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21 jul 2015

Tránsito a la democracia

Desenfocado veo el artículo del Sr. Carreras (EL PAIS, 20.07.2015). Es cierta la actitud de beligerancia anticonstitucional de algunos catalanes pero es excesivo decir que “hace ya varios años que el desprecio al derecho - a la Constitución, leyes y sentencias- se ha instalado cómodamente en la Cataluña oficial”. Si no es delito merece una reflexión sobre las causas que lo produce y si lo fuera merecería la actuación a que el vigente ordenamiento jurídico de lugar. Propongo hacer una reflexión.
Acusar de estar "dispuesto a saltarse la ley o incumplir una sentencia” no es lo mismo que cometer un delito ni a inducir a ello. El deseo no delinque. El autor se lamenta: “y aquí no pasa nada”. Quizá no hay “constantes vulneraciones del Estado de derecho” que el ve y no “los editoriales de los periódicos, los columnistas de referencia, las tertulias de radio y televisión, [que] salvo muy contadas excepciones, no [le] prestan especial atención” a estas opiniones. Quizá “lo consideran como algo normal, habitual, un detalle nimio sin importancia” el ejercicio del derecho de opinión.
Otro derecho constitucional es la petición por escrito (art. 29.1 CE78) cuyo ejercicio lamenta el autor “cuando a finales de 2009 un editorial conjunto de los diarios catalanes, encabezados por La Vanguardia y El Periódico, pidieron al Tribunal Constitucional, en nombre de Cataluña, que declarara el nuevo Estatuto conforme a la Constitución por motivos políticos”.
Proponer “segundas lecturas” de la CE78 permiten su supervivencia. Quizá fuera más sensato darla por agotada con la actual libertad ajena al “ruido de los sables” con que se aprobó la CE78 se podría terminar esta “inacabable transición a la democracia” con una Constitución que dejará elegir al Jefe del Estado, que eso distingue la democracia de la dictadura (militar, monárquica, teológica, etc.).
Se puede estar en desacuerdo con un regionalismo fascista de ánimo estatal pero no cabe decir “ya podía preverse que aquellos que dirigen y conforman la opinión pública catalana tenían, o bien escasos conocimientos políticos, o bien un gran menosprecio por la democracia y el derecho”. Este rechazo a la diversidad parece más hija del “pensamiento único” de otros tiempos que del respeto a la libertad de opinión (art. 20.1.a CE78); y afirmar que “lo que ha sucedido después no puede sorprender a nadie: al huevo de la serpiente, incubado desde hacía 30 años, comenzaba a rompérsele el cascarón” recuerda las conjuras judeo-masónicas del inventor de esta dictadura monárquica.
Cabe opinar que “las autoridades catalanas vulneran el derecho ante la complacencia general ya forma parte de la normalidad catalana”. Pero eso “no es noticia” como no lo es el rechazo a la libre opinión opuesta, Pero es excesivo acusar de cómplices o de acobardados a “los sectores influyentes de la sociedad -sindicatos, patronal, asociaciones conocidas, empresarios relevantes, mandarines culturales o presidentes del Barça- o están de acuerdo con quienes incumplen la ley o se mantienen cómodamente callados para no meterse en líos”. Si "se quejan en privado pero enmudecen en público, como durante el franquismo, tampoco nada nuevo” no cabe sorpresa: vivimos en la continuidad de la dictadura del franquismo disimulada con la CE 78?  Por eso es retórica la pregunta: “Ante el poder, cobardía: ¿es siempre así la condición humana?”; sin duda: ¡es la parte más vergonzosa!
Al Sr. Carreras le asusta la “ola de desobediencia al derecho” que él percibe; él cree que se “está llegando a peligrosos límites”, pero no entiendo su acusación por “la deslealtad se exhibe con desenfado”. Lealtad ¿a quien o a qué? ¿Al régimen continuador por herencia de la dictadura fascista?
Le molesta que el Sr. Oriol Junqueras dijera en una entrevista radiofónica que quería “colarle goles al Estado” esquivando las decisiones del Ejecutivo: “No daré pistas al Gobierno español de lo que decimos en las conversaciones para esquivarlo”. ¡Es lo normal! por lo que no se puede decir: “Así es como se trata a los enemigos”. Se equivoca: el juego político exige ocultar la jugada.
Reprocha al Sr. Homs que ignore la legalidad española si choca con el “mandato democrático del pueblo de Cataluña” que se expresará en las próximas elecciones”. A lo dicho cabe aplicarle la frase “dime de que alardeas y te diré de que careces” en igual medida que al Sr. Rajoy. En España sólo habrá mandato democrático cuando el pueblo puede volver a elegir al Jefe del Estado. Mientras habrá una dictadura monárquica; parlamentaria, pero dictadura. En lo que tiene razón el Sr. Carreras: la democracia catalana del Sr. Homs es como la española: un ente de ficción.
Tiene razón cuando denuncia una beligerancia propia del nacionalismo fascista: “Los nuestros y los otros, los catalanes y los españoles: un lenguaje de ruptura y confrontación, el lenguaje que a diario, constantemente, se ve y escucha en las radios y televisiones catalanas. Así se envenena la atmósfera en Cataluña”. Da igual inventar “imperios” o “naciones”. Quien “demoniza al que no opina como él” es igualmente fascista y estos abundan en ambos lados ¡ambos son nacionalistas fascistas!.
“Declarar el estado de sitio, previsto en el artículo 116 CE, conforme a su ley reguladora, aprobada en 1981 tras el 23-F” es puro delirio. No peligra “la integridad territorial del Estado”.  Son retos de un pulso político que exige solución política. Ésta la podría dar ¿por qué no? otro cambio de la constitución. ¿No se modificó ya varias veces sin contar con nosotros? Sería bueno que la próxima vez se modificara ahora contando con todos y que así se pudiera recuperar la democracia.
Para eso se necesita diálogo ¡pero no entre los caciques - reunión de pastores, oveja muerta - sino entre ciudadanos! Nada hay sagrado en la CE78 salvo nosotros: los propios ciudadanos. La libertad de elección es digna de protección. Ése es uno de los fraudes franquistas de la CE78. Prohibe el referéndum si el cacique no quiere.
Con Adolfo Suárez se cantaba “habla pueblo habla, tuya es la palabra” para que el ejército golpista viera que “la soberanía reside en el pueblo de donde emanan todos los poderes del Estado (art. 1.2 CE78). Éste es el otro fraude franquista de esta farsa que es la CE78. Al Jefe del Estado lo eligió el dictador y a nosotros nos lo impuso hereditariamente sin opción de elegir. Se trata de que sea verdad y de que el pueblo hable y diga si quiere una democracia o si quiere dejar a sus hijos la hipoteca de una dictadura monárquica que tendrán que estar pagando por los siglos de los siglos. 
¡Así de sencillo! Pudiendo ponernos en esto de acuerdo ¿qué sentido tiene buscar divisiones?


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