Los eternos beligerantes, gente a la que le gusta es
que otro le dé un garrotazo a quienes ellos no se atreven a darlo, aplaudió
unas declaraciones que merecerían una discreta ignorancia. Las comento porque
han sido jaleadas con insensatez por ciertos medios de comunicación como parte
de la eterna “ceremonia de la confusión” que organizan quienes deberían
informar con objetividad y, a lo sumo, con espíritu críticamente racional y no
visceralmente cainita.
Según parece D Felipe de Borbón dijo: “en medio de la general aprobación, dejó ver
cómo el último desafío soberanista ha
endurecido sutilmente sus palabras y sus gestos, hasta marcar la línea
roja al independentismo. "El respeto a la ley nunca ha sido ni es ni debe
ser una alternativa", fue su claro mensaje, dirigido a todas las
"instituciones del Estado".
A mí las actuaciones
de todos los dictadores monárquicos que aún están en ejercicio me retrotraen a
los cuentos de mi infancia de príncipes y princesas. Recuerdo el de la madrastra
de Blancanieves que le preguntaba al espejito mágico que tenía en su alcoba -
porque reyes y reinas no tenían habitaciones como tenemos los de más, sino
alcobas. “Spiegelein, spiegelein an der
Wand, wer ist die schönste Mädchen im ganzen Land?” (espejito, espejito que
estás en la pared quién es la joven más guapa en todo el país?) con lo que el
espejito le dijo que ella, aunque de joven ya tenía poco, pero que había otra
más joven y más bella, con lo que decidió matarla.
A mí las actuaciones de todos los dictadores
monárquicos que aún están en ejercicio me retrotraen a los cuentos evangélicos
de mi infancia. Recuerdo aquel de los fariseos que querían apedrear a una adúltera
y le preguntaron: ” Maestro, esta mujer ha sido sorprendida
en el acto mismo de adulterio y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales
mujeres. Tú,
pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús,
inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en
preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el
primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el
suelo, siguió escribiendo en tierra”.
Me
pregunto, retóricamente, si D. Felipe no conoce estos dos cuentos ¿por qué no
se los aplica? ¿Se cree libre de pecado de incumplimiento de la ley por no
haber sido nombrado directamente por el dictador, como su padre, cuya
característica fue la de haber incumplido la ley por la que los españoles nos
habíamos dado un régimen democráticamente republicano?
Con
ánimo pendenciero, ¿con cuál si no?, cierta prensa destaca que saludó primero
al Presidente del Tribunal Supremo (noveno en el orden protocolario) y luego al
Presidente de la Generalitat de Catalunya (undécimo en dicho orden). Respetar el orden protocolario
forma parte del espectáculo. ¿No saben estos periodistas que la noticia es que
morder al perro?
Que el rey franquista se defina como Jefe del Estado es autoturiferismo. Lo es porque lo decidió el dictador militar que - ¿no se ha dado cuenta todavía? - fue el español que incumplió más leyes: las de la república democrática, las de los derechos del hombre y el ciudadano proclamadas un par de siglos antes y las de dios, proclamadas veinte siglos antes. Debería de saber - ¡y no me cabe la más mínima duda de que es consciente de ello pero le trae sin cuidado! - que no ejerce ese empleo en virtud de un nombramiento libre y democrático de los ciudadanos.
Las "herencias" se heredan íntegras; no se puede heredar sólo el crédito y no las deudas. Lo que él heredó fue la ilegitimidad antidemocrática del dictador militar, que nada de lo que él hizo tuvo nunca la más mínima legitimidad democrática. Ilegítimamente otorgó a su padre con el “supremo poder que ostentaba” - ¿acaso no era el Caudillo de España por la GRACIA DE DIOS? - el derecho a que su descendencia heredera un puesto para el que nunca fue elegido ni él ni sus "herederos" por los ciudadanos. Regresamos así a los “buenos tiempos” en los que quienes nos llama ciudadanos sabe que somos sus súbditos, ¡que es lo que realmente seguimos siendo! pues estamos sub dictum, es decir, bajo el dictado del dictador militar que lo dejó todo “atado y bien atado”.
Que el rey franquista se defina como Jefe del Estado es autoturiferismo. Lo es porque lo decidió el dictador militar que - ¿no se ha dado cuenta todavía? - fue el español que incumplió más leyes: las de la república democrática, las de los derechos del hombre y el ciudadano proclamadas un par de siglos antes y las de dios, proclamadas veinte siglos antes. Debería de saber - ¡y no me cabe la más mínima duda de que es consciente de ello pero le trae sin cuidado! - que no ejerce ese empleo en virtud de un nombramiento libre y democrático de los ciudadanos.
Las "herencias" se heredan íntegras; no se puede heredar sólo el crédito y no las deudas. Lo que él heredó fue la ilegitimidad antidemocrática del dictador militar, que nada de lo que él hizo tuvo nunca la más mínima legitimidad democrática. Ilegítimamente otorgó a su padre con el “supremo poder que ostentaba” - ¿acaso no era el Caudillo de España por la GRACIA DE DIOS? - el derecho a que su descendencia heredera un puesto para el que nunca fue elegido ni él ni sus "herederos" por los ciudadanos. Regresamos así a los “buenos tiempos” en los que quienes nos llama ciudadanos sabe que somos sus súbditos, ¡que es lo que realmente seguimos siendo! pues estamos sub dictum, es decir, bajo el dictado del dictador militar que lo dejó todo “atado y bien atado”.
A mí las actuaciones de todos los dictadores
monárquicos que aún están en ejercicio me retrotraen a los cuentos de mi
infancia. Recuerdo la leyenda del nudo que no se podía desatar y que como la
espada Scalibur, quien pudiera hacerlo sería elegido rey. Gordias, un labrador
podre lo cortó de un tajo y separó ambos extremos. Fue elegido rey ¡pero
democráticamente!
Los demócratas republicanos quisiéramos que
fuera verdad que “el respeto a la ley no es una alternativa” y que como en el
cuento evangélico tirara la piedra sólo quien estuviera libre de pecado.
Quisiéramos que fuera verdad que “para el
Poder Judicial, como para el resto de las instituciones del Estado, el respeto
a la Ley nunca ha sido, ni es, ni debe ser un simple trámite, una mera
formalidad" y que se diera fin de una vez todas - vivimos las
consecuencias del tercer golpe de Estado - al fraude de ley en que vivimos.
Quisiéramos que fuese verdad, por último, que "En su raíz más profunda respetar
la Ley es la fuente de legitimidad y la exigencia ineludible para una
convivencia democrática en paz y libertad".
Que cada día falte menos para
concluir esta “transición a la democracia” mantiene nuestra alegría de vivir.
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