España fue
durante muchos años pionera en el derecho internacional. Los libros del
Consulat del Mar, publicados en Barcelona en la Edad Media fueron una referencia
que copiaron las naciones-estado hanseáticas por lo equilibrado y justo de sus
preceptos. España reconoció el derecho legal de los indígenas a la libertad
tras descubrir América. Pero no se respetó la ley, que “el espíritu está pronto, pero la carne
es flaca”. La diferencia fue clara con otros colonizadores que masacraron a los
colonizados pero con la ley en la mano. Fue como durante la guerra civil: en el
lado republicano hubo abusos que el gobierno no pudo evitar; los golpistas institucionalizaron
los abusos desde el poder. El muerto quedó igual de muerto, pero la indignidad
fue diferente.
España debe
reconocer el derecho a la secesión y ser pionera en el derecho para resolver
pacíficamente los conflictos de convivencia. Tenemos el Kurdistán, Palestina,
Taiwán, Tibet, el Frente Polisario, etc. La solución resultaría aplicable a las
pretensiones de corsos y bretones, todavía no violentos, a los padanos
inventados por Bossi o en resolver los
conflictos del Reino Unido y el Ulster y el reciente del Sr. Mas.
¿Quién
prefiere una solución violenta a una pactada? ¡Sólo los violentos! Ésa es
otra razón más para que los demócratas acabemos con una convivencia de modo
pacífico y sin violencia. Muchas gente se divorcia de mutuo acuerdo; eso
facilita la posterior convivencia. Es más seguro y placentero ser alemán en
Mallorca que vivir en el País Vasco bajo la violencia nacionalista de los
etarras, prácticamente desaparecida.
Aceptar la
sinrazón del violento - admitamos pulpo como animal de compañía - es de
utilidad universal para resolver conflictos si es imposible la convivencia
amable. La secesión, aunque sea pacífica, va contra el progreso en la
convivencia, en tanto que separa en vez de unir. Vivir bajo la violencia es un
mayor retroceso. Gibraltar; Ceuta, Melilla y tantos otros asuntos se pueden
resolver por acuerdo e indemnización. Incluso el señorío de Treviño, cuyo
derecho histórico no respetan los que reivindican sus derechos históricos
de independencia; los que nunca tuvieron. No quieren seguir el ejemplo francés
con Llivia, un pueblo español
rodeado de Francia por todas las partes.
La vida tiene
un precio. Los pacíficos estamos dispuestos a pagar más de lo exigible para tener
el derecho a vivir en paz y justicia que el violento no permite. La única condición es la garantía de
protección de los derechos de los ciudadanos que, si triunfa el referendum de secesión
- dejando sólo votar una parte de los afectados - que se convirtieran en
extranjeros en la tierra donde nacieron. En frase gráfica de Arzallus: tendrían
los mismos derechos que un alemán en Mallorca. Los mismos; ni uno menos.
Quizá estos
ciudadanos puedan sentirse inicialmente abandonados por los demás españoles. No
será así; al menos a ellos les dejan participar en el referendum, derecho que se
nos niega a los demás españoles. Tener los derechos de los alemanes en Mallorca
es un progreso frente a la calidad de vida en el País Vasco bajo la violencia
etarra. Para los catalanes la situación sería parecida a la de ir a Cerdeña: el
idioma es parecido.
Los demás
españoles podríamos darles un trato laboral y económico preferente si abandonaran
su tierra de nación y conservaran la ciudadanía española. Sin duda podrían encontrar
trabajo, incluso en estos momentos de crisis, porque serían una minoría Los
españoles renunciaríamos gustosos a nuestra subida salarial por solidaridad con
ellos para afrontar la indemnización por cambio de residencia.
El Gobierno
Provisional Preconstitucional del nuevo país puede plantearse si sus ciudadanos
quieren obtener o no la ciudadanía europea, perdida al perder la española,
España podría aprobar, sin rencor, su integración tras la petición formal y
tras verificar que la Constitución del nuevo Estado no incluye discriminaciones
racistas. Pero nadie sabe si las condiciones del Acuerdo de Integración en la
UE serán peores o mejores que las actuales, con sus privilegios históricos
dentro de España. Bruselas no tiene ningún compromiso económico-histórico que
respetar. Eso entraña un riesgo. Lo sensato, es que España establezca un
procedimiento para votar la secesión. Sería también lo inteligente; por eso no
ocurrirá mientras gobierne el PP y haya una monarquía. Eso sólo es posib le
cuando finalice la Transición a la República Democrática que nos robaron.
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