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20 oct 2013

La policía al servicio del ciudadano: (10) Educar en la libertad

La educación pública que pagamos los ciudadanos con nuestros impuestos y es financiada con los recursos de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) fue la mayor conquista social frente a los “propietarios seculares del país”, civiles y religiosos, que apoyaron la monarquía absoluta, otra forma de dictadura hereditaria; los que apoyaron las diversas dictadura: la del General Primo de Rivera y la del General Franco; los que siguen apoyando la interrupción de la Transición a la Democracia  en la persona de Juan Carlos I de Franco, el rey nombrado por el dictador, el mismo que juró aplicarnos las leyes inicuas dictadas por él con tal de lograr su “chollo”, porque tienen  miedo a que vuelva la democracia.

El actual rey no tuvo el más mínimo reparo moral en saltarse los “pretendidos derechos de su padre”. Al hacerlo nos confirmó lo que ya sabíamos: esos “presuntos derechos valen nada de nada”, ¡aun en su familia! En el fondo, son tal para cual. Su padre se sumó a las tropas del dictador tras cometer el delito de insurrección armada contra la República democrática. Eso no es insólito en la familia; Fernando VII, un verdadero hdp, hizo todavía más con su padre Carlos IV: lo echó del trono.

Educar a los jóvenes para poder afrontar la vida adulta es una obligación social del grupo del que forma parte ese ciudadano niño o joven (mujer o varón). El evangelista Juan dice “La verdad os hará libres” (Jn. 8,32). En una sociedad racional la verdad nace de la razón, no de ninguna revelación que los oráculos dicen que han recibido de un extraterrestre. Educar es una tarea interminable que recuerda a Sísifo porque el conocimiento nunca es perfecto y cada día esa verdad inasible vuelve a reconstruirse.

De acuerdo con este principio, en las tribus más primitivas toda la sociedad se afanaba en instruir a los niños para que superaran las pruebas que marcan su paso de infantes a adultos. El tránsito a la mayoría de edad solía incluir verificaciones de su capacidad para su supervivencia: cazar una fiera o realizar alguna otra proeza. En las sociedades más desarrolladas, las sociedades de la inteligencia – si son democráticas y sociales – esa preparación se da a través de una educación pública obligatoria. En ella se trata de superar la prueba de unos exámenes que permiten certificar que se han adquirido los conocimientos mínimos necesarios para sobrevivir siendo útil a la sociedad en la que vive.

Contrariamente a este criterio,  las sociedades no democráticas - como las monarquías - se apoyan en el “espíritu liberal”, del “arréglate como puedas”. La educación la tienen que pagar quienes la reciben de acuerdo con este principio “liberal”. Así se puede privar del acceso a esa educación a la inmensa mayoría de los ciudadanos, ¡con violencia institucional que no se nota mucho! Eso es lo que se esta pretendiendo ahora: conseguir, a base de no financiar los gastos inherentes a esa educación, libros, comedores escolares, guarderías infantiles, deteriorar su educación. Con este “terrorismo legal”, los pobres recibirán menos educación que los ricos, ¡ el objetivo de toda política liberal!, que sean pobres.

Otra cosa son los bancos donde ellos – los “liberales” - tienen sus capitales. Aunque están en quiebra - ésta no se declara legalmente porque se admiten como válidas unas cuentas falseadas - los “liberales” no los refinancian con sus propios recursos. ¿No era su política que el estado no interviniera en sus negocios? Parece que ahora no; ahora refinancian sus negocios quebrados con dinero público, “el mismo dinero que no llega para financiar la educación de los ciudadanos”.  ¿Y cómo va a llegar si el desfalco que han cometido es de miles y miles de millones de euros y los bancos son un pozo sin fondo?

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