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27 nov 2013

Untar la tostada

Leo un ingenioso artículo del Sr. Savater con el que, ¿cómo podría ser de otro modo?, estoy parcialmente de acuerdo. Mi discrepancia la explicó Campoamor: “todo es según el color del cristal con que se mira”. Empleando una expresión similar, veo mayor el peligro en los que “untan la tostada” que en los que “dan caña”.  Y sin rebajar ninguna responsabilidad al autor, estamos ante dos expresiones harto subjetivas pues un mismo texto es calificado por unos como una “crítica ponderada”  y por otros como que “da caña”. Escuchaba el otro día una conversación de una señora que le gritaba - en España no se habla - a su amiga con gran indignación: “¡ya no se puede leer la prensa!; ¡son todos unos extremistas!; por eso yo siempre compro LA RAZÓN”.  
“Ya sabemos lo que es “dar caña”, dice Savater, (en otras épocas “dar leña” o “dar cera”): proferir enormidades truculentas e insultantes que acogoten sin miramientos al personaje público detestado, sea del gobierno o de la oposición”; y es cierto. Pero, los refranes que tanto odiaba el Quijote, también sirve para aclarar conceptos. “Al pan, pan, y al vino, vino”, es recomendación de sinceridad que no cabe confundir con “dar caña”.
No lo es decir que la “Srª Cospedal” tiene desfachatez difícilmente superable cuando explica el “finiquito diferido”; que el Sr. Wert raya la insolencia cuando afirma “con mi ley habrá más becas”; que la Srª Ibáñez diga que “se reduce la destrucción del paro” porque vive en perpetuo éxtasis rociero; qué la Srª Mato es una incapaz, no sólo por ver un Jaguar en su garaje y no inmutarse, sino por confundir el co-pago con el re-pago; y lo dejo para tomar una “relaxing cup of coffee”.
Avergüenza la gente que “da caña” para los que, como dice el Sr. Savater, “solo cuenta que utilicen munición del más grueso calibre y que no condescienda a ningún miramiento con su víctima” y mejor aun si  “ha sido bendecido por los dioses con un humor chocarrero y grasiento de la peor baba”. Son gente vomitiva.
Pero lo grave no es que los haya sino que, como dice Savater, “despierten tan morboso deleite en personas que en otros asuntos prácticos de la vida atienden a argumentos y no a iracundos rebuznos”, opinión que no comparto. Reconocer que dos y dos son cuatro, algo práctico, no es incompatible con rebuznar de modo iracundo.
Uno mi lamento al suyo, pero por la existencia de los seguidores, que lo crean. El vociferante se hundiría en su propio ridículo si no le auparan tantos que le prestan más que atención, reverencia. Sin ciertas instituciones, discretamente ocultas, no le pagaran generosamente por ello y las cadenas de televisión - la pela es la pela - aceptaran emitir programas de salsa rosa. El problema son los millones de personas que, con más fidelidad con la que no van a su misa de doce, asisten con fruición al sacrificio de las víctimas - muchas igualmente culpables - en el altar televisivo.
La pregunta esencial es, sin embargo, ¿son ellos la causa de sus seguidores o son sus seguidores los que lo engendraron con su iracunda e incapacidad para el raciocinio, fruto de la educación recibida? Probablemente sean la consecuencia de una turbulencia cuántica - quizá el aleteo de la mariposa - que entraron en resonancia y, desde entonces se realimentan.
¿Es dar caña decir que ése es el objetivo del Sr. Wert con su eliminación de la “educación para la ciudadanía” y su, no se sabe todavía, incorporación de la “religión como asignatura lectiva? Bata leer “1984” de Orwell y todo queda diáfanamente claro.

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