Leo en EL PAIS de ayer, justo al
día siguiente de la manifestación “jaque al rey”, el artículo de la Srª Lindo: “Borbón
e hijos, S. L.” Su título me anima a pensar que la S. L. hará referencia no a
la responsabilidad limitada de estas sociedades para responder de los desmanes
que hagan su consejo de administración, sino que va a jugar con la sinonimia de
que, porque es limitada, se va a extinguir con este primer jaque, al que seguirán otros, tras lo cual lo
inteligente es el abandono; el empecinamiento lleva al jaque mate, por la
necedad de tantos reyes.
Me equivoqué. Empezaba
describiendo el recuerdo del negocio de un familiar trabajador, que desde la infancia
enseñó a sus hijos a crear riqueza, la que procede del trabajo honrado, en el
noble oficio de la panadería (dar sustento al que lo ha menester es una obra de
misericordia sucedáneo de la justicia, al que ésta la hace inútil). Se alababa
el trabajo de los hijos que ayudaban a los padres durante los meses de verano mientras
sus compañeros estaban zascandileando (yo siempre envidié siempre a un
compañero y vecino mío, cuyo padre tenía un bar y desde niño servía en él) y concluye
describiendo la legítima la satisfacción de ese padre, ahora ya retirado, que
sentado en una esquina del bar ve que el buen ejemplo dado a sus hijos tras
toda una vida honrada creando riqueza con su trabajo sigue produciendo sus
frutos: la riqueza social y, por ello, su legítimo porcentaje para el
trabajador/empresario.
A partir de ese momento descarrilla
la comparación. Aun hay razonables reflexiones sobre entender la vida como una carrera
de relevos. Es excelente la estatua de la Universidad Complutense de Madrid,
frente a la Facultad de Medicina, donde un joven a caballo recoge la antorcha
del que, agotado, caído en el suelo se la entrega.
Sigue el comentario a “este
peculiar negocio familiar que es la monarquía (por aquello de que el titulo se hereda de padres a hijos) [que] está
claro que se encuentra en período de pérdida de clientes”. Se refiere luego a
los que “defienden otro modelo de negocio o de Estado” y a los que los que se
llamaron “juancarlistas [que] no entienden por qué el viejo patrón no reconoce
en su hijo un substituto con más cualidades para lidiar con este complicado
presente”. Todo lo dicho de sus honrados familiares es inaplicable aquí. Su
negocio familia” no nació de un robo.
Éste sí. Se inició el 18.07.1936con
un golpe criminal. Se continuó educando al heredero en los valores genocidas
del preceptor golpista que nos robó; Fue tan aplicado que, siendo pupilo juró, ¡el
mismo 18.07.1969, 33 años después!, que nos seguiría privando de la libertad aplicando
las mismas leyes inicuas de la dictadura. Muerto el genocida, ladrón de nuestra
libertad, reiteró el juramento en 1975. Por tener la fiesta en paz seguimos
soportando la dictadura, ahora monárquica ¡pero con los militares golpistas dispuestos
a repetir el golpe de Estado. Al fin y al cabo prometía ser menos sangrienta que
la sufrida. Pero el nombramiento r de Juan Carlos I de Franco hecho por el
dictado era tan ilegítimo como el propio del dictador.
El siguiente Jefe del Estado -
¿está dispuesto a heredar la indignidad de ese título ilegítimo? ¡Por
supuesto!, y eso basta para ilegitimarlo. A la herencia ilegítima, no admitida
por los legítimos herederos no le cabe usucapión. Por eso la reclamamos
¡incluso con su ropia constitución franquista: “la soberanía reside en el
pueblo de donde emanan todos los podres del Estado [empezando por el del Jefe del
Estado, si no, mal empezamos” (art. 1.2,CE78). El nombramiento ilegítimo de Juan Carlos I de
Franco se extinguirá con él, como se extinguió el de su tutor. Porque lo sabe,
quiere alargarlo.
Al final, la autora - salvada la
afrenta hecha a su familia - da la única solución posible: “la opción de
presentarse como candidato a la presidencia de la III República”. Quizá
recuerde “el carro de las manzanas” de Wilde? Pero no cabe esperar que sea tan inteligente un
Borbón como para hacer eso. Fernando VII lo demostró y la inteligencia se
hereda más que los tronos. Por la parte materna la herencia tampoo mejora: su
tío Constantino también fue otro golpista.
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