Resulta
difícil que alguien en España pueda defender la tesis de que el Presidente del
Gobierno es un tipo arrojado, con cuajo, que sabe enfrentarse a la realidad
aunque ésta resulte poco amable.
Sus
actuaciones eludiendo comparecencias, incluso escapándose para evitar el
pasillo de los periodistas, sus ruedas de prensa sin derecho a hacer preguntas,
o sus ruedas de prensa "plasmática" no son ningún elemento que acredite el
coraje del Presidente.
El Presidente
del Gobierno es abogado. Logró su título tras haber aprobado varias asignaturas
de Derecho Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal; también estudió Derecho
Romano, Derecho Civil, Filosofía del Derecho, etc., etc. El Presidente del Gobierno
sabe por tanto, porque se lo enseñaron y lo aprendió, que existe un Principio
General de Derecho que declara que “nadie pude ser enjuiciado por una ley que
no estuviera publicada en el momento de cometer su delito”.
Sin embargo, el
Presidente, aun sabiéndolo, adoptó la actitud populachera de decirles a las
víctimas del terrorismo que él “estaba con ellas”; les dijo que defendería
hasta el fin la aplicación de una ley que él sabía que violaba ese Principio
General de Derecho. Los familiares de las víctimas son personas que sufren un
dolor inmenso y sin fin que les acompañará hasta el día de su muerte. En esas
condiciones son más crédulas por su propia debilidad; no se les puede ocurrir ¿cómo
se les puede ocurrir? que alguien, nada menos que el Presidente dl Gobierno,
les está engañando porque su objetivo principal era sacarse un foto con ellas. En
esas condiciones ellas, ¡más que nadie en el mundo!, necesitan solidaridad y
afecto, pero sobre todo necesitan eso que se dice en todos los funerales: “te
acompaño en el sentimiento”.
Pero ¿qué
clase de “acompañamiento en el sentimiento” es el que te ofrece quien te engaña
para sacar el beneficio político del engaño con el que te engaña? Un engaño tan
premeditado sólo revela lo falso de su “acompañamiento”. Un gesto falso de
alguien que sabe que es legalmente correcto; que sabe que no puede oponerse a
la ley; que sabe que no hay ninguna posibilidad de que, aunque se opusiera, un
tribunal no politizado lo aceptara.
El Presidente
del Gobierno tiene que acatar la sentencia; también tiene que ejecutarla. El Presidente
del Gobierno, para que no se note todo lo que hizo mal: engañar a las víctimas
haciéndoles creer que “él no hace nada” y está con ellas, ha dicho que eso es
un asunto que tendrán que resolver los jueces.
Pero luego,
como Presidente del Gobierno, varios días después de meditar pros y contras
políticos, ha decidido no va a acompañar
a las víctimas a las que engañó a la vez que dice a sus correligionarios del PP
que vayan a donde él no piensa ni acercarse.
¿A qué se debe
ese “nadar y guardar la ropa”? ¿Es eso lo que espera uno del Presidente del Gobierno?
¿A qué se debe esa esquizofrenia? La impresión que produce es que es un comportamiento
cobarde; lo que se suele decir que es un comportamiento de tirar la piedra - que
el PP vaya - y esconder la mano - a mí
que no me vean; o tirar la piedra - las he engañado - y esconder la mano - les
mando al PP.
A
mí el comportamiento del Presidente del Gobierno me parece una cobardía. Es
posible que esté equivocado. Es posible que el Presidente sea más valiente que
el Cid Campeador; que sea más valiente que Roger de Flor y Roger de Lauria y
los almogávares; que sea más valiente que los tercios de Flandes en una pieza.
Pero a mi el comportamiento del Presidente del Gobierno, ¡qué quieren que les
diga!, me parece más bien tirando a
cobarde.
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