porque el Sr. Puigdemont NUNCA PROCLAMO la independencia. Que se lo pregunten a los millones de catalanes que se sintieron frustrados porque la esperaban con ilusión aun sabiendo que era ilegal e inviable en la práctica. Era evidente.
Entender lo contrario y requerirle que declare lo evidente recuerda la fábula del lobo y la oveja: bebía ésta aguas abajo del rio donde también bebía el lobo. Entonces el lobo le requirió: “me estas manchando con babas el agua que yo bebo; así que voy a aplicarte el art. 155”. La oveja le respondió “pero sin yo estoy aguas abajo y NO puse babas en tu agua”. El lobo “justificó” su aplicación del art. 155: “además por eso; contestar lo que no quería”.
La firma en paralelo de un grupo de representantes de los catalanes proclamando la independencia es más de lo mismo: un brindis al sol que carece de todos los requisitos legales, incluso dentro dela ilegalidad, y tiene por ello nulos efectos jurídicos y políticos. Sólo es una manifestación del deseo y de esa voluntad, por otra parte legítimos y constitucionales.  
La voluntad de amputar es clara. La prótesis está preparada. Caminaremos juntos en el futuro. Pero la realidad de la amputación la mayor necedad del presente siglo seguirá ahí.

Que buen vasallo si oviese buen señor”. La historia se repite porque los mismos necios siguen gobernando y haciendo las mismas necedades. Pero ahora los elegimos nosotros. Quizá no somos tan buenos vasallos como nos creemos eligiendo a tantos necios.

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